/ domingo 14 de marzo de 2021

Decisiones y acciones

Nuestro papel como ciudadano nunca había sido tan importante como ahora, de las decisiones que tomemos en los siguientes meses dependerá una recuperación generalizada del país que no podemos tomar a la ligera.

Pero ninguna decisión, por buena que sea, determina mejores resultados sino viene acompañada de acciones concretas para que mejores las cosas. Asumir un compromiso es fundamental, tener la voluntad de cumplirlo es lo que cierra el círculo.

A la par del urgente avance del proceso de vacunación nacional, en el que todas y todos tenemos un papel fundamental para que recibamos nuestra dosis y ayudemos a los que nos anteceden a que la reciban sin información falsa o rumores de por medio, tenemos enfrente un proceso electoral ruidoso, poco propositivo, en el que está en juego la continuidad del proyecto de gobiernos que hoy nos encabeza.

Independiente a las filias y fobias personales, que se respetan como un derecho en cualquier democracia, la responsabilidad de los ciudadanos de concentrarse en elegir bien a quienes nos representarán durante la segunda parte del sexenio.

De antemano sabemos que la lucha política no tiene muchas conexiones con la realidad de la sociedad y en esta ocasión esa brecha, creo, se ha ahondado con la urgencia de los partidos en presentar a las mismas fórmulas de siempre o a tratar de ganar atención con nominaciones de personajes públicos y populares en otros ámbitos de la vida nacional.

Nada en contra de que cualquier mexicano puede competir por un puesto de elección popular, sin embargo, los perfiles que arropan son francamente golpes de efecto para mantener cierta atención sobre la contienda, cuando no hablamos de errores evidentes en la selección de personajes impresentables.

No obstante, esa es su decisión y su derecho como organizaciones políticas y el nuestro es evaluar sus ofertas, sus perfiles, y salir a ejercer el valioso derecho del voto, que es el primer paso para participar efectivamente.

Involucrarnos posterior a la elección será siempre el paso de mayor importancia luego de sufragar, porque nos mantiene atentos de las decisiones y de las acciones que tomen los gobernantes que ganen en beneficio de todos, de sus simpatizantes y de quienes votaron en su contra.

La diferencia ahora es que nuestras acciones, las civiles, serán determinantes para que muchos rumbos cambien y se tomen decisiones consensuadas sobre lo que más nos conviene. El tiempo de la recuperación, en particular la económica, se reduce y nuestra mayor atención debe estar concentrada en el pronóstico optimista de que al primer semestre habrá una mayoría de inoculados en el país.

¿Posible? Eso esperamos todos. Si ayudamos esa meta será más fácil de alcanzar. Hacerlo incluye desde no compartir información falsa o no confirmada sobre las vacunas, hasta meternos a fondo con los planes y programas de aquellos que buscan ganar nuestra simpatía y después supervisar que cumplan.

La situación por la que atravesamos no pide menos y está en nuestra cancha hacer mucho más por nuestra forma de vida que nunca. Este es el momento también de modificar muchas de las relaciones que tenemos con las autoridades en todos sus niveles y aprovechar la fuerza de una sociedad que ha resistido la pandemia, la crisis económica y la carencia de muchas condiciones adecuadas de vida, que puede resurgir de la misma forma como la principal fuerza social de la nación.

Será conveniente, además, que por fin nos organicemos mejor, desde el norte y hasta el sur, para que no mantengamos el peor de los aislamientos, que es el social. Somos sociedades desconectadas, que desconfiamos de otros y de nosotros, lo que les permite a poderes de facto y a intereses ilegales seguir progresando a costa nuestra.

No hay vacuna todavía para la descomposición social y menos para la mala organización civil. Llevamos tiempo en el que nos falta apoyar la construcción de un tejido social sólido o por lo menos de las condiciones para llegar a acuerdo mínimos de convivencia que nos den paz y tranquilidad. Este será el momento, antes de empezar el segundo trecho de este año igual de complejo, no podemos desaprovecharlo.

Nuestro papel como ciudadano nunca había sido tan importante como ahora, de las decisiones que tomemos en los siguientes meses dependerá una recuperación generalizada del país que no podemos tomar a la ligera.

Pero ninguna decisión, por buena que sea, determina mejores resultados sino viene acompañada de acciones concretas para que mejores las cosas. Asumir un compromiso es fundamental, tener la voluntad de cumplirlo es lo que cierra el círculo.

A la par del urgente avance del proceso de vacunación nacional, en el que todas y todos tenemos un papel fundamental para que recibamos nuestra dosis y ayudemos a los que nos anteceden a que la reciban sin información falsa o rumores de por medio, tenemos enfrente un proceso electoral ruidoso, poco propositivo, en el que está en juego la continuidad del proyecto de gobiernos que hoy nos encabeza.

Independiente a las filias y fobias personales, que se respetan como un derecho en cualquier democracia, la responsabilidad de los ciudadanos de concentrarse en elegir bien a quienes nos representarán durante la segunda parte del sexenio.

De antemano sabemos que la lucha política no tiene muchas conexiones con la realidad de la sociedad y en esta ocasión esa brecha, creo, se ha ahondado con la urgencia de los partidos en presentar a las mismas fórmulas de siempre o a tratar de ganar atención con nominaciones de personajes públicos y populares en otros ámbitos de la vida nacional.

Nada en contra de que cualquier mexicano puede competir por un puesto de elección popular, sin embargo, los perfiles que arropan son francamente golpes de efecto para mantener cierta atención sobre la contienda, cuando no hablamos de errores evidentes en la selección de personajes impresentables.

No obstante, esa es su decisión y su derecho como organizaciones políticas y el nuestro es evaluar sus ofertas, sus perfiles, y salir a ejercer el valioso derecho del voto, que es el primer paso para participar efectivamente.

Involucrarnos posterior a la elección será siempre el paso de mayor importancia luego de sufragar, porque nos mantiene atentos de las decisiones y de las acciones que tomen los gobernantes que ganen en beneficio de todos, de sus simpatizantes y de quienes votaron en su contra.

La diferencia ahora es que nuestras acciones, las civiles, serán determinantes para que muchos rumbos cambien y se tomen decisiones consensuadas sobre lo que más nos conviene. El tiempo de la recuperación, en particular la económica, se reduce y nuestra mayor atención debe estar concentrada en el pronóstico optimista de que al primer semestre habrá una mayoría de inoculados en el país.

¿Posible? Eso esperamos todos. Si ayudamos esa meta será más fácil de alcanzar. Hacerlo incluye desde no compartir información falsa o no confirmada sobre las vacunas, hasta meternos a fondo con los planes y programas de aquellos que buscan ganar nuestra simpatía y después supervisar que cumplan.

La situación por la que atravesamos no pide menos y está en nuestra cancha hacer mucho más por nuestra forma de vida que nunca. Este es el momento también de modificar muchas de las relaciones que tenemos con las autoridades en todos sus niveles y aprovechar la fuerza de una sociedad que ha resistido la pandemia, la crisis económica y la carencia de muchas condiciones adecuadas de vida, que puede resurgir de la misma forma como la principal fuerza social de la nación.

Será conveniente, además, que por fin nos organicemos mejor, desde el norte y hasta el sur, para que no mantengamos el peor de los aislamientos, que es el social. Somos sociedades desconectadas, que desconfiamos de otros y de nosotros, lo que les permite a poderes de facto y a intereses ilegales seguir progresando a costa nuestra.

No hay vacuna todavía para la descomposición social y menos para la mala organización civil. Llevamos tiempo en el que nos falta apoyar la construcción de un tejido social sólido o por lo menos de las condiciones para llegar a acuerdo mínimos de convivencia que nos den paz y tranquilidad. Este será el momento, antes de empezar el segundo trecho de este año igual de complejo, no podemos desaprovecharlo.

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