/ lunes 2 de agosto de 2021

De la esperanza económica al golpe de la pandemia

Hace poco más de una década, los clubes de países como BRICS y MINST se consideraban bloques político-económicos listos para convertirse en potencias regionales por el tamaño de su mercado, su población y sus expectativas de crecimiento. Hoy, esa idea se ha desvanecido por completo para casi todos sus participantes y todo parece indicar que el último clavo en ese ataúd lo pondrá la actual pandemia de COVID-19.

Si bien se trata de una situación multifactorial, podemos ver tres elementos principales: la violencia en incremento, el deterioro de la clase media (y su consiguiente impacto en el crecimiento de la pobreza) y un cambio político radical que usualmente rompe con modelos e instituciones precedentes.

Sobre éste último punto, es muy importante aclarar que ver la situación política en términos de izquierda y derecha, es insuficiente actualmente; necesitamos entender que el autoritarismo político viene desde todas las corrientes y que los enraizados sistemas burocráticos tienen deficiencias que, aunque hoy son más evidentes, tienen más de 20 años existiendo.

De los miembros de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), sólo Rusia y China mantienen y aumentan su liderazgo global, que no necesariamente está dentro de una estrategia regional, sino que es parte de sus objetivos estatales desde hace mucho tiempo. Brasil e India, con altos índices de mortandad por la pandemia, el primero con un gobierno autoritario a favor del libre mercado y el segundo concentrado en el crecimiento del PIB, al costo social que sea. Sudáfrica, atravesando una profunda crisis política con llamados a la insurrección incluidos.

De los países que conformaron el MINST (México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y al que luego se sumó Nigeria), solo Corea del Sur se ha mantenido en el juego, impulsado por los planes estatales con los que ha sido consistente desde los años 80; mientras que México y Turquía, han tomado decisiones políticas que rompieron con sus antecesores, además de enfrentar altos niveles de violencia, aunque por causas muy distintas, mientras que en México es por el crimen organizado, en Turquía es por intentos de golpe de estado asociados al terrorismo.

En todos los casos, hay algo en común: un profundo problema económico que está generando más pobreza y reduce las posibilidades de crecimiento y bienestar, haciendo que los países que competían por ser potencias emergentes, hoy luchen por no convertirse en países de bajo ingreso. En el contexto de la pandemia, el acceso a vacunas (por no hablar de la capacidad para formular y producir las propias), es hoy la principal brecha que está separando a los países y que probablemente sea un indicador esencial en las expectativas de recuperación, incluido México.

Es relevante hablar de esto porque la mayoría de los países en esos clubes pertenecen a América Latina, África y Asia, donde se concentran problemas complejos para la humanidad como el hambre, la mortandad materno-infantil, la desestabilidad económica, alta presencia criminal y pobreza, por mencionar algunos. Es decir, estamos viendo síntomas de problemas más profundos, que solo se exacerban con la creciente ola de gobiernos autoritarios, concentrados en romper con el pasado pero incapaces de resolver problemas presentes.


Hace poco más de una década, los clubes de países como BRICS y MINST se consideraban bloques político-económicos listos para convertirse en potencias regionales por el tamaño de su mercado, su población y sus expectativas de crecimiento. Hoy, esa idea se ha desvanecido por completo para casi todos sus participantes y todo parece indicar que el último clavo en ese ataúd lo pondrá la actual pandemia de COVID-19.

Si bien se trata de una situación multifactorial, podemos ver tres elementos principales: la violencia en incremento, el deterioro de la clase media (y su consiguiente impacto en el crecimiento de la pobreza) y un cambio político radical que usualmente rompe con modelos e instituciones precedentes.

Sobre éste último punto, es muy importante aclarar que ver la situación política en términos de izquierda y derecha, es insuficiente actualmente; necesitamos entender que el autoritarismo político viene desde todas las corrientes y que los enraizados sistemas burocráticos tienen deficiencias que, aunque hoy son más evidentes, tienen más de 20 años existiendo.

De los miembros de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), sólo Rusia y China mantienen y aumentan su liderazgo global, que no necesariamente está dentro de una estrategia regional, sino que es parte de sus objetivos estatales desde hace mucho tiempo. Brasil e India, con altos índices de mortandad por la pandemia, el primero con un gobierno autoritario a favor del libre mercado y el segundo concentrado en el crecimiento del PIB, al costo social que sea. Sudáfrica, atravesando una profunda crisis política con llamados a la insurrección incluidos.

De los países que conformaron el MINST (México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y al que luego se sumó Nigeria), solo Corea del Sur se ha mantenido en el juego, impulsado por los planes estatales con los que ha sido consistente desde los años 80; mientras que México y Turquía, han tomado decisiones políticas que rompieron con sus antecesores, además de enfrentar altos niveles de violencia, aunque por causas muy distintas, mientras que en México es por el crimen organizado, en Turquía es por intentos de golpe de estado asociados al terrorismo.

En todos los casos, hay algo en común: un profundo problema económico que está generando más pobreza y reduce las posibilidades de crecimiento y bienestar, haciendo que los países que competían por ser potencias emergentes, hoy luchen por no convertirse en países de bajo ingreso. En el contexto de la pandemia, el acceso a vacunas (por no hablar de la capacidad para formular y producir las propias), es hoy la principal brecha que está separando a los países y que probablemente sea un indicador esencial en las expectativas de recuperación, incluido México.

Es relevante hablar de esto porque la mayoría de los países en esos clubes pertenecen a América Latina, África y Asia, donde se concentran problemas complejos para la humanidad como el hambre, la mortandad materno-infantil, la desestabilidad económica, alta presencia criminal y pobreza, por mencionar algunos. Es decir, estamos viendo síntomas de problemas más profundos, que solo se exacerban con la creciente ola de gobiernos autoritarios, concentrados en romper con el pasado pero incapaces de resolver problemas presentes.