/ domingo 12 de diciembre de 2021

Cultura a la mexicana

“De lo pintado a lo vivido…hay cien leguas de camino”

Y ciertamente, hay mucha distancia entre el país que en lo social se “transforma favorablemente”, descrito por el presidente a través del mensaje que emitió durante la celebración de su tercer año de dirección, y el que a “paso acelerado se arruina”, dibujado en cada oportunidad por los grupos opositores, que culpan de ello a la acción gubernamental. Entre esos dos extremos, hoy irreconciliables, cada día resulta más difícil ubicar un sector intermedio y, por tanto, más objetivo y sereno al juzgar la realidad que nos está tocando vivir, o más bien sufrir. En tanto el Jefe del Poder Ejecutivo y sus muchos seguidores califican como excelente el desempeño de los servidores públicos en la actual administración, los adversarios los truenan como ejotes, tildándolos de ineptos y poco transparentes, por decirlo suavemente. No hay lugar para las medias tintas. “O estás conmigo o estás contra mí”, frase no solo dicha en forma tajante por el presidente, sino también por los que están despachando en la banqueta de enfrente, lo que sin duda obstaculiza cualquier diálogo civilizado respecto de los temas que a todos importan y afectan.

En esta lógica, algunas voces, que considero objetivas, reprobaron, en diferentes matices, la actitud asumida por el presidente en una de sus pláticas mañaneras, en relación a un reportaje transmitido durante el programa de la periodista Carmen Aristegui, calificándolo de faltar a la verdad y por el que, consecuentemente, de manera enfática haya pintado su raya con respecto de la comunicadora, expulsándola del periodismo afín a la 4T, es más, dijo que nunca había pertenecido al grupo selecto de sus seguidores, implícitamente la ubicó entre sus adversarios que practican el periodismo a favor de la “mafia del poder”, lo que a su vez, fue respaldado por quienes consideraron justificado su enojo, dando lugar a una encarnizada batalla en las redes sociales y en los demás medios.

El contenido del reportaje no me ocupa en este momento, lo que llama mi atención es la facilidad con que se encendieron los ánimos entre dos personajes auténticos, que desde sus orígenes lucharon por exponer los excesos y miserias de la política en México y que, sin embargo, hoy se desconocen, como si hubieran olvidado sus antecedentes comunes.

Es indudable que, por la trayectoria de Carmen Aristegui, no pocos de sus colegas y analistas políticos están convencidos de su honradez profesional y consideran que la memoria colectiva e incluso el grupo hoy gobernante, están en deuda con ella, al dar a conocer información, antes oculta, que incomodó seriamente a los anteriores poderes y que no pocas veces fue motivo evidente de reacciones hostiles y marginación contra ella. Sin la labor independiente de los periodistas de su tipo, no hubiéramos tenido acceso a los entretelones que se forman en la política mexicana y que están vedados a la inmensa mayoría de los ciudadanos que siempre se ven afectados por ellos.

No hay duda que el periodismo siempre ha sido una actividad de alto riesgo, siendo nuestro país un ejemplo muy lamentable de ello, no obstante, los grandes avances que se experimentan en la libertad de expresión como derecho humano. Un derecho que debe seguir evolucionando, junto con su complemento natural, el derecho a la réplica.


“La verdad… solo ella nos hará libres.”



napoleonef@hotmail.com

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“De lo pintado a lo vivido…hay cien leguas de camino”

Y ciertamente, hay mucha distancia entre el país que en lo social se “transforma favorablemente”, descrito por el presidente a través del mensaje que emitió durante la celebración de su tercer año de dirección, y el que a “paso acelerado se arruina”, dibujado en cada oportunidad por los grupos opositores, que culpan de ello a la acción gubernamental. Entre esos dos extremos, hoy irreconciliables, cada día resulta más difícil ubicar un sector intermedio y, por tanto, más objetivo y sereno al juzgar la realidad que nos está tocando vivir, o más bien sufrir. En tanto el Jefe del Poder Ejecutivo y sus muchos seguidores califican como excelente el desempeño de los servidores públicos en la actual administración, los adversarios los truenan como ejotes, tildándolos de ineptos y poco transparentes, por decirlo suavemente. No hay lugar para las medias tintas. “O estás conmigo o estás contra mí”, frase no solo dicha en forma tajante por el presidente, sino también por los que están despachando en la banqueta de enfrente, lo que sin duda obstaculiza cualquier diálogo civilizado respecto de los temas que a todos importan y afectan.

En esta lógica, algunas voces, que considero objetivas, reprobaron, en diferentes matices, la actitud asumida por el presidente en una de sus pláticas mañaneras, en relación a un reportaje transmitido durante el programa de la periodista Carmen Aristegui, calificándolo de faltar a la verdad y por el que, consecuentemente, de manera enfática haya pintado su raya con respecto de la comunicadora, expulsándola del periodismo afín a la 4T, es más, dijo que nunca había pertenecido al grupo selecto de sus seguidores, implícitamente la ubicó entre sus adversarios que practican el periodismo a favor de la “mafia del poder”, lo que a su vez, fue respaldado por quienes consideraron justificado su enojo, dando lugar a una encarnizada batalla en las redes sociales y en los demás medios.

El contenido del reportaje no me ocupa en este momento, lo que llama mi atención es la facilidad con que se encendieron los ánimos entre dos personajes auténticos, que desde sus orígenes lucharon por exponer los excesos y miserias de la política en México y que, sin embargo, hoy se desconocen, como si hubieran olvidado sus antecedentes comunes.

Es indudable que, por la trayectoria de Carmen Aristegui, no pocos de sus colegas y analistas políticos están convencidos de su honradez profesional y consideran que la memoria colectiva e incluso el grupo hoy gobernante, están en deuda con ella, al dar a conocer información, antes oculta, que incomodó seriamente a los anteriores poderes y que no pocas veces fue motivo evidente de reacciones hostiles y marginación contra ella. Sin la labor independiente de los periodistas de su tipo, no hubiéramos tenido acceso a los entretelones que se forman en la política mexicana y que están vedados a la inmensa mayoría de los ciudadanos que siempre se ven afectados por ellos.

No hay duda que el periodismo siempre ha sido una actividad de alto riesgo, siendo nuestro país un ejemplo muy lamentable de ello, no obstante, los grandes avances que se experimentan en la libertad de expresión como derecho humano. Un derecho que debe seguir evolucionando, junto con su complemento natural, el derecho a la réplica.


“La verdad… solo ella nos hará libres.”



napoleonef@hotmail.com

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