/ sábado 26 de mayo de 2018

Día de Internet

Hoy, en casi cualquier punto del planeta, difícilmente se puede vivir sin las telecomunicaciones y particularmente sin el internet. Se ha convertido en una parte sustancial de la vida diaria, cuyos alcances cada día nos sorprenden más y, al mismo tiempo, nos “esclavizan” más a esta tecnología.

Su irrupción ha sido tan grande que mucho de lo que nos servía hasta la década de los 90 para nutrir nuestro intelecto y muchas otras cosas de la vida ha ido cayendo en desuso. Refiero los libros y las bibliotecas que ya están en internet y desde cualquier punto conectado, recostados en la cama, viajando en el camión o el avión, podemos consultar.

No se diga de la información. Los periódicos impresos (condenados a desaparecer muchos y a permanecer otros como piezas de contemplación histórica) están en internet y los podemos consultar con picarle a una aplicación en el teléfono móvil. Y así, la compra o venta de todo lo que podamos imaginarnos: ropa, calzado, vehículos, comida, pagos de servicios, movimientos bancarios, etcétera, etcétera.

Por esa importancia, por su irrupción en nuestras vidas y la dependencia que hemos creado, surgió la iniciativa del Día de Internet, en España en 2004. Fue, según consultamos en el propio internet, una propuesta de la Asociación de Usuarios de Internet, a la que se sumaron diferentes organizaciones.

La primera celebración ocurrió en 2005. Posteriormente se acordó que la fecha sería el 17 de mayo y claro, tiene un objetivo: dar a conocer las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para mejorar el nivel de vida de los pueblos y de sus ciudadanos. Dándoles un poco más de entendimiento sobre la tecnología y sus funciones.

Esta tecnología, como herramienta, ha sido determinantemente útil. Las nuevas generaciones, la millennials en particular, han sido las más beneficiadas. Se acabaron, como hasta antes de los 90, las consultas en bibliotecas, la lectura de libros (y la compra que ha caído escandalosamente y por los cual las editoriales han tenido que migrar a internet con los libros en línea y los audiolibros), las tareas de investigación bibliográfica e incluso de campo. ¡Todo está en internet!

Los que somos de generaciones anteriores a la millennials también usamos la tecnología y el internet, quizás menos y ciertamente con menos habilidad, y sí hemos comprobados la eficiencia de esta gran tecnología. Sin embargo, valga decir de paso, muchos seguimos acudiendo a los libros impresos, a los periódicos impresos, a las compras en vivo y en directo que nos permite escoger, probar, quizás regatear, como nos enseñaron nuestro padres.

Es también, y lo admito, un poco de romanticismo frente a esta irrupción tecnológica en nuestras vidas que todavía los mayores no acabamos de entender ni de conectarnos. Son los tiempos de nuestros hijos y nuestros, pero la importancia de señalar el Día de Internet también tiene que ver con responsabilidades.

Somos nosotros quienes, en efecto y como estable el objetivo de la celebración de este día, debemos ser vigilantes del internet. Sí que mejore nuestras vidas, las de familias y pueblos, pero no que se convierta (como ocurre también) en un instrumento de ocio, de exhibición de conductas desviadas, de criminalidad y de tráfico de drogas o trata de blancas.

Adultos y jóvenes tenemos la obligación de estar vigilantes, alertas y de que, en efecto, las nuevas tecnologías sean para bien y no para mal. No podemos ni ignorarlo ni deslindarnos de una herramienta que se metió hasta el baño de nuestras casas.


Senador del PRI


Hoy, en casi cualquier punto del planeta, difícilmente se puede vivir sin las telecomunicaciones y particularmente sin el internet. Se ha convertido en una parte sustancial de la vida diaria, cuyos alcances cada día nos sorprenden más y, al mismo tiempo, nos “esclavizan” más a esta tecnología.

Su irrupción ha sido tan grande que mucho de lo que nos servía hasta la década de los 90 para nutrir nuestro intelecto y muchas otras cosas de la vida ha ido cayendo en desuso. Refiero los libros y las bibliotecas que ya están en internet y desde cualquier punto conectado, recostados en la cama, viajando en el camión o el avión, podemos consultar.

No se diga de la información. Los periódicos impresos (condenados a desaparecer muchos y a permanecer otros como piezas de contemplación histórica) están en internet y los podemos consultar con picarle a una aplicación en el teléfono móvil. Y así, la compra o venta de todo lo que podamos imaginarnos: ropa, calzado, vehículos, comida, pagos de servicios, movimientos bancarios, etcétera, etcétera.

Por esa importancia, por su irrupción en nuestras vidas y la dependencia que hemos creado, surgió la iniciativa del Día de Internet, en España en 2004. Fue, según consultamos en el propio internet, una propuesta de la Asociación de Usuarios de Internet, a la que se sumaron diferentes organizaciones.

La primera celebración ocurrió en 2005. Posteriormente se acordó que la fecha sería el 17 de mayo y claro, tiene un objetivo: dar a conocer las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para mejorar el nivel de vida de los pueblos y de sus ciudadanos. Dándoles un poco más de entendimiento sobre la tecnología y sus funciones.

Esta tecnología, como herramienta, ha sido determinantemente útil. Las nuevas generaciones, la millennials en particular, han sido las más beneficiadas. Se acabaron, como hasta antes de los 90, las consultas en bibliotecas, la lectura de libros (y la compra que ha caído escandalosamente y por los cual las editoriales han tenido que migrar a internet con los libros en línea y los audiolibros), las tareas de investigación bibliográfica e incluso de campo. ¡Todo está en internet!

Los que somos de generaciones anteriores a la millennials también usamos la tecnología y el internet, quizás menos y ciertamente con menos habilidad, y sí hemos comprobados la eficiencia de esta gran tecnología. Sin embargo, valga decir de paso, muchos seguimos acudiendo a los libros impresos, a los periódicos impresos, a las compras en vivo y en directo que nos permite escoger, probar, quizás regatear, como nos enseñaron nuestro padres.

Es también, y lo admito, un poco de romanticismo frente a esta irrupción tecnológica en nuestras vidas que todavía los mayores no acabamos de entender ni de conectarnos. Son los tiempos de nuestros hijos y nuestros, pero la importancia de señalar el Día de Internet también tiene que ver con responsabilidades.

Somos nosotros quienes, en efecto y como estable el objetivo de la celebración de este día, debemos ser vigilantes del internet. Sí que mejore nuestras vidas, las de familias y pueblos, pero no que se convierta (como ocurre también) en un instrumento de ocio, de exhibición de conductas desviadas, de criminalidad y de tráfico de drogas o trata de blancas.

Adultos y jóvenes tenemos la obligación de estar vigilantes, alertas y de que, en efecto, las nuevas tecnologías sean para bien y no para mal. No podemos ni ignorarlo ni deslindarnos de una herramienta que se metió hasta el baño de nuestras casas.


Senador del PRI