/ viernes 9 de agosto de 2019

Del Toro y los monstruos

Guillermo del Toro recibió su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, que es el panteón de los dioses de la cinematografía mundial, nicho de la cultura pop donde compartirá espacio con los nombres y celebridades que rayan en la leyenda. Este espacio se lo ganó desarrollando monstruos, personajes que habitaron en su imaginación y que se materializan en la pantalla, únicos, creíbles, complejos y a niveles que pocos lo han logrado en el cine. Personajes siniestros en apariencia, pero con una humanidad singular.

Al develar la estrella, no cae en la frivolidad o en la tentación de la parafernalia hollywoodense, tampoco en la estridencia hueca como cuando Marlon Brando rechazó el Oscar en 1973. Del Toro hace una reivindicación honesta, de fondo, sensible y congruente con su quehacer, reivindica la estrella con la bandera nacional y con su declaración: “soy mexicano y soy inmigrante (…) como mexicano, recibir esta estrella parecería banal o simple, pero es muy importante en estos momentos, porque puedo decirle a los inmigrantes, de cualquier país, que crean en las posibilidades y no en los obstáculos”.

El mensaje de del Toro está reforzado, no sólo por sus grandes resultados artísticos, sino por su generosidad al apoyar a estudiantes mexicanos con becas para impulsar la producción de cine de calidad entre nuevas generaciones, esto es armonizar las palabras con los hechos.

Frente a la inmediatez de las masacres de El Paso y Dayton, del Toro muestra la potencia del arte, de un cine que reconoce lo diferente como bello y bueno, es un mensaje poderoso.

Stephen King escribió que “los monstruos son reales y los fantasmas también; viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan”. Del Toro nos lleva a una reflexión fundamental de quiénes son los monstruos: El Fauno, Otachi, Amphibian Man, Hellboy, o los que se llaman patriotas que no son otra cosa que neonazis homicidas, la gran lección es que al gran creador de los monstruos es homenajeado, mientras que la humanidad defenestra a estos que se alimentan de odio y xenofobia.

Del Toro, junto con los otros titanes del cine mexicano como Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, Emmanuel Lubezki y demás, son la evidencia del México que puede ser vanguardista, que propone, que señala el camino que los demás habrán de seguir, mexicanos globales, pero con una clara e identificable identidad, pero también dan fe de la capacidad creadora y de generación de riqueza que implica el diálogo entre culturas y la tolerancia.

Twitter: @LuisH_Fernandez

Guillermo del Toro recibió su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, que es el panteón de los dioses de la cinematografía mundial, nicho de la cultura pop donde compartirá espacio con los nombres y celebridades que rayan en la leyenda. Este espacio se lo ganó desarrollando monstruos, personajes que habitaron en su imaginación y que se materializan en la pantalla, únicos, creíbles, complejos y a niveles que pocos lo han logrado en el cine. Personajes siniestros en apariencia, pero con una humanidad singular.

Al develar la estrella, no cae en la frivolidad o en la tentación de la parafernalia hollywoodense, tampoco en la estridencia hueca como cuando Marlon Brando rechazó el Oscar en 1973. Del Toro hace una reivindicación honesta, de fondo, sensible y congruente con su quehacer, reivindica la estrella con la bandera nacional y con su declaración: “soy mexicano y soy inmigrante (…) como mexicano, recibir esta estrella parecería banal o simple, pero es muy importante en estos momentos, porque puedo decirle a los inmigrantes, de cualquier país, que crean en las posibilidades y no en los obstáculos”.

El mensaje de del Toro está reforzado, no sólo por sus grandes resultados artísticos, sino por su generosidad al apoyar a estudiantes mexicanos con becas para impulsar la producción de cine de calidad entre nuevas generaciones, esto es armonizar las palabras con los hechos.

Frente a la inmediatez de las masacres de El Paso y Dayton, del Toro muestra la potencia del arte, de un cine que reconoce lo diferente como bello y bueno, es un mensaje poderoso.

Stephen King escribió que “los monstruos son reales y los fantasmas también; viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan”. Del Toro nos lleva a una reflexión fundamental de quiénes son los monstruos: El Fauno, Otachi, Amphibian Man, Hellboy, o los que se llaman patriotas que no son otra cosa que neonazis homicidas, la gran lección es que al gran creador de los monstruos es homenajeado, mientras que la humanidad defenestra a estos que se alimentan de odio y xenofobia.

Del Toro, junto con los otros titanes del cine mexicano como Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, Emmanuel Lubezki y demás, son la evidencia del México que puede ser vanguardista, que propone, que señala el camino que los demás habrán de seguir, mexicanos globales, pero con una clara e identificable identidad, pero también dan fe de la capacidad creadora y de generación de riqueza que implica el diálogo entre culturas y la tolerancia.

Twitter: @LuisH_Fernandez