/ martes 19 de marzo de 2019

¿Democracia o dictadura?

En pasados días se desató gran controversia por la aprobación, en la Cámara de Diputados, del dictamen de reforma a la Constitución para incluir en México la figura de la revocación del mandato.

Dicha reforma plantea la posibilidad de que, a mitad del sexenio, las y los ciudadanos puedan revocar el mandato de Presidente de la República y revertir el voto otorgado en las urnas.

Esta figura, que a todas luces parece ser democrática, despierta muchas inquietudes, ya que no responde a una exigencia del pueblo para revocar el mandato que ha otorgado al Presidente de la República por una mala gestión, más bien abre la posibilidad de que programas y recursos públicos sean usados para promover al Presidente, como un acto de posicionamiento y presión sobre el electorado, lo que puede provocar que no distingan entre la eficacia del Gobierno y su popularidad para respaldar, en función de ello, a los candidatos de MORENA que participen en esa elección, pues ha quedado demostrado que en el pasado proceso electoral la gente votó por candidatos que no conocía y que hoy día no conoce ni reconoce como sus representantes, beneficiándose de la popularidad del entonces candidato Andrés Manuel.

La Constitución es clara al prohibir la promoción personalizada de cualquier servidor público en la propaganda emitida por los poderes públicos, sin embargo, esta figura pondría al servicio del Presidente, no sólo la propaganda gubernamental, sino los programas federales, como instrumentos de presión sobre la ciudadanía para votar, por el partido oficial.

Las implicaciones de esta figura ponen en el centro de la discusión un tema que había superado la democracia actual: ¿puede un mandatario hacerse promoción personal con recursos públicos?, ¿suspenderá el Presidente los programas sociales para no generar inequidad en las contiendas?, ¿dejará el Presidente de hacer sus conferencias mañaneras para no incidir sobre la opinión pública?, en todo caso por qué no ponerla en una fecha distinta a la de la elección federal para renovar la Cámara de Diputados. Es decir, cuidar la equidad como parte de la democracia es el tema.

El Senado, donde, hay mayores equilibrios que en la Cámara de Diputados, como ha queda demostrado, aún puede frenar, acotar o modificar esta controvertida reforma, a la que aún le restará su aprobación en las legislaturas de los estados, por tratarse de una modificación a la Constitución.

El reto para el Senado será defender este tema, aprobar esta figura que sin detrimento de la democracia moderna amplíe la participación ciudadana y cuide la equidad en la contienda.

En pasados días se desató gran controversia por la aprobación, en la Cámara de Diputados, del dictamen de reforma a la Constitución para incluir en México la figura de la revocación del mandato.

Dicha reforma plantea la posibilidad de que, a mitad del sexenio, las y los ciudadanos puedan revocar el mandato de Presidente de la República y revertir el voto otorgado en las urnas.

Esta figura, que a todas luces parece ser democrática, despierta muchas inquietudes, ya que no responde a una exigencia del pueblo para revocar el mandato que ha otorgado al Presidente de la República por una mala gestión, más bien abre la posibilidad de que programas y recursos públicos sean usados para promover al Presidente, como un acto de posicionamiento y presión sobre el electorado, lo que puede provocar que no distingan entre la eficacia del Gobierno y su popularidad para respaldar, en función de ello, a los candidatos de MORENA que participen en esa elección, pues ha quedado demostrado que en el pasado proceso electoral la gente votó por candidatos que no conocía y que hoy día no conoce ni reconoce como sus representantes, beneficiándose de la popularidad del entonces candidato Andrés Manuel.

La Constitución es clara al prohibir la promoción personalizada de cualquier servidor público en la propaganda emitida por los poderes públicos, sin embargo, esta figura pondría al servicio del Presidente, no sólo la propaganda gubernamental, sino los programas federales, como instrumentos de presión sobre la ciudadanía para votar, por el partido oficial.

Las implicaciones de esta figura ponen en el centro de la discusión un tema que había superado la democracia actual: ¿puede un mandatario hacerse promoción personal con recursos públicos?, ¿suspenderá el Presidente los programas sociales para no generar inequidad en las contiendas?, ¿dejará el Presidente de hacer sus conferencias mañaneras para no incidir sobre la opinión pública?, en todo caso por qué no ponerla en una fecha distinta a la de la elección federal para renovar la Cámara de Diputados. Es decir, cuidar la equidad como parte de la democracia es el tema.

El Senado, donde, hay mayores equilibrios que en la Cámara de Diputados, como ha queda demostrado, aún puede frenar, acotar o modificar esta controvertida reforma, a la que aún le restará su aprobación en las legislaturas de los estados, por tratarse de una modificación a la Constitución.

El reto para el Senado será defender este tema, aprobar esta figura que sin detrimento de la democracia moderna amplíe la participación ciudadana y cuide la equidad en la contienda.