/ domingo 19 de abril de 2020

Cultura a la mexicana

“Sólo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente…”

Pues esta pandemia “…es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente.” Ruego parafraseando al gran argentino Leon Gieco, en un tiempo en el que, a pesar del avance científico y tecnológico de la humanidad, no estamos preparados para enfrentarla. Teniéndonos que esconder de un enemigo que no alcanzamos a ver, pero sabemos que está allí, acechándonos y buscando la menor oportunidad para hacernos sus presas. Aprovechando una debilidad que durante milenios hemos alimentado y que ahora nos hace vulnerables ante un enemigo tan pequeño, un virus que solo es visible ayudados del potente lente del microscopio.

El vicio a que me refiero es el egoísmo, que sin duda ha propiciado las abismales desigualdades sociales y económicas, la falta de solidaridad y empatía; con ello, la discriminación, la pobreza, el hambre, la ignorancia y las condiciones insalubres de gran parte de la población humana; el mismo que no obstante la amenaza, seguimos fomentando a través de quienes hemos erigido como líderes, rápidamente convertidos en los verdaderos dueños de nuestras vidas y de nuestro destino como especie.

La debilidad es evidente, si consideramos que con un pretexto tan simple cómo es el del habitante de la “Casa Blanca”, que amenazó con suspender la contribución de los Estados Unidos para el sostenimiento de la Organización Mundial de Salud, es decir ya no darles dinero, a lo que el director del organismo le pidió a todos los gobernantes del mundo, no politizar la pandemia y que en todo caso habría que ponerla en cuarentena, mientras pasa la emergencia, sentenció: “…al virus solo se le puede vencer con unidad y si dejamos de hacer política con él”.

Desde luego que, en nuestra actualidad, ejemplos como ese son el “pan de todos los días”, casi ninguna región del mundo se salva, al grado de que ya se habla de un cambio radical en la organización económica-social global, tal y como la conocemos. En casa no somos la excepción, pues “para acabarla de…ch”, la pandemia nos sorprendió en medio de una crisis de salud que ya estaba polarizada con las agrias discusiones sobre la desaparición del Seguro Popular y el alarmante desabasto de medicamentos en el sector, sobre todo para los grupos vulnerables, lo que hace impensable que nos estuviéramos preparando seria y oportunamente para la llegada del virus, como fue expresado en declaraciones oficiales, que son propias de nuestra Cultura a la mexicana y que no pueden atribuirse a la presente administración, sino que son una constante histórica en la vida del país. Situación que no en valde hace dudar a cierto porcentaje de los mexicanos sobre la validez de las cifras que se están presentando todos días.

En esas circunstancias, es titánica la tarea del sistema de salud en México para organizar a toda la sociedad en su combate al Covit-19, sobre todo por la gran inequidad social que refleja diversos grados de conciencia; así como me he encontrado con personas que usan medidas extremas para evitar cualquier contacto con otros o con quienes tienen que arriesgarse a salir por el pan de todos los días, pero también con quienes ven el confinamiento como vacaciones adicionales y no tienen empacho en exponerse en este tiempo de “guardarnos”, y para colmo, con cobardes que agreden al personal médico por miedo incontrolable, en fin:


De todo hay…en la viña del Señor.”



napoleonef@hotmail.com



“Sólo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente…”

Pues esta pandemia “…es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente.” Ruego parafraseando al gran argentino Leon Gieco, en un tiempo en el que, a pesar del avance científico y tecnológico de la humanidad, no estamos preparados para enfrentarla. Teniéndonos que esconder de un enemigo que no alcanzamos a ver, pero sabemos que está allí, acechándonos y buscando la menor oportunidad para hacernos sus presas. Aprovechando una debilidad que durante milenios hemos alimentado y que ahora nos hace vulnerables ante un enemigo tan pequeño, un virus que solo es visible ayudados del potente lente del microscopio.

El vicio a que me refiero es el egoísmo, que sin duda ha propiciado las abismales desigualdades sociales y económicas, la falta de solidaridad y empatía; con ello, la discriminación, la pobreza, el hambre, la ignorancia y las condiciones insalubres de gran parte de la población humana; el mismo que no obstante la amenaza, seguimos fomentando a través de quienes hemos erigido como líderes, rápidamente convertidos en los verdaderos dueños de nuestras vidas y de nuestro destino como especie.

La debilidad es evidente, si consideramos que con un pretexto tan simple cómo es el del habitante de la “Casa Blanca”, que amenazó con suspender la contribución de los Estados Unidos para el sostenimiento de la Organización Mundial de Salud, es decir ya no darles dinero, a lo que el director del organismo le pidió a todos los gobernantes del mundo, no politizar la pandemia y que en todo caso habría que ponerla en cuarentena, mientras pasa la emergencia, sentenció: “…al virus solo se le puede vencer con unidad y si dejamos de hacer política con él”.

Desde luego que, en nuestra actualidad, ejemplos como ese son el “pan de todos los días”, casi ninguna región del mundo se salva, al grado de que ya se habla de un cambio radical en la organización económica-social global, tal y como la conocemos. En casa no somos la excepción, pues “para acabarla de…ch”, la pandemia nos sorprendió en medio de una crisis de salud que ya estaba polarizada con las agrias discusiones sobre la desaparición del Seguro Popular y el alarmante desabasto de medicamentos en el sector, sobre todo para los grupos vulnerables, lo que hace impensable que nos estuviéramos preparando seria y oportunamente para la llegada del virus, como fue expresado en declaraciones oficiales, que son propias de nuestra Cultura a la mexicana y que no pueden atribuirse a la presente administración, sino que son una constante histórica en la vida del país. Situación que no en valde hace dudar a cierto porcentaje de los mexicanos sobre la validez de las cifras que se están presentando todos días.

En esas circunstancias, es titánica la tarea del sistema de salud en México para organizar a toda la sociedad en su combate al Covit-19, sobre todo por la gran inequidad social que refleja diversos grados de conciencia; así como me he encontrado con personas que usan medidas extremas para evitar cualquier contacto con otros o con quienes tienen que arriesgarse a salir por el pan de todos los días, pero también con quienes ven el confinamiento como vacaciones adicionales y no tienen empacho en exponerse en este tiempo de “guardarnos”, y para colmo, con cobardes que agreden al personal médico por miedo incontrolable, en fin:


De todo hay…en la viña del Señor.”



napoleonef@hotmail.com



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