/ martes 24 de diciembre de 2019

Descristianización

VER

Me llamó la atención lo que advirtió el Papa Francisco a la Curia Romana, en su reciente saludo navideño: “No estamos más en la cristiandad. No más… No estamos ya en un régimen de cristianismo, porque la fe —especialmente en Europa, pero incluso en gran parte de Occidente— ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada y ridiculizada”.

¿Esto es verdad? Pareciera que no, porque en las celebraciones navideñas y de fin de año, nuestros templos se llenan de personas. Se realizan las “posadas” con mucha gente. En mi diócesis anterior, en las ciudades y en las parroquias rurales, hay activa vida eclesial, con muchos laicos implicados en la pastoral. Lo mismo constato en la diócesis donde ahora resido, Toluca, y en los retiros espirituales que acompaño en varias partes del país. Muchísimas personas se bautizan, se confirman y celebran la Primera Comunión, los tres años de sus pequeños y los quince años de sus hijas; muchos participan en las catequesis presacramentales. Todavía bastantes se casan por la Iglesia. Se aprecian el sacramento de la reconciliación y el auxilio de los últimos sacramentos. Los sacerdotes no se dan abasto a tantas solicitudes de servicios pastorales que la gente les pide; trabajan mucho y descansan poco. Hay aún bastantes jóvenes que optan por consagrar su vida a Dios y a la comunidad. Entonces, ¿es verdad lo que dice el Papa?

Si analizamos la vida ordinaria de nuestro pueblo, tiene razón el Papa. Hay muchos hechos que contradicen la fe cristiana, como la enorme cantidad de asesinatos, robos, extorsiones, abortos, secuestros, infidelidades matrimoniales, borracheras, drogas, corrupción, divisiones, etc. Esto contradice totalmente la fe. Muchos jóvenes están lejos de la Iglesia, aunque a veces participen en el culto, más obligados por sus padres o por la costumbre del pueblo, que por convicción personal y madura. Algunos narcotraficantes y líderes de grupos delincuenciales son muy devotos de la Virgen o de algún Santo, con lo cual hacen una burla de nuestra fe.

¿Esto es por los casos lamentables de pederastia clerical? Sí; a algunos les ha afectado y confían menos en la Iglesia. Otros lo usan como pretexto, porque no quieren que alguien les remueva su conciencia. Los creyentes maduros perseveran firmes en su fe, porque ésta se centra en Cristo, y El no falla.

PENSAR

Esto dijo el Papa a la Curia Romana: “Las poblaciones que no han recibido el anuncio del Evangelio no viven sólo en los continentes no occidentales, sino que se encuentran en todas partes, especialmente en las enormes conglomeraciones urbanas, que requieren una pastoral específica. En las grandes ciudades necesitamos otros “mapas”, otros paradigmas que nos ayuden a reposicionar nuestros modos de pensar y nuestras actitudes. Es necesaria una nueva evangelización, o reevangelización. Todo esto comporta necesariamente cambios y puntos de atención distintos” (21-XII-2019).


ACTUAR

En estos tiempos navideños, pensemos qué podemos hacer para fortalecer nuestra fe: orar más, meditar más la Palabra de Dios, participar más en actividades eclesiales, prepararse y ser agente de pastoral, compartir nuestra fe a otros, renovar nuestras parroquias, para que salgan de su modorra misionera.


Padres de familia: con su ejemplo y su palabra, alimenten la vivencia cristiana en sus hijos. Cuando tengan dudas y resistencias, dialoguen mucho con ellos y compártanles su propia experiencia de fe.



Obispo Emérito de SCLC

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Me llamó la atención lo que advirtió el Papa Francisco a la Curia Romana, en su reciente saludo navideño: “No estamos más en la cristiandad. No más… No estamos ya en un régimen de cristianismo, porque la fe —especialmente en Europa, pero incluso en gran parte de Occidente— ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada y ridiculizada”.

¿Esto es verdad? Pareciera que no, porque en las celebraciones navideñas y de fin de año, nuestros templos se llenan de personas. Se realizan las “posadas” con mucha gente. En mi diócesis anterior, en las ciudades y en las parroquias rurales, hay activa vida eclesial, con muchos laicos implicados en la pastoral. Lo mismo constato en la diócesis donde ahora resido, Toluca, y en los retiros espirituales que acompaño en varias partes del país. Muchísimas personas se bautizan, se confirman y celebran la Primera Comunión, los tres años de sus pequeños y los quince años de sus hijas; muchos participan en las catequesis presacramentales. Todavía bastantes se casan por la Iglesia. Se aprecian el sacramento de la reconciliación y el auxilio de los últimos sacramentos. Los sacerdotes no se dan abasto a tantas solicitudes de servicios pastorales que la gente les pide; trabajan mucho y descansan poco. Hay aún bastantes jóvenes que optan por consagrar su vida a Dios y a la comunidad. Entonces, ¿es verdad lo que dice el Papa?

Si analizamos la vida ordinaria de nuestro pueblo, tiene razón el Papa. Hay muchos hechos que contradicen la fe cristiana, como la enorme cantidad de asesinatos, robos, extorsiones, abortos, secuestros, infidelidades matrimoniales, borracheras, drogas, corrupción, divisiones, etc. Esto contradice totalmente la fe. Muchos jóvenes están lejos de la Iglesia, aunque a veces participen en el culto, más obligados por sus padres o por la costumbre del pueblo, que por convicción personal y madura. Algunos narcotraficantes y líderes de grupos delincuenciales son muy devotos de la Virgen o de algún Santo, con lo cual hacen una burla de nuestra fe.

¿Esto es por los casos lamentables de pederastia clerical? Sí; a algunos les ha afectado y confían menos en la Iglesia. Otros lo usan como pretexto, porque no quieren que alguien les remueva su conciencia. Los creyentes maduros perseveran firmes en su fe, porque ésta se centra en Cristo, y El no falla.

PENSAR

Esto dijo el Papa a la Curia Romana: “Las poblaciones que no han recibido el anuncio del Evangelio no viven sólo en los continentes no occidentales, sino que se encuentran en todas partes, especialmente en las enormes conglomeraciones urbanas, que requieren una pastoral específica. En las grandes ciudades necesitamos otros “mapas”, otros paradigmas que nos ayuden a reposicionar nuestros modos de pensar y nuestras actitudes. Es necesaria una nueva evangelización, o reevangelización. Todo esto comporta necesariamente cambios y puntos de atención distintos” (21-XII-2019).


ACTUAR

En estos tiempos navideños, pensemos qué podemos hacer para fortalecer nuestra fe: orar más, meditar más la Palabra de Dios, participar más en actividades eclesiales, prepararse y ser agente de pastoral, compartir nuestra fe a otros, renovar nuestras parroquias, para que salgan de su modorra misionera.


Padres de familia: con su ejemplo y su palabra, alimenten la vivencia cristiana en sus hijos. Cuando tengan dudas y resistencias, dialoguen mucho con ellos y compártanles su propia experiencia de fe.



Obispo Emérito de SCLC

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