/ miércoles 20 de enero de 2021

Día 1

Por: Saúl Ramírez

Joseph Biden se convierte este día en el presidente número 46 en la bicentenaria historia de Estados Unidos.

Sin tiempo de gracia para la luna de miel, el dirigente político debe asumir de inmediato las riendas de una nación sumida en la peor crisis sanitaria de su historia, al tiempo de poner en marcha el multimillonario plan de reactivación económica cuyos efectos pudieran impulsar también a la maltrecha economía mexicana. No tiene tiempo qué perder.

Son muchos quienes tienen altas expectativas de él, pero también hay un amplio sector de la población que le apuesta a su fracaso y denostación. La presión es mucha.

Los nombramientos que ha hecho de su gabinete reflejan la pluralidad e inclusión que fueron dos de sus banderas de campaña. Ahora el reto es traducirlo en eficacia y resultados.

De su lado tiene al Capitolio que, como pocas veces, su partido, el Demócrata, alcanzó la mayoría en ambas cámaras federales, lo que representa un fuerte activo para concretar sus planes de gobierno. El papel de la vicepresidenta Kamala Harris, como presidenta de la cámara alta, será crucial para destrabar cualquier empate en el Senado.

Ha dicho que en los primeros 100 días de su gobierno llevará a cabo una intensa campaña de vacunación, lo que implica que Estados Unidos siga concentrando gran parte de la producción de las vacunas contra Covid-19 para su población, yendo en contra de los planes de la ONU de volver equitativa la distribución de este valioso y urgente bien.

Su primera cita en el ámbito internacional será hasta mediados de junio, cuando en Reino Unido tenga lugar la cumbre de líderes del G-7, lo cual le permitirá enfocar toda su atención a la abultada agenda doméstica.

En el ámbito administrativo se enfrentará a un gobierno cuyas instituciones se encuentran dislocadas, por lo que la labor no sólo de reconstrucción, sino de mejoramiento tendrá que hacerse a marchas forzadas.

En su agenda tiene una “papa caliente” que es el juicio político en contra de su predecesor, cuyo enjuiciamiento en el Senado pudiera traducirse en su inhabilitación. Y pareciera que no sólo los demócratas tienen interés en ello, pues el propio líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, ha opinado que Donald Trump fue el que alimentó y provocó los actos de violencia en el Capitolio.

Se trata de un tema que causará más de un dolor de cabeza al oriundo de Pensilvania, pues podría implicar que las divisiones políticas en su país se reaviven en momentos que preferiría orden y paz para aplicar su plan de vacunación sin mayores contagios y menos muertes.

Hoy inicia una nueva era en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, pero los retos siguen siendo los mismos: vacunación y recuperación económica. Llegó el momento de traducir la oferta en acciones de gobierno.

*Internacionalista y abogado

Por: Saúl Ramírez

Joseph Biden se convierte este día en el presidente número 46 en la bicentenaria historia de Estados Unidos.

Sin tiempo de gracia para la luna de miel, el dirigente político debe asumir de inmediato las riendas de una nación sumida en la peor crisis sanitaria de su historia, al tiempo de poner en marcha el multimillonario plan de reactivación económica cuyos efectos pudieran impulsar también a la maltrecha economía mexicana. No tiene tiempo qué perder.

Son muchos quienes tienen altas expectativas de él, pero también hay un amplio sector de la población que le apuesta a su fracaso y denostación. La presión es mucha.

Los nombramientos que ha hecho de su gabinete reflejan la pluralidad e inclusión que fueron dos de sus banderas de campaña. Ahora el reto es traducirlo en eficacia y resultados.

De su lado tiene al Capitolio que, como pocas veces, su partido, el Demócrata, alcanzó la mayoría en ambas cámaras federales, lo que representa un fuerte activo para concretar sus planes de gobierno. El papel de la vicepresidenta Kamala Harris, como presidenta de la cámara alta, será crucial para destrabar cualquier empate en el Senado.

Ha dicho que en los primeros 100 días de su gobierno llevará a cabo una intensa campaña de vacunación, lo que implica que Estados Unidos siga concentrando gran parte de la producción de las vacunas contra Covid-19 para su población, yendo en contra de los planes de la ONU de volver equitativa la distribución de este valioso y urgente bien.

Su primera cita en el ámbito internacional será hasta mediados de junio, cuando en Reino Unido tenga lugar la cumbre de líderes del G-7, lo cual le permitirá enfocar toda su atención a la abultada agenda doméstica.

En el ámbito administrativo se enfrentará a un gobierno cuyas instituciones se encuentran dislocadas, por lo que la labor no sólo de reconstrucción, sino de mejoramiento tendrá que hacerse a marchas forzadas.

En su agenda tiene una “papa caliente” que es el juicio político en contra de su predecesor, cuyo enjuiciamiento en el Senado pudiera traducirse en su inhabilitación. Y pareciera que no sólo los demócratas tienen interés en ello, pues el propio líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, ha opinado que Donald Trump fue el que alimentó y provocó los actos de violencia en el Capitolio.

Se trata de un tema que causará más de un dolor de cabeza al oriundo de Pensilvania, pues podría implicar que las divisiones políticas en su país se reaviven en momentos que preferiría orden y paz para aplicar su plan de vacunación sin mayores contagios y menos muertes.

Hoy inicia una nueva era en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, pero los retos siguen siendo los mismos: vacunación y recuperación económica. Llegó el momento de traducir la oferta en acciones de gobierno.

*Internacionalista y abogado