/ domingo 8 de agosto de 2021

Cultura a la mexicana

“Cada quien vio lo que quiso ver, cada quien escuchó lo que quiso escuchar…cada quien creyó lo que quiso creer,”

Con motivo de la realización de la tan comentada consulta popular, este domingo primero de agosto para definir si, como originalmente lo propuso el presidente: "¿Está de acuerdo o no con que las autoridades competentes, con apego a las leyes y procedimientos aplicables, investiguen, y en su caso sancionen, la presunta comisión de delitos por parte de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto antes, durante y después de sus respectivas gestiones?" o, como corrigió y complicó innecesariamente la Suprema Corte de la Nación: “ ¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?"; y este circo, gran parte de la ciudadanía se olvidó momentáneamente de los estragos que está causando la variante Delta del Coronavirus, la problemática que representa el regreso de los estudiantes a las clases presenciales, incluso, de los desastrosos resultados obtenidos hasta el momento en la competición de los Juegos Olímpicos.

Y en realidad, ¿qué podíamos esperar?, cuando los grupos pleitistas de nuestra ilustre clase política defendieron hasta con los dientes sus respectivos posicionamientos con respecto de la consulta. Por un lado y con el pretexto de que se cumplía con una promesa de campaña, sufrimos la abierta promoción de unos para votar por el sí, a juzgar a los anteriores mandatarios por los crímenes más emblemáticos cometidos abusivamente contra la sociedad mexicana durante sus respectivos sexenios y los otros, tildando de absurda la consulta, bajo el argumento de que era inadmisible y muy oneroso preguntar a la ciudadanía, es decir, a nosotros, si se debe o no aplicar la ley en tales casos. Cada quién, con los medios que tuvo a su alcance, se dio vuelo descalificando al opositor y tratando de influir al ciudadano consultado que se ubica más allá de lo que consideraban su voto duro.

Como nos consta y tal como sucede frecuentemente en aquellas peleas de boxeo en las que, al concluir el último raund, ambos contendientes levantan las manos en señal de triunfo sin esperar, como es lo correcto, la decisión de los jueces, en esta ocasión, como nos tienen ya acostumbrados, también lo hicieron los contendientes políticos. Unos dijeron que a pesar de las “piedras puestas en el camino por el INE” la consulta fue todo un éxito, porque siete millones de personas votaron por el sí, y los de enfrente, contrariamente la calificaron como un verdadero fracaso, echando mano del argumento: para que la decisión fuera legalmente vinculatoria se requerían más de treinta millones votaran por el sí.

Fueron varias las semanas previas al ejercicio en que las redes sociales y los demás medios se vieron inundados con la disputa por una pregunta mal formulada, por lo que no dudo que ahora meses o años nos tendrán ocupados en lo que diría otro enjuiciado por la historia, Luis Echeverría,


“ni nos perjudica ni nos beneficia, sino…todo lo contrario.”

napoleonef@hotmail.com

“Cada quien vio lo que quiso ver, cada quien escuchó lo que quiso escuchar…cada quien creyó lo que quiso creer,”

Con motivo de la realización de la tan comentada consulta popular, este domingo primero de agosto para definir si, como originalmente lo propuso el presidente: "¿Está de acuerdo o no con que las autoridades competentes, con apego a las leyes y procedimientos aplicables, investiguen, y en su caso sancionen, la presunta comisión de delitos por parte de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto antes, durante y después de sus respectivas gestiones?" o, como corrigió y complicó innecesariamente la Suprema Corte de la Nación: “ ¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?"; y este circo, gran parte de la ciudadanía se olvidó momentáneamente de los estragos que está causando la variante Delta del Coronavirus, la problemática que representa el regreso de los estudiantes a las clases presenciales, incluso, de los desastrosos resultados obtenidos hasta el momento en la competición de los Juegos Olímpicos.

Y en realidad, ¿qué podíamos esperar?, cuando los grupos pleitistas de nuestra ilustre clase política defendieron hasta con los dientes sus respectivos posicionamientos con respecto de la consulta. Por un lado y con el pretexto de que se cumplía con una promesa de campaña, sufrimos la abierta promoción de unos para votar por el sí, a juzgar a los anteriores mandatarios por los crímenes más emblemáticos cometidos abusivamente contra la sociedad mexicana durante sus respectivos sexenios y los otros, tildando de absurda la consulta, bajo el argumento de que era inadmisible y muy oneroso preguntar a la ciudadanía, es decir, a nosotros, si se debe o no aplicar la ley en tales casos. Cada quién, con los medios que tuvo a su alcance, se dio vuelo descalificando al opositor y tratando de influir al ciudadano consultado que se ubica más allá de lo que consideraban su voto duro.

Como nos consta y tal como sucede frecuentemente en aquellas peleas de boxeo en las que, al concluir el último raund, ambos contendientes levantan las manos en señal de triunfo sin esperar, como es lo correcto, la decisión de los jueces, en esta ocasión, como nos tienen ya acostumbrados, también lo hicieron los contendientes políticos. Unos dijeron que a pesar de las “piedras puestas en el camino por el INE” la consulta fue todo un éxito, porque siete millones de personas votaron por el sí, y los de enfrente, contrariamente la calificaron como un verdadero fracaso, echando mano del argumento: para que la decisión fuera legalmente vinculatoria se requerían más de treinta millones votaran por el sí.

Fueron varias las semanas previas al ejercicio en que las redes sociales y los demás medios se vieron inundados con la disputa por una pregunta mal formulada, por lo que no dudo que ahora meses o años nos tendrán ocupados en lo que diría otro enjuiciado por la historia, Luis Echeverría,


“ni nos perjudica ni nos beneficia, sino…todo lo contrario.”

napoleonef@hotmail.com

ÚLTIMASCOLUMNAS