/ viernes 8 de mayo de 2020

De la pandemia y otros males

Por: Maite Santos

Mientras que la violencia ha disminuido en otros países alrededor del mundo debido a la crisis sanitaria, la contingencia en México, no ha logrado detener la violencia del país. Este 2020, México atraviesa el mayor número de homicidios dolosos del sexenio de López Obrador, pues se ha estimado que mientras marzo ha sido el mes más violento desde su llegada al poder, abril se encuentra sólo unas cifras por debajo del mismo.

Según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), en el mes de abril se registraron en promedio 83 asesinatos diarios. Asimismo, el lunes 20 de abril, fue reconocido como el día más violento del año con 114 asesinatos, terminando el mes con 2,492 víctimas. Además, la pandemia ha generado que actores no estatales adquieran popularidad y legitimidad (Muhech, 2020). Como ejemplo, a falta de apoyo del gobierno, grupos criminales en México han repartido despensas a personas de escasos recursos ante la contingencia, convirtiéndose en autoridades de facto para contener el virus.

Paradójicamente, mientras la pandemia ha implicado el aislamiento de una buena parte de la población y la restricción de actividades, no se ha visto una reducción en las cifras de delitos violentos. Esto se puede explicar por varias razones. Por una parte, las medidas de confinamiento en el país no han sido estrictas. Las personas que pueden quedarse en casa son un segmento menor de la población que se podría argumentar, es el menos expuesto a este tipo de crímenes. A su vez, el confinamiento también nos ha mostrado una realidad que tiende a ser ignorada, pues según datos de la SSPC, desde que irrumpió el coronavirus hasta la segunda semana de abril, 367 mujeres habían sido asesinadas, mientras que las muertes de mujeres por coronavirus en esa fecha, sumaban 100 según la Secretaría de Salud.

Es evidente que el gobierno no ha respondido a la situación de violencia del país con una estrategia clara. En una muy desafortunada decisión y como muestra de falta de prioridad en materia de seguridad, se ha autorizado que se utilicen los recursos del fondo anticrimen para la compra de insumos sanitarios, mientras que el presupuesto para el Tren Maya, Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, se ha mantenido. Esto, aun cuando se invierte únicamente el 0.7% del PIB en seguridad (IEP, 2020).

México enfrenta un problema grave más allá de la crisis sanitaria. Enfrenta un problema de violencia; de ausencia de autoridad. Para no seguir hundidos en una inestabilidad social sin precedentes, es imperativo que el gobierno no anteponga sus intereses frente a las verdaderas necesidades de la población.


Twitter: @SMaite96

Por: Maite Santos

Mientras que la violencia ha disminuido en otros países alrededor del mundo debido a la crisis sanitaria, la contingencia en México, no ha logrado detener la violencia del país. Este 2020, México atraviesa el mayor número de homicidios dolosos del sexenio de López Obrador, pues se ha estimado que mientras marzo ha sido el mes más violento desde su llegada al poder, abril se encuentra sólo unas cifras por debajo del mismo.

Según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), en el mes de abril se registraron en promedio 83 asesinatos diarios. Asimismo, el lunes 20 de abril, fue reconocido como el día más violento del año con 114 asesinatos, terminando el mes con 2,492 víctimas. Además, la pandemia ha generado que actores no estatales adquieran popularidad y legitimidad (Muhech, 2020). Como ejemplo, a falta de apoyo del gobierno, grupos criminales en México han repartido despensas a personas de escasos recursos ante la contingencia, convirtiéndose en autoridades de facto para contener el virus.

Paradójicamente, mientras la pandemia ha implicado el aislamiento de una buena parte de la población y la restricción de actividades, no se ha visto una reducción en las cifras de delitos violentos. Esto se puede explicar por varias razones. Por una parte, las medidas de confinamiento en el país no han sido estrictas. Las personas que pueden quedarse en casa son un segmento menor de la población que se podría argumentar, es el menos expuesto a este tipo de crímenes. A su vez, el confinamiento también nos ha mostrado una realidad que tiende a ser ignorada, pues según datos de la SSPC, desde que irrumpió el coronavirus hasta la segunda semana de abril, 367 mujeres habían sido asesinadas, mientras que las muertes de mujeres por coronavirus en esa fecha, sumaban 100 según la Secretaría de Salud.

Es evidente que el gobierno no ha respondido a la situación de violencia del país con una estrategia clara. En una muy desafortunada decisión y como muestra de falta de prioridad en materia de seguridad, se ha autorizado que se utilicen los recursos del fondo anticrimen para la compra de insumos sanitarios, mientras que el presupuesto para el Tren Maya, Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, se ha mantenido. Esto, aun cuando se invierte únicamente el 0.7% del PIB en seguridad (IEP, 2020).

México enfrenta un problema grave más allá de la crisis sanitaria. Enfrenta un problema de violencia; de ausencia de autoridad. Para no seguir hundidos en una inestabilidad social sin precedentes, es imperativo que el gobierno no anteponga sus intereses frente a las verdaderas necesidades de la población.


Twitter: @SMaite96