/ lunes 31 de enero de 2022

De cisnes e incertidumbre para el optimismo

Por: Nydia Egremy*

Al iniciar el 2022, una persona inteligente y sensata me escribió: “¡Muy feliz año! A ver qué novedad loca nos trae.” Y es que, por 24 meses 7,500 millones de persona del planeta han sufrido por la repentina desgracia que significó el SARS-CoV2, en todos los ámbitos de su vida. Ese fenómeno inesperado alteró el equilibrio emocional y causó inseguridad e inquietud.

Ya sea por los efectos de la pandemia, un eventual choque entre Occidente y Eurasia o el peligroso acercamiento del asteroide 7482 1994 PC1 a la Tierra, hoy la sociedad está en latente estado de aprehensión. Lo único que no ocurrió fue el golpe letal al capitalismo que el filósofo Slavoj Zizek anticipó como una oportunidad para reinventar a la sociedad.

Ahí entra la teoría del académico y financiero Nassim Nicholas Taleb, que sólo necesitó un ave negra para demostrar el alto costo de la ignorancia. En su libro-metáfora El Cisne Negro y el impacto de lo altamente improbable (2007), describe que los británicos aseguraban que sólo existían cisnes blancos; al descubrir cisnes de plumaje negro en Australia, constataron cuán errónea era su idea del mundo del siglo XVII.

A partir de ello, Taleb elaboró su teoría de lo excepcional con estas premisas: siempre se presenta un suceso sorpresivo y raro, aunque se crea que es improbable porque no figura en las expectativas cotidianas. Ese evento genera gran impacto político y socio-económico y tras su aparición, se intenta racionalizar como algo explicable, esperado y obvio.

En todos los ámbitos de nuestra vida hay Cisnes Negros. Estos han sido los más significativos en 50 años: la desintegración de la Unión Soviética; el salto de China del medioevo a perfilarse como rival de Estados Unidos en tecnología 5G; la guerra global contra el terrorismo, la crisis financiera del 2008, el primer gobierno de izquierda en México y las relaciones diplomáticas entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, etc.. Todos influyen en el tablero mundial y no se anticiparon.

No obstante, el filósofo jesuita Teilhard de Chardin afirmó que todos los acontecimientos venideros proyectan su sombra por anticipado. Así que, para esbozar el futuro y reducir los sesgos psicológicos que alientan la incertidumbre, se recurre a la prospectiva.

Esa herramienta de estrategas y geopolitólogos evita la inútil secreción masiva de adrenalina porque permite el conocimiento y una visión de futuro. Con ese pensamiento estratégico los Estados exitosos evalúan tendencias en seguridad, economía y desarrollo. Así es como evitan catástrofes y conflictos – aunque sus servicios de inteligencia no sean infalibles, como demostró el 11-S -.

John F. Kennedy y François Mitterrand usaron la prospectiva para determinar factores y fuerzas de influencia mundial, descubrir posibles escenarios en el juego de actores internacionales, procesos de transición e innovaciones técnicas, apunta el economista Fernando González Laxe.

Sin embargo, en un futuro inasible siempre es probable lo inesperado. Una sociedad estimulada en pensamiento prospectivo, reaccionará de forma constructiva y creativa ante crisis y novedades locas. Por ello es imprescindible repensar los actuales sistemas educativos, de salud y política para apropiarse de las ventajas tecno-científicas del siglo.

No hacerlo abrirá la puerta a un escenario indeseable: que se imponga la ley y el orden y se abandone la idea de un mundo mejor. Y es que, como previno Gilles Deleuze: en situaciones de crisis generalizada como la compleja era COVID19, las sociedades de control reemplazan a las sociedades disciplinarias.

En México urge que politólogos, estrategas económico-financieros y expertos en prospectiva enfoquen su atención a la geopolítica del futuro. Cuando asoman promesas multidimensionales a estas alturas del siglo XXI, no se puede tener mentalidad de principios del siglo XX.Las novedades locas son: la tormenta perfecta por el desajuste entre oferta y demanda de semi-conductores; le sigue la aparición de los electro-estados, donde el hidrógeno verde será actor clave. A la vez, se anuncia que el mundo virtual sustituirá al mundo real, que la economía ya no tendrá nacionalidad y la tecnología será una variable determinante. Entretanto, está en marcha la geoingeniería, esa intervención a gran escala en el sistema climático para combatir el calentamiento global.

Cisnes negros del futuro próximo son: la escasez de materias primas, la manipulación de los metadatos - que presagia la expropiación del derecho de la sociedad a controlar el sistema, como advierte Patrick Armstrong de la Strategic Culture Foundation -.

En seguridad, se recurrirá más a la estrategia del Síndrome de Sherwood, donde los cuerpos policiales más represivos buscan la confrontación para justificar la represión y crear el mayor daño posible a la imagen y demandas de los manifestantes.

A la vez, sociolingüistas alertan del extenso uso de un lenguaje cada vez más crudo y el abandono de la narrativa tradicional por un lenguaje binario, al servicio de la negación de la verdad. Es, como apunta el filósofo Byung-Chul Han: “Corremos detrás de la información sin alcanzar un saber.

En síntesis, el futuro anuncia un cambio de paradigma.

*Nydia Egremy, integrante del CASEDE, periodista de investigación y experta en geopolítica.

Por: Nydia Egremy*

Al iniciar el 2022, una persona inteligente y sensata me escribió: “¡Muy feliz año! A ver qué novedad loca nos trae.” Y es que, por 24 meses 7,500 millones de persona del planeta han sufrido por la repentina desgracia que significó el SARS-CoV2, en todos los ámbitos de su vida. Ese fenómeno inesperado alteró el equilibrio emocional y causó inseguridad e inquietud.

Ya sea por los efectos de la pandemia, un eventual choque entre Occidente y Eurasia o el peligroso acercamiento del asteroide 7482 1994 PC1 a la Tierra, hoy la sociedad está en latente estado de aprehensión. Lo único que no ocurrió fue el golpe letal al capitalismo que el filósofo Slavoj Zizek anticipó como una oportunidad para reinventar a la sociedad.

Ahí entra la teoría del académico y financiero Nassim Nicholas Taleb, que sólo necesitó un ave negra para demostrar el alto costo de la ignorancia. En su libro-metáfora El Cisne Negro y el impacto de lo altamente improbable (2007), describe que los británicos aseguraban que sólo existían cisnes blancos; al descubrir cisnes de plumaje negro en Australia, constataron cuán errónea era su idea del mundo del siglo XVII.

A partir de ello, Taleb elaboró su teoría de lo excepcional con estas premisas: siempre se presenta un suceso sorpresivo y raro, aunque se crea que es improbable porque no figura en las expectativas cotidianas. Ese evento genera gran impacto político y socio-económico y tras su aparición, se intenta racionalizar como algo explicable, esperado y obvio.

En todos los ámbitos de nuestra vida hay Cisnes Negros. Estos han sido los más significativos en 50 años: la desintegración de la Unión Soviética; el salto de China del medioevo a perfilarse como rival de Estados Unidos en tecnología 5G; la guerra global contra el terrorismo, la crisis financiera del 2008, el primer gobierno de izquierda en México y las relaciones diplomáticas entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, etc.. Todos influyen en el tablero mundial y no se anticiparon.

No obstante, el filósofo jesuita Teilhard de Chardin afirmó que todos los acontecimientos venideros proyectan su sombra por anticipado. Así que, para esbozar el futuro y reducir los sesgos psicológicos que alientan la incertidumbre, se recurre a la prospectiva.

Esa herramienta de estrategas y geopolitólogos evita la inútil secreción masiva de adrenalina porque permite el conocimiento y una visión de futuro. Con ese pensamiento estratégico los Estados exitosos evalúan tendencias en seguridad, economía y desarrollo. Así es como evitan catástrofes y conflictos – aunque sus servicios de inteligencia no sean infalibles, como demostró el 11-S -.

John F. Kennedy y François Mitterrand usaron la prospectiva para determinar factores y fuerzas de influencia mundial, descubrir posibles escenarios en el juego de actores internacionales, procesos de transición e innovaciones técnicas, apunta el economista Fernando González Laxe.

Sin embargo, en un futuro inasible siempre es probable lo inesperado. Una sociedad estimulada en pensamiento prospectivo, reaccionará de forma constructiva y creativa ante crisis y novedades locas. Por ello es imprescindible repensar los actuales sistemas educativos, de salud y política para apropiarse de las ventajas tecno-científicas del siglo.

No hacerlo abrirá la puerta a un escenario indeseable: que se imponga la ley y el orden y se abandone la idea de un mundo mejor. Y es que, como previno Gilles Deleuze: en situaciones de crisis generalizada como la compleja era COVID19, las sociedades de control reemplazan a las sociedades disciplinarias.

En México urge que politólogos, estrategas económico-financieros y expertos en prospectiva enfoquen su atención a la geopolítica del futuro. Cuando asoman promesas multidimensionales a estas alturas del siglo XXI, no se puede tener mentalidad de principios del siglo XX.Las novedades locas son: la tormenta perfecta por el desajuste entre oferta y demanda de semi-conductores; le sigue la aparición de los electro-estados, donde el hidrógeno verde será actor clave. A la vez, se anuncia que el mundo virtual sustituirá al mundo real, que la economía ya no tendrá nacionalidad y la tecnología será una variable determinante. Entretanto, está en marcha la geoingeniería, esa intervención a gran escala en el sistema climático para combatir el calentamiento global.

Cisnes negros del futuro próximo son: la escasez de materias primas, la manipulación de los metadatos - que presagia la expropiación del derecho de la sociedad a controlar el sistema, como advierte Patrick Armstrong de la Strategic Culture Foundation -.

En seguridad, se recurrirá más a la estrategia del Síndrome de Sherwood, donde los cuerpos policiales más represivos buscan la confrontación para justificar la represión y crear el mayor daño posible a la imagen y demandas de los manifestantes.

A la vez, sociolingüistas alertan del extenso uso de un lenguaje cada vez más crudo y el abandono de la narrativa tradicional por un lenguaje binario, al servicio de la negación de la verdad. Es, como apunta el filósofo Byung-Chul Han: “Corremos detrás de la información sin alcanzar un saber.

En síntesis, el futuro anuncia un cambio de paradigma.

*Nydia Egremy, integrante del CASEDE, periodista de investigación y experta en geopolítica.