/ miércoles 3 de abril de 2019

De migrantes y animales

La crisis migratoria existe y alcanza graves proporciones. La exigencia de ingreso a Estados Unidos por los cincuenta y cuatro puntos de cruce llega en el mes de marzo a cerca de cien mil demandantes no sólo de Centroamérica sino de otros países lejanos. En Tijuana se registró un motín de migrantes dentro de la angustiosa espera por la visa norteamericana.

Estados Unidos incrementa el número de agentes que se suman a la patrulla fronteriza para impedir los cruces ilegales que van en aumento. La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, advierte el inminente arribo de nuevas caravanas por nuestra frontera sur, a cuyos integrantes se ofrece dar seguridad y visas humanitarias para regularizar su estancia en el país. México se sitúa en una doble crisis entre sus fronteras Norte y Sur. Una situación como nunca antes se había presentado, frente a la cual el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, mantiene su amenaza de cerrar la frontera esta misma semana. Aunque reconoce un aumento en las detenciones de migrantes en nuestra frontera sur, su secretaria de Seguridad advierte que de no continuar esas medidas, se podrían tomar decisiones drásticas en la línea fronteriza.

El presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en atribuir la advertencia de Trump a una cuestión meramente de política electoral y se resiste a responder a sus continuas referencias a México por lo que llama pasividad. No obstante esa reserva ante la situación, en las últimas horas López Obrador ha reconocido la posibilidad de que su homólogo pase de los dichos a los hechos y determine el cierre parcial o total de la frontera.

Amor y paz, repite López Obrador en su retórica de prudencia que sin embargo, afirma, obliga a tomar las medidas de un plan de acción en el caso de la paralización de la línea fronteriza. El presidente anuncia otras estrategias, algunas con su clásico carácter de ocurrencias como la comparación de los pobres de México con animalitos domésticos a los que hay que dar la comida que por su condición no pueden buscar y procurarse por sí mismos. Grave ataque a la dignidad humana el desliz mañanero por el que el presidente debería pedir perdón a los ofendidos que son millones. Que no se preocupe Trump por los migrantes de México y Centroamérica, dice López Obrador. Pronto no tendrán necesidad de ir a los Estados Unidos porque aquí y más allá de la frontera sur todo lo tendrán. Además de la ofensa de esa categorización animal se ofrece evitar las causas que los impelen a buscar otro modo de vida en la Unión Americana.

Ante el éxodo masivo hacia los Estados Unidos López Obrador habla, como lo hizo desde su campaña, de vagos programas de inversión en los que Donald Trump estaría comprometido para la promoción del desarrollo en México y Centroamérica. Pero la quimera de ese plan se viene abajo con el chorro de agua fría con el anuncio del gobierno norteamericano de suspender el apoyo que había venido dando a los países que integran el triángulo norte de América Central. El tiempo que llevarían las soluciones imaginadas por López Obrador –comida a los pobres, trabajo a todo migrante, plan de inversiones para el desarrollo—exigiría otros caminos, además de la prudencia que pretende mantener el presidente.

Las soluciones al problema migratorio corresponden a Estados Unidos, México y buena parte de los países de los que provienen esos flujos humanos. Los pobres del mundo buscan alivio a su condición y a su desesperación en los países ricos. No son animales domésticos, sino seres humanos. Prudencia, sí, pero a la vez firmeza, determinación y demanda de respeto a nuestra dignidad por encima de amenazas cuya materialización, previsible, ocasionaría daños irreparables a toda la región.

La crisis migratoria existe y alcanza graves proporciones. La exigencia de ingreso a Estados Unidos por los cincuenta y cuatro puntos de cruce llega en el mes de marzo a cerca de cien mil demandantes no sólo de Centroamérica sino de otros países lejanos. En Tijuana se registró un motín de migrantes dentro de la angustiosa espera por la visa norteamericana.

Estados Unidos incrementa el número de agentes que se suman a la patrulla fronteriza para impedir los cruces ilegales que van en aumento. La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, advierte el inminente arribo de nuevas caravanas por nuestra frontera sur, a cuyos integrantes se ofrece dar seguridad y visas humanitarias para regularizar su estancia en el país. México se sitúa en una doble crisis entre sus fronteras Norte y Sur. Una situación como nunca antes se había presentado, frente a la cual el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, mantiene su amenaza de cerrar la frontera esta misma semana. Aunque reconoce un aumento en las detenciones de migrantes en nuestra frontera sur, su secretaria de Seguridad advierte que de no continuar esas medidas, se podrían tomar decisiones drásticas en la línea fronteriza.

El presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en atribuir la advertencia de Trump a una cuestión meramente de política electoral y se resiste a responder a sus continuas referencias a México por lo que llama pasividad. No obstante esa reserva ante la situación, en las últimas horas López Obrador ha reconocido la posibilidad de que su homólogo pase de los dichos a los hechos y determine el cierre parcial o total de la frontera.

Amor y paz, repite López Obrador en su retórica de prudencia que sin embargo, afirma, obliga a tomar las medidas de un plan de acción en el caso de la paralización de la línea fronteriza. El presidente anuncia otras estrategias, algunas con su clásico carácter de ocurrencias como la comparación de los pobres de México con animalitos domésticos a los que hay que dar la comida que por su condición no pueden buscar y procurarse por sí mismos. Grave ataque a la dignidad humana el desliz mañanero por el que el presidente debería pedir perdón a los ofendidos que son millones. Que no se preocupe Trump por los migrantes de México y Centroamérica, dice López Obrador. Pronto no tendrán necesidad de ir a los Estados Unidos porque aquí y más allá de la frontera sur todo lo tendrán. Además de la ofensa de esa categorización animal se ofrece evitar las causas que los impelen a buscar otro modo de vida en la Unión Americana.

Ante el éxodo masivo hacia los Estados Unidos López Obrador habla, como lo hizo desde su campaña, de vagos programas de inversión en los que Donald Trump estaría comprometido para la promoción del desarrollo en México y Centroamérica. Pero la quimera de ese plan se viene abajo con el chorro de agua fría con el anuncio del gobierno norteamericano de suspender el apoyo que había venido dando a los países que integran el triángulo norte de América Central. El tiempo que llevarían las soluciones imaginadas por López Obrador –comida a los pobres, trabajo a todo migrante, plan de inversiones para el desarrollo—exigiría otros caminos, además de la prudencia que pretende mantener el presidente.

Las soluciones al problema migratorio corresponden a Estados Unidos, México y buena parte de los países de los que provienen esos flujos humanos. Los pobres del mundo buscan alivio a su condición y a su desesperación en los países ricos. No son animales domésticos, sino seres humanos. Prudencia, sí, pero a la vez firmeza, determinación y demanda de respeto a nuestra dignidad por encima de amenazas cuya materialización, previsible, ocasionaría daños irreparables a toda la región.