/ sábado 9 de marzo de 2019

Cultura del esfuerzo

Del esfuerzo, es reconocido universalmente que supera los obstáculos y se convierte en fortaleza personal, familiar, institucional y comunitaria. También se dice, que de nuestras esfuerzos individuales y colectivos, siempre habrá consecuencias de distinto signo (positivas o negativas) según la posición en que nos encontremos.

A veces, la posición nos ubica en una ruta que nos lleva al punto del dilema de renunciar o resurguir. Ya lo hemos mencionado… un protocolo en esos puntos de quiebre de la voluntad, lo cita Rudyard Kipling en su poema titulado Si: “(…) cuando en ti todo flaquea menos la voluntad que te dice ¡ Adelante ¡”.

Aceptemos que en la vida, más allá, de los premios y castigos, están las consecuencias. Recordemos que solo hay eventos o hechos que califican como positivos o negativos. En su extremo del lado oscuro, en ocasiones, las acciones poco meditadas generan que nuestra libertad, vida y familia asuman riegos hasta el punto de perderlas.

Entonces, si partimos de que la cultura es un conjunto de creencias, valores y costumbres, hemos sido testigos de una serie de eventos, que examinados desde sus efectos no deseados como el llamado huachicoleo, el robo de mercancía de camiones accidentados, la violencia extrema, etc., vivimos momentos que representan oportunidades de cambio de actitudes principalmente, entre otros factores.

Acotemos los comportamientos que suelen imitarse y repetirse en cualquier etapa de la vida que no favorecen el bien común y al correr del tiempo el individual. Para ello, nos resulta valioso fortalecer a partir de acciones de “buenas practicas” que ayudan a mejorar, priorizando pertinentemente en tiempo y forma el “pensamiento, palabra, acción y omisión” , fructificando las consecuencias positivas que impulsa a una vida ascendente y de autoafirmación.

En este sentido, los expertos apuntan de la ventaja del empoderar, desde las mencionadas perspectivas: individual, familiar o comunitaria, para “dotar de un conjunto de herramientas para desarrollar fortalezas en el [saber, saber hacer y saber ser] que genere pertinente confianza y seguridad en sí misma, en sus capacidades y potencial de tomar decisiones asertivas, emprender tareas que sumen positivamente en la vida cotidiana y resolver las barreras que impiden plenamente un empoderamiento corresponsable”.

Meditamos que para un cambio deseado a una cultura del esfuerzo y sus consecuencias positivas de avanzar en la escala del bienestar, se requiere ejercer la disciplina y el compromiso personal, familiar e institucional… componentes que encarnan un bien común y abonan a los ámbitos del desarrollo humano.

hazael.ruiz@hotmail.com

Del esfuerzo, es reconocido universalmente que supera los obstáculos y se convierte en fortaleza personal, familiar, institucional y comunitaria. También se dice, que de nuestras esfuerzos individuales y colectivos, siempre habrá consecuencias de distinto signo (positivas o negativas) según la posición en que nos encontremos.

A veces, la posición nos ubica en una ruta que nos lleva al punto del dilema de renunciar o resurguir. Ya lo hemos mencionado… un protocolo en esos puntos de quiebre de la voluntad, lo cita Rudyard Kipling en su poema titulado Si: “(…) cuando en ti todo flaquea menos la voluntad que te dice ¡ Adelante ¡”.

Aceptemos que en la vida, más allá, de los premios y castigos, están las consecuencias. Recordemos que solo hay eventos o hechos que califican como positivos o negativos. En su extremo del lado oscuro, en ocasiones, las acciones poco meditadas generan que nuestra libertad, vida y familia asuman riegos hasta el punto de perderlas.

Entonces, si partimos de que la cultura es un conjunto de creencias, valores y costumbres, hemos sido testigos de una serie de eventos, que examinados desde sus efectos no deseados como el llamado huachicoleo, el robo de mercancía de camiones accidentados, la violencia extrema, etc., vivimos momentos que representan oportunidades de cambio de actitudes principalmente, entre otros factores.

Acotemos los comportamientos que suelen imitarse y repetirse en cualquier etapa de la vida que no favorecen el bien común y al correr del tiempo el individual. Para ello, nos resulta valioso fortalecer a partir de acciones de “buenas practicas” que ayudan a mejorar, priorizando pertinentemente en tiempo y forma el “pensamiento, palabra, acción y omisión” , fructificando las consecuencias positivas que impulsa a una vida ascendente y de autoafirmación.

En este sentido, los expertos apuntan de la ventaja del empoderar, desde las mencionadas perspectivas: individual, familiar o comunitaria, para “dotar de un conjunto de herramientas para desarrollar fortalezas en el [saber, saber hacer y saber ser] que genere pertinente confianza y seguridad en sí misma, en sus capacidades y potencial de tomar decisiones asertivas, emprender tareas que sumen positivamente en la vida cotidiana y resolver las barreras que impiden plenamente un empoderamiento corresponsable”.

Meditamos que para un cambio deseado a una cultura del esfuerzo y sus consecuencias positivas de avanzar en la escala del bienestar, se requiere ejercer la disciplina y el compromiso personal, familiar e institucional… componentes que encarnan un bien común y abonan a los ámbitos del desarrollo humano.

hazael.ruiz@hotmail.com