En cada edición de los Juegos Olímpicos, en México prácticamente nos sabemos con detalle lo que habrá de ocurrir: primero viene la edición que se trasmite por medios de comunicación, cuenta con grandes patrocinadores y ni qué decir de ratings y venta de playeras y todo tipo de promocionales.
En tal versión salvo muy contadas excepciones, como México 68 o Los Ángeles 84, nuestros representantes tienen una magra cosecha de medallas, recordándose algunas que pasaron a la historia, como las de Joaquín Capilla, en clavados; Felipe “El Tibio” Muñoz, en natación o Ernesto Canto y Raúl González, en caminata.
Pero siempre, al terminar los primeros Juegos Olímpicos, la competencia continúa, aunque, de un modo que francamente no comprendo, no tiene tantos patrocinadores, ni rating, al grado que ni trasmisión en vivo o cobertura tienen, estos son los llamados “Paralímpicos”, donde compiten atletas con discapacidad, que cada cuatro años, nos llenan de orgullo, regresando a nuestro país con una sólida cosecha de medallas.
Si ustedes creen que los competidores paralímpicos, tienen debilidad alguna, se equivocan, pues superando su condición, logran una gran fortaleza, tanto física, como mental e incluso moral, que los lleva a ser sólidos competidores en sus respectivas ramas, por lo que contamos con consolidados atletas, nadadores y todo tipo de deportistas que nos llenan de orgullo.
Considerando lo mucho que le aportan a México en términos de orgullo, ejemplo y símbolo de nuestras grandes capacidades, es que, en ésta, la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados, donde llevamos como principal bandera la de la inclusión, he propuesto tengamos un punto de acuerdo, que solicite que en el marco de una sesión ordinaria, se incluya en la Agenda Legislativa, un espacio en el que se reconozca a los atletas paralímpicos que tanto orgullo nos dieran en los recientes Juegos de Tokio, Japón.
Consideremos que la discapacidad a nivel mundial, no es solo problema de salud pública, pues afecta también a las familias de quienes hacen frente a esta condición, ante lo que tienen que enfrentar para lograr desarrollarse tanto en lo profesional, como en lo económico y lo social.
Tengamos en cuenta, que el 15 por ciento de la población mundial, que equivale a aproximadamente mil millones de habitantes, hace frente a algún tipo de discapacidad, siendo un problema más complicado en naciones en vías de desarrollo, como México.
Consideremos que, con el desarrollo de la tecnología de la información, cuya cobertura crece en los actuales tiempos pandémicos, se han tendido nuevos puentes de integración para quienes hacen frente a diferentes tipos de discapacidad.
Hoy, vivimos tiempos en que vamos más allá de la ‘mano de obra’ y con los enlaces digitales, se favorece y consolida la ‘mente de obra’, algo que reduce la movilidad en las ciudades, integra centros de trabajo en diferentes países y estados en tiempo real y sobre todo, permite que crezca la inclusión en la vida económicamente activa, lo que da a nuestra actualidad una realidad que no conocíamos hace pocas décadas y que es necesario que impulsemos.
*: Diputada Federal por Durango
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