/ martes 17 de noviembre de 2020

Derechos de la naturaleza

Decía el gran poeta Nezahualcóyotl que el pueblo tolteca era tan sabio que bien podía dialogar hasta con su propio corazón. La humanidad, en este siglo XXI, comienza a generar una conciencia colectiva de ayuda, solidaridad y empatía. Cada día nos acercamos más a la encomiable visión tolteca. Por eso mismo, hemos comprendido que mantenemos una relación intrínseca e interdependiente con la naturaleza y los demás seres vivos. Su destino es el nuestro. Tenemos la imperiosa necesidad de cuidar nuestra casa, la Tierra, y regenerar sus ciclos vitales.

Derivado de la emergencia climática, la destrucción masiva de ecosistemas –que en nuestro estado de Zacatecas se traduce en la tala ilegal de bosques y la caza furtiva de animales tan emblemáticos como el águila real o el jaguar-, la contaminación de mares y ríos, la invasión de hábitats que ha dado como resultado pandemias tan graves como la que actualmente nos azora del COVID-19, presenté ante el Pleno del Senado de la República una iniciativa de ley para reconocer los derechos de la naturaleza.

México es considerado uno de los 17 países megadiversos, ya que forma parte del selecto grupo de naciones poseedoras de la mayor cantidad y diversidad de animales y plantas, casi el 70% de la diversidad mundial de especies. Y de ese tamaño debe ser su protección jurídica. Tales derechos, por ende, tienen que ser velados por la Constitución General. Las constituciones ecológicas deben seguir ganando terreno, como en Ecuador o Bolivia. Esa es la ruta.

México, para beneplácito de todos nosotros, siempre ha ido a la vanguardia en cuestión de derechos. En 1917, con los derechos sociales como educación, salud y trabajo; en 1953, con el derecho al voto de la mujer; en 2011, con el nuevo paradigma de los derechos humanos; en 2019, con el principio de paridad que permite a las mujeres, de manera igualitaria, involucrarse en la toma de decisiones del país. El derecho, sin duda alguna, sigue el cauce del río de Heráclito.

Son tiempos de renovación. Los poderes del Estado comienzan a generar cambios estructurales en favor de la naturaleza que por años se ha visto degrada. Y aunado a esto, la participación constante y plural de la sociedad como agente de cambio. Tenemos un compromiso medular: cuidar y regenerar los ciclos vitales de la naturaleza. Comparto la visión de ayuda y, desde el Senado de la República, sepan que continuaré trabajando por el medio ambiente.

Como se lee en la Declaración de los Derechos de la Madre Tierra: “todos somos parte de ella, una comunidad indivisible vital de seres interdependientes e interrelacionados con un destino común”. En nosotros se encuentra la responsabilidad de protegerla.

Senadora por el PT

Decía el gran poeta Nezahualcóyotl que el pueblo tolteca era tan sabio que bien podía dialogar hasta con su propio corazón. La humanidad, en este siglo XXI, comienza a generar una conciencia colectiva de ayuda, solidaridad y empatía. Cada día nos acercamos más a la encomiable visión tolteca. Por eso mismo, hemos comprendido que mantenemos una relación intrínseca e interdependiente con la naturaleza y los demás seres vivos. Su destino es el nuestro. Tenemos la imperiosa necesidad de cuidar nuestra casa, la Tierra, y regenerar sus ciclos vitales.

Derivado de la emergencia climática, la destrucción masiva de ecosistemas –que en nuestro estado de Zacatecas se traduce en la tala ilegal de bosques y la caza furtiva de animales tan emblemáticos como el águila real o el jaguar-, la contaminación de mares y ríos, la invasión de hábitats que ha dado como resultado pandemias tan graves como la que actualmente nos azora del COVID-19, presenté ante el Pleno del Senado de la República una iniciativa de ley para reconocer los derechos de la naturaleza.

México es considerado uno de los 17 países megadiversos, ya que forma parte del selecto grupo de naciones poseedoras de la mayor cantidad y diversidad de animales y plantas, casi el 70% de la diversidad mundial de especies. Y de ese tamaño debe ser su protección jurídica. Tales derechos, por ende, tienen que ser velados por la Constitución General. Las constituciones ecológicas deben seguir ganando terreno, como en Ecuador o Bolivia. Esa es la ruta.

México, para beneplácito de todos nosotros, siempre ha ido a la vanguardia en cuestión de derechos. En 1917, con los derechos sociales como educación, salud y trabajo; en 1953, con el derecho al voto de la mujer; en 2011, con el nuevo paradigma de los derechos humanos; en 2019, con el principio de paridad que permite a las mujeres, de manera igualitaria, involucrarse en la toma de decisiones del país. El derecho, sin duda alguna, sigue el cauce del río de Heráclito.

Son tiempos de renovación. Los poderes del Estado comienzan a generar cambios estructurales en favor de la naturaleza que por años se ha visto degrada. Y aunado a esto, la participación constante y plural de la sociedad como agente de cambio. Tenemos un compromiso medular: cuidar y regenerar los ciclos vitales de la naturaleza. Comparto la visión de ayuda y, desde el Senado de la República, sepan que continuaré trabajando por el medio ambiente.

Como se lee en la Declaración de los Derechos de la Madre Tierra: “todos somos parte de ella, una comunidad indivisible vital de seres interdependientes e interrelacionados con un destino común”. En nosotros se encuentra la responsabilidad de protegerla.

Senadora por el PT