/ sábado 18 de marzo de 2023

De la pluma de Miguel Reyes Razo | La vida en la redacción

Por Miguel Reyes Razo

"¿Qué tal andas en Ortografía? - se intereso mi inolvidable Maestro, Luis Spota.

"Muy bien, señor. Desde la primaria...-empecé a responder

"¿Lees con buena velocidad? - amplió.

"Sí, Maestro; sí -devolví intrigado.

"Pues entonces ya tienes "chamba", maestro -resumió triunfal. "Te la conseguí de "Corrector de Estilo!. ¿Le entras?

"Desde luego que sí"- contesté.

"¿Sabes de qué se trata, maestro?- sondeó Spota.

"Pues, no. Nunca escuché hablar de esa profesión, Maestro.

"Es muy sencillo -simplificó el reportero-escritor. Se trata de leer las cuartillas de los reporteros. Cuidas que esté bien puntuada. Que no se "empastelen" las palabras. Que...Bueno ya hablé con los Alarcón. Oscarito dijo que eres uno de mis intelectuales y me negó la posibilidad de que entraras a la redacción. "Que haga méritos", determino. Si te interesa el puesto comienzas hoy. Te va a ir bien. Vas a ver.

Era diciembre de 1967. Desde principios de octubre me la pasaba en "El Heraldo de México". Entonces hice sólida amistad con Héctor Anaya. Atendí sus consejos. En la plática califiqué de "refractario" el comportamiento de un individui. DE inmediato Héctor me corrigió: "reticente" es más adecuado. No lo olvidé.

René Rebetez era un asiduo visitante de la oficina del escritor Luis Spota. Dirigía el Suplemento Cultural del diario. Charlaba con Alexandro Jodorowsky. Aguantaba a José de la Colina. Consentía a José Antonio Alcaraz. Entraba con López Moctezuma al mundo del jazz. Llegaba Ignacio Solares, ofrecía sus cuentos. Aparecía Gustavo Sainz. Se alejó Huberto Batis. Hizo gran agujero en la Sección de Libros.

"Yo le dije a Spota que no sabe escribir. Se enojó. Y me fuí -me contó Batis después.

Aquel día de diciembre me presenté en el Departamento de Corrección del periódico. Habitación encristalada.. Frontera entre la Redacción y el de la ATF. Dos decenas de mecanógrafas copiaban las cuartillas que -ya bien corregidas- se convertían en largas tiras como fotografias. Así se iban a los "esquemas". Volvían a las corrección. Un antiguo conocido Don Agustín Allard era responsable de la edición. Enlace con los talleres. Departamento de Fotomecánica. "Grillo", apodaban los obreros a Joaquín Menéndez. En rigor su fama en el montaje y funcionamiento de las gigantescas rotativas era única. Viajaba a Alemania a ponerse al tanto de las carísimas máquinas.

Guillermo Brito era el Jefe de Corrección. Rango que empleaba para enmudecer. Según su humor correspondía al saludo. Urgía:

"Hay "hueso".

Cuartillas que se acumulaban. Lo que remitían los reporteros era llamado "hueso". "Hueso" también se llamaba al personaje que las trasladaba de un punto a otro. De la sección ATF a la de Formación. Feudo de los hermanos Solórzano. Formados en Excélsior allí conocieron a Luis Spota. Cuando los Alarcón fundaron "El Heraldo ...se

Emplearon de inmediato. Los tres hermanos Solórzano honraban la cinfianza que les tuvo Luis Spota.

Guillermo Brito me entregó una pluma fuente de color negro. Cargada con tinta negra. Una fina "Esterbrook". Ese día conocí a Sergio de Ávila. Un joven estudiante en una Escuela Vocacional del Politénico Nacional. Sergio conocía muy bien -dominaba- la "corrección de estilo". "Trabajé an la editorial de la Universidad Autónoma de San Luis. Mi tío Jesús Medina Romero - Cronista de San Luis Potosí, Poeta, Diputado Federal, muy amigo de Gonzalo N. Santos me recomendó", contó. Más tarde conocí su parentesco con el famoso político Fausto Zapata Loredo. Eran primos. Desde entonces somos magníficos amigos.

Las paredes encristaladas permitían observar la vida en la redacción. Todas las tardes, alrededor de las cinco, Don Gabriel Alarcón Chargoy -dueño del periódico- recorría paso a paso la amplia sala y se acomodaba junto al escritorio del Jefe de Redacción, Don Daniel Cadena. Don Gabriel -a quien todos sus cercanos llamaban "Don Ga"- no tenía ahí su escritorio. Tan solo una butaca idéntica a las miles que instaló en su imperio cinematográfico. "Cadena de Oro". Disfrutaba la fama de su posesión. Las salas de cine del país. Millonariazo. Socio de Don Manuel Espinosa Yglesias banquero en ascenso. Sería dueño de Banco de Comercio. Don Ga, tenía la amistad del político poblano Gustavo Díaz Ordaz. Con su aliento y los millones Alarcón nació y creció y fue negocio redondo "El Heraldo de México".

Sentado en su butaca cinematográfica Don Gabriel Alarcón Chargoy se hacia llegar las columnas que se publicarían al día siguiente. "Picaporte " de Luis Spota. "Ensalada Popoff· de Agustín Barrios Gómez. "La Columna" de Raúl Velasco. Y revisaba la nota de Presidencia de la República. Sugería a Olga Moreno lo que publicaría domingo a domingo en su columna pol´tica "De Norte a sur uy del Golfo al Pacífico". La señora Olga Moreno se ufanaba de haber formado parte del equipo de Carlos Denegri. Como Manuel Mejido y Alejandro Ortíz Reza.

"Al ojo del amo...Dinero llama a dinero...-decía Don Gabriel Alarcón quien años atrás sufrió -pasó la "pena negra"- al atribuírsele la autoría intelectual del asesinato del líder cinematografista Alfonso Mascarúa Alonso. "No se "vendió". No lo tentó la lana que le ofreció Alarcón. El millonario contrató a los que lo asesinaron a la puerta de su casa. "El México" apodaban a uno de os gatilleros. Los caricaturistas de la época pinzaron a Don Gabriel Alarcón. Alguno planteó; ¿Cadena de Oro? ¡Cadena perpetua!". Lleno de alcohol el reportero Guillermo Pérez Verduzco oyó que Alarcón le despreciara: "Borracho" y le devolvió : "Asesino". Al instante fue echado del periódico.

"Es un hombre enfermo este Guillermo Pérez Verduzco"- se compadecía Jacobo Zabludovsky quien lo empleó en su informartivo "24 HORAS".

"Falta mucho. Agarra la botella y no la suelta hasta acabar en el hospital Dalinde. Debería correrlo, jefe -aconsejaban al famoso conductor de televisión.

"Imposible. Si lo corro, lo mato. Acabo con él. Yo no soy asesino. Es un enfermo"-devolvía Jacobo .

Los hijos de Don Ga, Gabriel y Óscar ocupaban importantes cargos en el cotidiano. Introducían un nuevo negocio. Tarjeta Diner's. Gabriel -a quien todos llamaban Gabrielito- aspiraba a poseer un canal de televisión. Óscar -fornido, muy atlético- era alumno del ITAM. Entonces en la avenida Marina Nacional. Öscar se preparaba para manejar los negocios paternos. Mientras, intervenía en la confección del novedoso .muy exitoso. "El Heraldo de México"

C. O. N. T. I. N. U. A. R. Ä. C. O. N. T. I. N. U. A. R. Ä


Por Miguel Reyes Razo

"¿Qué tal andas en Ortografía? - se intereso mi inolvidable Maestro, Luis Spota.

"Muy bien, señor. Desde la primaria...-empecé a responder

"¿Lees con buena velocidad? - amplió.

"Sí, Maestro; sí -devolví intrigado.

"Pues entonces ya tienes "chamba", maestro -resumió triunfal. "Te la conseguí de "Corrector de Estilo!. ¿Le entras?

"Desde luego que sí"- contesté.

"¿Sabes de qué se trata, maestro?- sondeó Spota.

"Pues, no. Nunca escuché hablar de esa profesión, Maestro.

"Es muy sencillo -simplificó el reportero-escritor. Se trata de leer las cuartillas de los reporteros. Cuidas que esté bien puntuada. Que no se "empastelen" las palabras. Que...Bueno ya hablé con los Alarcón. Oscarito dijo que eres uno de mis intelectuales y me negó la posibilidad de que entraras a la redacción. "Que haga méritos", determino. Si te interesa el puesto comienzas hoy. Te va a ir bien. Vas a ver.

Era diciembre de 1967. Desde principios de octubre me la pasaba en "El Heraldo de México". Entonces hice sólida amistad con Héctor Anaya. Atendí sus consejos. En la plática califiqué de "refractario" el comportamiento de un individui. DE inmediato Héctor me corrigió: "reticente" es más adecuado. No lo olvidé.

René Rebetez era un asiduo visitante de la oficina del escritor Luis Spota. Dirigía el Suplemento Cultural del diario. Charlaba con Alexandro Jodorowsky. Aguantaba a José de la Colina. Consentía a José Antonio Alcaraz. Entraba con López Moctezuma al mundo del jazz. Llegaba Ignacio Solares, ofrecía sus cuentos. Aparecía Gustavo Sainz. Se alejó Huberto Batis. Hizo gran agujero en la Sección de Libros.

"Yo le dije a Spota que no sabe escribir. Se enojó. Y me fuí -me contó Batis después.

Aquel día de diciembre me presenté en el Departamento de Corrección del periódico. Habitación encristalada.. Frontera entre la Redacción y el de la ATF. Dos decenas de mecanógrafas copiaban las cuartillas que -ya bien corregidas- se convertían en largas tiras como fotografias. Así se iban a los "esquemas". Volvían a las corrección. Un antiguo conocido Don Agustín Allard era responsable de la edición. Enlace con los talleres. Departamento de Fotomecánica. "Grillo", apodaban los obreros a Joaquín Menéndez. En rigor su fama en el montaje y funcionamiento de las gigantescas rotativas era única. Viajaba a Alemania a ponerse al tanto de las carísimas máquinas.

Guillermo Brito era el Jefe de Corrección. Rango que empleaba para enmudecer. Según su humor correspondía al saludo. Urgía:

"Hay "hueso".

Cuartillas que se acumulaban. Lo que remitían los reporteros era llamado "hueso". "Hueso" también se llamaba al personaje que las trasladaba de un punto a otro. De la sección ATF a la de Formación. Feudo de los hermanos Solórzano. Formados en Excélsior allí conocieron a Luis Spota. Cuando los Alarcón fundaron "El Heraldo ...se

Emplearon de inmediato. Los tres hermanos Solórzano honraban la cinfianza que les tuvo Luis Spota.

Guillermo Brito me entregó una pluma fuente de color negro. Cargada con tinta negra. Una fina "Esterbrook". Ese día conocí a Sergio de Ávila. Un joven estudiante en una Escuela Vocacional del Politénico Nacional. Sergio conocía muy bien -dominaba- la "corrección de estilo". "Trabajé an la editorial de la Universidad Autónoma de San Luis. Mi tío Jesús Medina Romero - Cronista de San Luis Potosí, Poeta, Diputado Federal, muy amigo de Gonzalo N. Santos me recomendó", contó. Más tarde conocí su parentesco con el famoso político Fausto Zapata Loredo. Eran primos. Desde entonces somos magníficos amigos.

Las paredes encristaladas permitían observar la vida en la redacción. Todas las tardes, alrededor de las cinco, Don Gabriel Alarcón Chargoy -dueño del periódico- recorría paso a paso la amplia sala y se acomodaba junto al escritorio del Jefe de Redacción, Don Daniel Cadena. Don Gabriel -a quien todos sus cercanos llamaban "Don Ga"- no tenía ahí su escritorio. Tan solo una butaca idéntica a las miles que instaló en su imperio cinematográfico. "Cadena de Oro". Disfrutaba la fama de su posesión. Las salas de cine del país. Millonariazo. Socio de Don Manuel Espinosa Yglesias banquero en ascenso. Sería dueño de Banco de Comercio. Don Ga, tenía la amistad del político poblano Gustavo Díaz Ordaz. Con su aliento y los millones Alarcón nació y creció y fue negocio redondo "El Heraldo de México".

Sentado en su butaca cinematográfica Don Gabriel Alarcón Chargoy se hacia llegar las columnas que se publicarían al día siguiente. "Picaporte " de Luis Spota. "Ensalada Popoff· de Agustín Barrios Gómez. "La Columna" de Raúl Velasco. Y revisaba la nota de Presidencia de la República. Sugería a Olga Moreno lo que publicaría domingo a domingo en su columna pol´tica "De Norte a sur uy del Golfo al Pacífico". La señora Olga Moreno se ufanaba de haber formado parte del equipo de Carlos Denegri. Como Manuel Mejido y Alejandro Ortíz Reza.

"Al ojo del amo...Dinero llama a dinero...-decía Don Gabriel Alarcón quien años atrás sufrió -pasó la "pena negra"- al atribuírsele la autoría intelectual del asesinato del líder cinematografista Alfonso Mascarúa Alonso. "No se "vendió". No lo tentó la lana que le ofreció Alarcón. El millonario contrató a los que lo asesinaron a la puerta de su casa. "El México" apodaban a uno de os gatilleros. Los caricaturistas de la época pinzaron a Don Gabriel Alarcón. Alguno planteó; ¿Cadena de Oro? ¡Cadena perpetua!". Lleno de alcohol el reportero Guillermo Pérez Verduzco oyó que Alarcón le despreciara: "Borracho" y le devolvió : "Asesino". Al instante fue echado del periódico.

"Es un hombre enfermo este Guillermo Pérez Verduzco"- se compadecía Jacobo Zabludovsky quien lo empleó en su informartivo "24 HORAS".

"Falta mucho. Agarra la botella y no la suelta hasta acabar en el hospital Dalinde. Debería correrlo, jefe -aconsejaban al famoso conductor de televisión.

"Imposible. Si lo corro, lo mato. Acabo con él. Yo no soy asesino. Es un enfermo"-devolvía Jacobo .

Los hijos de Don Ga, Gabriel y Óscar ocupaban importantes cargos en el cotidiano. Introducían un nuevo negocio. Tarjeta Diner's. Gabriel -a quien todos llamaban Gabrielito- aspiraba a poseer un canal de televisión. Óscar -fornido, muy atlético- era alumno del ITAM. Entonces en la avenida Marina Nacional. Öscar se preparaba para manejar los negocios paternos. Mientras, intervenía en la confección del novedoso .muy exitoso. "El Heraldo de México"

C. O. N. T. I. N. U. A. R. Ä. C. O. N. T. I. N. U. A. R. Ä