/ viernes 12 de junio de 2020

Deconstruirnos para construirnos

Por: Sofía Quintanilla

El mundo está patas arriba: economías paralizadas, la pandemia global del Covid-19, altos niveles de discriminación (y abuso policiaco) a minorías raciales y/o étnicas, violaciones a derechos humanos, falta de protección a áreas naturales, agravamiento de la crisis climática, etc. Pensaría uno que tiempos complicados nos llevaría a reflexionar, a la sensatez, y a la unión. Sin embargo, mientras el mundo se deshace, nosotros ya regresamos a la rutina, a lo que estábamos acostumbrados, a nuestra vida “normal”. Y lo seguimos diciendo con la misma facilidad con la que se dice un rezo, pero en estas próximas semanas se vendrá lo peor de esta pandemia que nos “debería” seguir manteniendo atónitos, helados.

Las muertes por el Coronavirus continúan incrementando en México, imposibilitando “regresar” (como si eso fuese posible) a la “normalidad” (¿qué es normalidad?). Este enunciado no llegaría con cierto desconcierto si como ciudadanos estuviéramos haciendo nuestra tarea: aprender de las experiencias ya vividas por otros países, leer, escuchar y ver noticias internacionales que provengan de diversas fuentes, siempre comprobando su veracidad. Como dijo Jacques Lacan, la conciencia sobre la vulnerabilidad/mortalidad de los humanos, es la que nos hace prevenir, reaccionar, tener una conciencia ante los riesgos de la vida. Es de vital importancia dejar de ser agentes agresores. Dejar de ser insensibles a la vida, a la otredad. Saber mirarnos. Aceptar lo otro como lo otro, algo que no podemos reducir a la unidad. A mi “yo”.

La pandemia vino a jalar el freno de emergencia para parar el tren enloquecido de una civilización que corre hacia la destrucción masiva de la vida (ya sea desde un aspecto económico, político, social y/o ambiental). ¿Dejaremos que vuelva a arrancar? No. Debemos detener a toda costa el regreso a la “normalidad”. Tenemos la oportunidad de crear nuevos lazos de comunidad, reconfigurar nuestros sistemas de alimentación y/o energéticos, así como de crear nuevas formas de vida, de mejorarnos como personas, de revalorizar cosas que damos por sentadas.

El avance de las empresas y gobiernos para regresar a esa “normalidad” (a favor de las élites), amenaza contra la democracia, sociedad civil, así como el medio ambiente. La vida va evolucionando y va por delante de nuestra capacidad de comprensión. Por ello, es vital desafiar el Estatus Quo y darle un giro en la manera de conducir los procesos de la vida y quizás (ojalá) sirva para que el sistema económico y político le dé su lugar a esta otredad y se genere una “nueva normalidad”. Espero que el año 2020 sea parteaguas para la humanidad y su relación con el planeta. Deconstruirnos para construirnos.


@sofquintanilla

Por: Sofía Quintanilla

El mundo está patas arriba: economías paralizadas, la pandemia global del Covid-19, altos niveles de discriminación (y abuso policiaco) a minorías raciales y/o étnicas, violaciones a derechos humanos, falta de protección a áreas naturales, agravamiento de la crisis climática, etc. Pensaría uno que tiempos complicados nos llevaría a reflexionar, a la sensatez, y a la unión. Sin embargo, mientras el mundo se deshace, nosotros ya regresamos a la rutina, a lo que estábamos acostumbrados, a nuestra vida “normal”. Y lo seguimos diciendo con la misma facilidad con la que se dice un rezo, pero en estas próximas semanas se vendrá lo peor de esta pandemia que nos “debería” seguir manteniendo atónitos, helados.

Las muertes por el Coronavirus continúan incrementando en México, imposibilitando “regresar” (como si eso fuese posible) a la “normalidad” (¿qué es normalidad?). Este enunciado no llegaría con cierto desconcierto si como ciudadanos estuviéramos haciendo nuestra tarea: aprender de las experiencias ya vividas por otros países, leer, escuchar y ver noticias internacionales que provengan de diversas fuentes, siempre comprobando su veracidad. Como dijo Jacques Lacan, la conciencia sobre la vulnerabilidad/mortalidad de los humanos, es la que nos hace prevenir, reaccionar, tener una conciencia ante los riesgos de la vida. Es de vital importancia dejar de ser agentes agresores. Dejar de ser insensibles a la vida, a la otredad. Saber mirarnos. Aceptar lo otro como lo otro, algo que no podemos reducir a la unidad. A mi “yo”.

La pandemia vino a jalar el freno de emergencia para parar el tren enloquecido de una civilización que corre hacia la destrucción masiva de la vida (ya sea desde un aspecto económico, político, social y/o ambiental). ¿Dejaremos que vuelva a arrancar? No. Debemos detener a toda costa el regreso a la “normalidad”. Tenemos la oportunidad de crear nuevos lazos de comunidad, reconfigurar nuestros sistemas de alimentación y/o energéticos, así como de crear nuevas formas de vida, de mejorarnos como personas, de revalorizar cosas que damos por sentadas.

El avance de las empresas y gobiernos para regresar a esa “normalidad” (a favor de las élites), amenaza contra la democracia, sociedad civil, así como el medio ambiente. La vida va evolucionando y va por delante de nuestra capacidad de comprensión. Por ello, es vital desafiar el Estatus Quo y darle un giro en la manera de conducir los procesos de la vida y quizás (ojalá) sirva para que el sistema económico y político le dé su lugar a esta otredad y se genere una “nueva normalidad”. Espero que el año 2020 sea parteaguas para la humanidad y su relación con el planeta. Deconstruirnos para construirnos.


@sofquintanilla