/ lunes 7 de septiembre de 2020

De otros datos a otra realidad

El martes pasado, en un formato similar al de una conferencia como la de todos los días, el presidente López Obrador presentó su informe de dos años de gobierno, pero desgraciadamente el México que describió y del que presentó algunas cifras solamente existe en su cabeza y si antes ya tenía “otros datos”, ahora simplemente ya vive en otra realidad.


Pocas épocas han acumulado tantas tormentas con tan poca capacidad de respuesta del gobierno. Vivimos cuatro crisis de forma simultánea: en primer lugar, la crisis de salud y de pobreza, en segundo lugar, la crisis económica, de empleo y de ingreso familiar, en tercero la crisis en materia de violencia e inseguridad, y en cuarto, la crisis que genera la corrupción acompañada de la impunidad. En ninguna de estas materias existen resultados positivos.


Falta autocrítica, nuestro presidente no tiene interlocución con la sociedad ni con los actores políticos; sale de gira y no se reúne con los ayuntamientos, evitando el único nivel de gobierno donde las personas tienen rostro y nombre. Lleva las riendas del país viendo por el espejo retrovisor, olvidando que el pasado es un lugar de referencia, no de residencia, y cada mañana define a sus “amigos” y “enemigos” dividendo en dos a los mexicanos, olvidando que es el presidente de todos.


Del primero de diciembre y hasta la fecha, el presidente López Obrador se ha reunido sólo una vez con los coordinadores parlamentarios, el 6 de febrero del 2019, y en esta simple realidad se ve la falta de sensibilidad, de humildad y de inclusión. Llegó con el virus del odio y de la división, y lejos de responder a los anhelos y a las esperanzas que levantó en millones de mexicanos ha sido el presidente de los pretextos, de los enemigos invisibles y de la división social.


En su mensaje de informe faltó mucha autocrítica, ni siquiera reconoció el pésimo manejo de la pandemia e incluso lo menciona como logro. Somos el tercer país con más muertes por COVID-19, somos el país en donde más personal del sector salud ha sido infectado y nuestro sistema de salud fue desmantelado poco antes de que iniciara la pandemia. No hay logro que presumir en la materia. Con una población similar, Japón no alcanza las 1,300 muertes, mientras en México estaremos llegando a las 70 mil cuando el presente escrito sea publicado.


En materia económica somos el segundo país que enfrentó la pandemia con menos apoyos fiscales y económicos, y el resultado es obvio. Mientras el presidente minimiza la pérdida de empleos hay 12 millones de nuevos desempleados y el 72% de los trabajadores no cuentan con un salario digno. Lo que se debería de documentar en un informe es cuántas familias salieron de la pobreza y cuántos empleos dignos se generaron, no cuántos nuevos beneficiarios tienen los programas sociales.


México necesita un presidente que asuma su papel como jefe de Gobierno y como jefe de Estado. No necesitamos más pretextos, necesitamos claridad en el rumbo y políticas públicas que respondan a las verdaderas necesidades de la gente y del futuro. Se necesita construir viendo hacia delante y dejarse de pretextos y pasados. Acción Nacional ha hecho su labor presentando propuestas viables para responder a cada una de las crisis que hoy atraviesa México. Queremos y proponemos un gobierno que le apueste a generar bienes públicos y que comprenda la importancia y la dimensión de su responsabilidad. Si el gobierno de López Obrador no puede dar resultados cuando menos debería de cambiar de actitud, reconocer los problemas es la única forma de resolverlos.




Coordinador del Grupo Parlamentario del PAN

@JCRomeroHicks





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El martes pasado, en un formato similar al de una conferencia como la de todos los días, el presidente López Obrador presentó su informe de dos años de gobierno, pero desgraciadamente el México que describió y del que presentó algunas cifras solamente existe en su cabeza y si antes ya tenía “otros datos”, ahora simplemente ya vive en otra realidad.


Pocas épocas han acumulado tantas tormentas con tan poca capacidad de respuesta del gobierno. Vivimos cuatro crisis de forma simultánea: en primer lugar, la crisis de salud y de pobreza, en segundo lugar, la crisis económica, de empleo y de ingreso familiar, en tercero la crisis en materia de violencia e inseguridad, y en cuarto, la crisis que genera la corrupción acompañada de la impunidad. En ninguna de estas materias existen resultados positivos.


Falta autocrítica, nuestro presidente no tiene interlocución con la sociedad ni con los actores políticos; sale de gira y no se reúne con los ayuntamientos, evitando el único nivel de gobierno donde las personas tienen rostro y nombre. Lleva las riendas del país viendo por el espejo retrovisor, olvidando que el pasado es un lugar de referencia, no de residencia, y cada mañana define a sus “amigos” y “enemigos” dividendo en dos a los mexicanos, olvidando que es el presidente de todos.


Del primero de diciembre y hasta la fecha, el presidente López Obrador se ha reunido sólo una vez con los coordinadores parlamentarios, el 6 de febrero del 2019, y en esta simple realidad se ve la falta de sensibilidad, de humildad y de inclusión. Llegó con el virus del odio y de la división, y lejos de responder a los anhelos y a las esperanzas que levantó en millones de mexicanos ha sido el presidente de los pretextos, de los enemigos invisibles y de la división social.


En su mensaje de informe faltó mucha autocrítica, ni siquiera reconoció el pésimo manejo de la pandemia e incluso lo menciona como logro. Somos el tercer país con más muertes por COVID-19, somos el país en donde más personal del sector salud ha sido infectado y nuestro sistema de salud fue desmantelado poco antes de que iniciara la pandemia. No hay logro que presumir en la materia. Con una población similar, Japón no alcanza las 1,300 muertes, mientras en México estaremos llegando a las 70 mil cuando el presente escrito sea publicado.


En materia económica somos el segundo país que enfrentó la pandemia con menos apoyos fiscales y económicos, y el resultado es obvio. Mientras el presidente minimiza la pérdida de empleos hay 12 millones de nuevos desempleados y el 72% de los trabajadores no cuentan con un salario digno. Lo que se debería de documentar en un informe es cuántas familias salieron de la pobreza y cuántos empleos dignos se generaron, no cuántos nuevos beneficiarios tienen los programas sociales.


México necesita un presidente que asuma su papel como jefe de Gobierno y como jefe de Estado. No necesitamos más pretextos, necesitamos claridad en el rumbo y políticas públicas que respondan a las verdaderas necesidades de la gente y del futuro. Se necesita construir viendo hacia delante y dejarse de pretextos y pasados. Acción Nacional ha hecho su labor presentando propuestas viables para responder a cada una de las crisis que hoy atraviesa México. Queremos y proponemos un gobierno que le apueste a generar bienes públicos y que comprenda la importancia y la dimensión de su responsabilidad. Si el gobierno de López Obrador no puede dar resultados cuando menos debería de cambiar de actitud, reconocer los problemas es la única forma de resolverlos.




Coordinador del Grupo Parlamentario del PAN

@JCRomeroHicks





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