/ domingo 15 de julio de 2018

De la responsabilidad del escritor (I)

La libertad significa responsabilidad.

Por eso la mayoría de hombres la temen.

George Bernard Shaw


En una sociedad se dan cita y coexisten muchos compromisos trascendentales. Uno de ellos es el compromiso de los autores y, particularmente, de quienes dan vida a la literatura, sea ésta de ficción o no.

Jean Paul Sartre, hacia 1948, escribió un ensayo notable que causó gran impacto entre los escritores de su tiempo y las generaciones que le sucedieron. Su título: “¿Qué es la literatura?”. Un manifiesto sobre el papel que juega el autor para hacer posible la función social de dicho arte. Sartre no concibe que se pueda escribir y no decir nada, porque de hacerlo, se evidenciaría que hay una crisis en las letras. De ahí un punto indisoluble de contacto entre su visión del arte literario con la crítica de fuentes propia de la historia científica, en la medida que el escritor, “haga lo que haga… está marcado, comprometido” con su época porque ella “está hecha para él y él está hecho para ella”, como lo están cada una de sus palabras y de sus silencios. Por eso cuestionará la indiferencia de Balzac frente a los sucesos de 1848 -pese a la radiografía que hizo de su sociedad en la Comedia humana- y la incomprensión de Flaubert frente a la Comuna, considerándolos responsables de la represión subsecuente por no haber escrito “una sola palabra para impedirla” y, en cambio, “medir” su responsabilidad como escritores. Desdeñaron, decía, la posibilidad de escribir para la posteridad y así se dejaron “robar sus vidas por la inmortalidad”. En cambio, Sartre se sentía orgulloso al proclamar: “nosotros escribimos para nuestros contemporáneos… nuestra intención es contribuir a que se produzcan ciertos cambios en la sociedad que nos rodea”.

Roland Barthes, influenciado por el poeta maldito Mallarmé -aquél de quien José Lezama Lima anunció sería leído por los dioses- y su idea de que quien habla es el lenguaje, no el autor, considera que a través de una obra el autor no hace sino proyectar la cultura que le rodea y al hacerlo desaparece y muere, dando paso a que el lector intervenga como agente reconstructor de la obra, ya que la escritura, “lugar neutro, compuesto, oblicuo, es la destrucción de toda voz, de todo origen”. Argumento cercano tanto a Bertold Brecht, quien en todo momento recomendó realizar un siempre necesario alejamiento del autor para acceder libremente a su obra y así tener la posibilidad de visualizarla desde distintas perspectivas, como a Michel Foucault, cuando expuso su disertación “¿Qué es un autor?”. Ensayo de análisis que elaboró sobre el creador, en el que parte a su vez de la idea un tanto despectiva de Samuel Beckett: “¿qué importa quién habla?”, conduciéndonos por todo un periplo de reflexiones hasta concluir insistiendo, mallarmísticamente, que es un hecho el vínculo entre escritura y muerte, porque el autor no es sino una producción ideológica, una representación invertida de su función histórica real, porque lo importante es la obra, no quién habla. Idea que recogerá Umberto Eco y con la que definirá al autor como una mera estrategia o función dentro del texto.

No cabe duda, el tema es por demás complejo y más aristas adquiere conforme se profundiza en él. Por un lado, abundan las reflexiones filosóficas y artísticas, predominantemente literarias, en torno al fenómeno de lo que es la literatura, el autor, la obra y el recipiendario. Por otro, las relativas a su función social: literatura comprometida con la causa política o esteticismo puro que niega todo compromiso distinto al arte.

Julio Cortázar calificará a la literatura como un producto sociocultural consciente, emanada de la experiencia vivida: se escribe lo que la invención, fantasía y libertad creadora inspira “con la más entera independencia temática”, pero también con plena “responsabilidad histórica”. Y al ser introducido este nuevo elemento, el de la responsabilidad, recuerdo que un día se me preguntó: ¿puede ser el autor responsable, no solo moral sino también jurídicamente, de lo que detone la lectura de su obra en un lector? Afirmé sin dudar. La hay, porque creo firmemente que existe una altísima responsabilidad en todo creador y, en particular, en el escritor, sea de la naturaleza que sea lo que trate. Toda idea materializada que ha salido de la mente creadora, al ser conocida por un receptor, se convierte en mensaje. En ese instante el círculo se ha cerrado. La comunicación está dada. La cuestión es qué hará éste al acoger la idea, porque desde el momento mismo en que lo hace suyo, se convierte en objeto de su propia interpretación, siendo allí el punto de nacimiento y convergencia entre dos responsabilidades. Una, la del autor-escritor, otra, la del lector-intérprete-recreador de la obra, solo que no hay un lector absoluto, sino un universo potencial de estos.

En consecuencia, todo escritor es responsable de lo que escribe, como lo es cada uno de los lectores de lo que lee y de lo que hace con ello. Historia y política, arte y derecho así lo comprueban, como lo veremos.


betttyzanolli@gmail.com @BettyZanolli


La libertad significa responsabilidad.

Por eso la mayoría de hombres la temen.

George Bernard Shaw


En una sociedad se dan cita y coexisten muchos compromisos trascendentales. Uno de ellos es el compromiso de los autores y, particularmente, de quienes dan vida a la literatura, sea ésta de ficción o no.

Jean Paul Sartre, hacia 1948, escribió un ensayo notable que causó gran impacto entre los escritores de su tiempo y las generaciones que le sucedieron. Su título: “¿Qué es la literatura?”. Un manifiesto sobre el papel que juega el autor para hacer posible la función social de dicho arte. Sartre no concibe que se pueda escribir y no decir nada, porque de hacerlo, se evidenciaría que hay una crisis en las letras. De ahí un punto indisoluble de contacto entre su visión del arte literario con la crítica de fuentes propia de la historia científica, en la medida que el escritor, “haga lo que haga… está marcado, comprometido” con su época porque ella “está hecha para él y él está hecho para ella”, como lo están cada una de sus palabras y de sus silencios. Por eso cuestionará la indiferencia de Balzac frente a los sucesos de 1848 -pese a la radiografía que hizo de su sociedad en la Comedia humana- y la incomprensión de Flaubert frente a la Comuna, considerándolos responsables de la represión subsecuente por no haber escrito “una sola palabra para impedirla” y, en cambio, “medir” su responsabilidad como escritores. Desdeñaron, decía, la posibilidad de escribir para la posteridad y así se dejaron “robar sus vidas por la inmortalidad”. En cambio, Sartre se sentía orgulloso al proclamar: “nosotros escribimos para nuestros contemporáneos… nuestra intención es contribuir a que se produzcan ciertos cambios en la sociedad que nos rodea”.

Roland Barthes, influenciado por el poeta maldito Mallarmé -aquél de quien José Lezama Lima anunció sería leído por los dioses- y su idea de que quien habla es el lenguaje, no el autor, considera que a través de una obra el autor no hace sino proyectar la cultura que le rodea y al hacerlo desaparece y muere, dando paso a que el lector intervenga como agente reconstructor de la obra, ya que la escritura, “lugar neutro, compuesto, oblicuo, es la destrucción de toda voz, de todo origen”. Argumento cercano tanto a Bertold Brecht, quien en todo momento recomendó realizar un siempre necesario alejamiento del autor para acceder libremente a su obra y así tener la posibilidad de visualizarla desde distintas perspectivas, como a Michel Foucault, cuando expuso su disertación “¿Qué es un autor?”. Ensayo de análisis que elaboró sobre el creador, en el que parte a su vez de la idea un tanto despectiva de Samuel Beckett: “¿qué importa quién habla?”, conduciéndonos por todo un periplo de reflexiones hasta concluir insistiendo, mallarmísticamente, que es un hecho el vínculo entre escritura y muerte, porque el autor no es sino una producción ideológica, una representación invertida de su función histórica real, porque lo importante es la obra, no quién habla. Idea que recogerá Umberto Eco y con la que definirá al autor como una mera estrategia o función dentro del texto.

No cabe duda, el tema es por demás complejo y más aristas adquiere conforme se profundiza en él. Por un lado, abundan las reflexiones filosóficas y artísticas, predominantemente literarias, en torno al fenómeno de lo que es la literatura, el autor, la obra y el recipiendario. Por otro, las relativas a su función social: literatura comprometida con la causa política o esteticismo puro que niega todo compromiso distinto al arte.

Julio Cortázar calificará a la literatura como un producto sociocultural consciente, emanada de la experiencia vivida: se escribe lo que la invención, fantasía y libertad creadora inspira “con la más entera independencia temática”, pero también con plena “responsabilidad histórica”. Y al ser introducido este nuevo elemento, el de la responsabilidad, recuerdo que un día se me preguntó: ¿puede ser el autor responsable, no solo moral sino también jurídicamente, de lo que detone la lectura de su obra en un lector? Afirmé sin dudar. La hay, porque creo firmemente que existe una altísima responsabilidad en todo creador y, en particular, en el escritor, sea de la naturaleza que sea lo que trate. Toda idea materializada que ha salido de la mente creadora, al ser conocida por un receptor, se convierte en mensaje. En ese instante el círculo se ha cerrado. La comunicación está dada. La cuestión es qué hará éste al acoger la idea, porque desde el momento mismo en que lo hace suyo, se convierte en objeto de su propia interpretación, siendo allí el punto de nacimiento y convergencia entre dos responsabilidades. Una, la del autor-escritor, otra, la del lector-intérprete-recreador de la obra, solo que no hay un lector absoluto, sino un universo potencial de estos.

En consecuencia, todo escritor es responsable de lo que escribe, como lo es cada uno de los lectores de lo que lee y de lo que hace con ello. Historia y política, arte y derecho así lo comprueban, como lo veremos.


betttyzanolli@gmail.com @BettyZanolli