/ viernes 20 de octubre de 2017

¿Desaparecerá el TLCAN?

Uno de los planteamientos prioritarios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) desde su creación fue la homologación de los salarios entre los tres países.

Ese objetivo no se logró y según los negociadores de Estados Unidos y Canadá, los perjudicados fueron ellos, pues los bajos salarios nos dieron competitividad, sobre todo en el norte del país para salir gananciosos del TLCAN.

Aunque algunos digan lo contrario, la apertura comercial dio resultados en materia económica, no así en materia de pobreza y desigualdad, de la que el libre comercio no es responsable.

Respecto a nuestro país, para el TLCAN, los estados del norte se prepararon, no así los del sur, que ni por enterados se dieron, pero tampoco fue culpa de ellos. Fue el modelo de crecimiento y distribución del presupuesto que benefició a unos en perjuicio de otros.

El Premio Nobel de Economía Paul Krugman, en su reciente visita a México, ofrece opiniones muy valiosas que deben servirnos para el hoy, pero sobre todo para el mañana, nos crítica y tiene razón cuando dice:

“Mucho después del 2000 finalmente empezamos a ver cierta reducción de las brechas sociales y educativas en México. Unos resultados que debieron ocurrir en los años 80 sucedieron veinte años después y México sigue siendo una sociedad desigual”.

Igualmente nos critica por nuestro bajo desarrollo en la vertiente educativa y al compararnos con Corea del Sur, país que fincó su desarrollo en la apuesta a la educación dominando inglés y con alto nivel para las matemáticas, “Estamos hablando de adaptarse a la globalización. Ellos entrenan a su gente y México no lo ha hecho”.

Lo deseable para los tres países como lo han expresado la mayoría de los empresarios y también la clase política, es que el TLCAN permanezca y por supuesto que se mejore. Su desaparición para México como lo ha expresado Krugman, significaría un segundo golpe a nuestra precaria economía, después de la caída del petróleo hace tres años.

Si el conflicto principal es la diferencia en salarios, México debe hacer su propio esfuerzo por actualizarse en esta materia para beneficio propio, incuestionablemente que el alza de los salarios traería como consecuencia un mayor dinamismo en el nivel de compra de los mexicanos e incluso abriría la posibilidad, de lo que hasta hoy es una simple utopía: el ahorro interno.

Por su parte Estados Unidos y Canadá deben reconocer que un mecanismo adicional para encontrar una solución a este que se plantea como uno de los principales problemas, sea abrir las fronteras a la fuerza de trabajo de los tres países.

Para expresarlo esquemáticamente, acorde a los argumentos del presidente Trump, si no quiere que las empresas estadounidenses abran sucursales en México, que se permita que la mano de obra mexicana vaya a trabajar allá.

En los hechos está sucediendo aunque no en el sector industrial, sino sobre todo en la parte de los servicios y en la agricultura de aquel país.

Por qué no aprovechando la negociación del TLCAN en un acuerdo de ganar-ganar, simultáneamente se revisa la parte migratoria con la que los tres países indudablemente saldrían ganando.

Mientras México no mejore, vía una educación de calidad sobre todo en la parte tecnológica, no les significa una competencia mayor a los países vecinos, si en cambio estos requieren nuestra mano de obra como complemento a la de ellos.

 

Presidente de Unidos Podemos A.C. ZACATECAS

Correo: pedro_deleonm@hotmail.com

Facebook: Pedro de León Mojarro

Twitter: @Pdeleonm

Sitio Web: www.pedrodeleon.mx

Uno de los planteamientos prioritarios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) desde su creación fue la homologación de los salarios entre los tres países.

Ese objetivo no se logró y según los negociadores de Estados Unidos y Canadá, los perjudicados fueron ellos, pues los bajos salarios nos dieron competitividad, sobre todo en el norte del país para salir gananciosos del TLCAN.

Aunque algunos digan lo contrario, la apertura comercial dio resultados en materia económica, no así en materia de pobreza y desigualdad, de la que el libre comercio no es responsable.

Respecto a nuestro país, para el TLCAN, los estados del norte se prepararon, no así los del sur, que ni por enterados se dieron, pero tampoco fue culpa de ellos. Fue el modelo de crecimiento y distribución del presupuesto que benefició a unos en perjuicio de otros.

El Premio Nobel de Economía Paul Krugman, en su reciente visita a México, ofrece opiniones muy valiosas que deben servirnos para el hoy, pero sobre todo para el mañana, nos crítica y tiene razón cuando dice:

“Mucho después del 2000 finalmente empezamos a ver cierta reducción de las brechas sociales y educativas en México. Unos resultados que debieron ocurrir en los años 80 sucedieron veinte años después y México sigue siendo una sociedad desigual”.

Igualmente nos critica por nuestro bajo desarrollo en la vertiente educativa y al compararnos con Corea del Sur, país que fincó su desarrollo en la apuesta a la educación dominando inglés y con alto nivel para las matemáticas, “Estamos hablando de adaptarse a la globalización. Ellos entrenan a su gente y México no lo ha hecho”.

Lo deseable para los tres países como lo han expresado la mayoría de los empresarios y también la clase política, es que el TLCAN permanezca y por supuesto que se mejore. Su desaparición para México como lo ha expresado Krugman, significaría un segundo golpe a nuestra precaria economía, después de la caída del petróleo hace tres años.

Si el conflicto principal es la diferencia en salarios, México debe hacer su propio esfuerzo por actualizarse en esta materia para beneficio propio, incuestionablemente que el alza de los salarios traería como consecuencia un mayor dinamismo en el nivel de compra de los mexicanos e incluso abriría la posibilidad, de lo que hasta hoy es una simple utopía: el ahorro interno.

Por su parte Estados Unidos y Canadá deben reconocer que un mecanismo adicional para encontrar una solución a este que se plantea como uno de los principales problemas, sea abrir las fronteras a la fuerza de trabajo de los tres países.

Para expresarlo esquemáticamente, acorde a los argumentos del presidente Trump, si no quiere que las empresas estadounidenses abran sucursales en México, que se permita que la mano de obra mexicana vaya a trabajar allá.

En los hechos está sucediendo aunque no en el sector industrial, sino sobre todo en la parte de los servicios y en la agricultura de aquel país.

Por qué no aprovechando la negociación del TLCAN en un acuerdo de ganar-ganar, simultáneamente se revisa la parte migratoria con la que los tres países indudablemente saldrían ganando.

Mientras México no mejore, vía una educación de calidad sobre todo en la parte tecnológica, no les significa una competencia mayor a los países vecinos, si en cambio estos requieren nuestra mano de obra como complemento a la de ellos.

 

Presidente de Unidos Podemos A.C. ZACATECAS

Correo: pedro_deleonm@hotmail.com

Facebook: Pedro de León Mojarro

Twitter: @Pdeleonm

Sitio Web: www.pedrodeleon.mx