/ jueves 2 de noviembre de 2017

Día de Muertos retrata nuestro espíritu

Pocas cosas retratan tanto y tan profundamente a una nación como sus tradiciones. Es en ellas que podemos conocer sus valores, su forma de ver la vida, su modo de convivir entre ellos y con los demás, aquello que es su prioridad y lo que bien puede quedar para otro momento.

Para el momento en que felizmente he pensado en hacerles entrega de estas líneas, se acerca el momento en que el cristianismo celebra la Fiesta de Todos los Santos, el 1 de noviembre y la Conmemoración de los Fieles Difuntos, a lo que simple y llanamente llamamos Día de Muertos, algo que combinado con nuestras más añejas tradiciones prehispánicas, deriva en un sincretismo que nos lleva a recordar a quienes se nos han adelantado en el camino, como si estuvieran en vida, sintiéndolos entre nosotros, para hacer de fechas como éstas días de fiesta y no momentos de recogimiento y tristeza, como ocurre en otras naciones.

En México, el Día de Muertos es ocasión para recordar a nuestros seres queridos ya fallecidos, por cómo eran en vida, por lo que les rendimos homenaje a través de ofrendas en las que ponemos a su disposición tanto aquello que más gustaban de comer o beber, más algunos de sus objetos preferidos y desde luego imágenes que nos hacen sentirlos cerca.

Las ofrendas que colocamos en Día de Muertos suelen ir decoradas con recortes de papel de China, arreglos de flores de cempasúchil, diferentes opciones de incienso y platillos propios de esta festividad, como la calabaza en tacha, dulces típicos mexicanos como las alegrías, los borrachos, camotes con leche y platos muy nuestros, como el mole, el arroz rojo y en no pocas ocasiones, expresiones de la cocina prehispánica, como escamoles, gusanos de maguey, chapulines y demás guisos que nos recuerdan quienes fueron aquellos que se nos adelantaron y quienes hemos sido los mexicanos a lo largo de siglos de forjar una identidad.

Para esta ocasión, el Día de Muertos llega en momentos difíciles que vivimos tanto en lo personal, como en lo colectivo, después de vernos sometidos una vez más a las consecuencias de ser una cultura forjada en zonas de diferente sismicidad, donde año con año debemos hacer frente a movimientos telúricos de diferente intensidad en grados Richter, mismos que en ocasiones aumentan dramáticamente, llevándonos a vivir situaciones de desastre como los terremotos del 19 de septiembre de 1985, que dejó más de 10 mil muertos y los más recientes del 7 y otra vez 19 de septiembre del presente 2017, que una vez más dejaron tras de sí caos, destrucción y muerte, arrebatándonos paisanos de entidades como Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Puebla, Morelos y la Ciudad de México, donde se vivieron dramas como la muerte de 19 niños que estudiaban en el Colegio Enrique Rébsamen, cuyas instalaciones colapsaron.

La cercanía de momentos tan difíciles lleva a que en el presente 2017, los mexicanos lleguemos dolidos a la conmemoración del Día de Muertos, pero que fieles a lo que en nuestro país ha sido una tradición, recordemos de la mejor forma posible a una dimensión respecto a la que en muchos casos tenemos fe, mas no conocimiento, mismo que no buscamos con afán cuando de nuestra espiritualidad se trata.

La conmemoración del Día de Muertos es una festividad que nos une a todos los mexicanos, fortaleciendo nuestras raíces históricas y proyectándonos sobre lo que queremos ser en un futuro. Nos damos a conocer como un pueblo espiritual, capaz de encontrar alegría aún en los momentos más difíciles. En el Día de Muertos nos dejamos ver tal cual somos, un pueblo unido y con valores.

Senadora del PRI

yalandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre

Pocas cosas retratan tanto y tan profundamente a una nación como sus tradiciones. Es en ellas que podemos conocer sus valores, su forma de ver la vida, su modo de convivir entre ellos y con los demás, aquello que es su prioridad y lo que bien puede quedar para otro momento.

Para el momento en que felizmente he pensado en hacerles entrega de estas líneas, se acerca el momento en que el cristianismo celebra la Fiesta de Todos los Santos, el 1 de noviembre y la Conmemoración de los Fieles Difuntos, a lo que simple y llanamente llamamos Día de Muertos, algo que combinado con nuestras más añejas tradiciones prehispánicas, deriva en un sincretismo que nos lleva a recordar a quienes se nos han adelantado en el camino, como si estuvieran en vida, sintiéndolos entre nosotros, para hacer de fechas como éstas días de fiesta y no momentos de recogimiento y tristeza, como ocurre en otras naciones.

En México, el Día de Muertos es ocasión para recordar a nuestros seres queridos ya fallecidos, por cómo eran en vida, por lo que les rendimos homenaje a través de ofrendas en las que ponemos a su disposición tanto aquello que más gustaban de comer o beber, más algunos de sus objetos preferidos y desde luego imágenes que nos hacen sentirlos cerca.

Las ofrendas que colocamos en Día de Muertos suelen ir decoradas con recortes de papel de China, arreglos de flores de cempasúchil, diferentes opciones de incienso y platillos propios de esta festividad, como la calabaza en tacha, dulces típicos mexicanos como las alegrías, los borrachos, camotes con leche y platos muy nuestros, como el mole, el arroz rojo y en no pocas ocasiones, expresiones de la cocina prehispánica, como escamoles, gusanos de maguey, chapulines y demás guisos que nos recuerdan quienes fueron aquellos que se nos adelantaron y quienes hemos sido los mexicanos a lo largo de siglos de forjar una identidad.

Para esta ocasión, el Día de Muertos llega en momentos difíciles que vivimos tanto en lo personal, como en lo colectivo, después de vernos sometidos una vez más a las consecuencias de ser una cultura forjada en zonas de diferente sismicidad, donde año con año debemos hacer frente a movimientos telúricos de diferente intensidad en grados Richter, mismos que en ocasiones aumentan dramáticamente, llevándonos a vivir situaciones de desastre como los terremotos del 19 de septiembre de 1985, que dejó más de 10 mil muertos y los más recientes del 7 y otra vez 19 de septiembre del presente 2017, que una vez más dejaron tras de sí caos, destrucción y muerte, arrebatándonos paisanos de entidades como Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Puebla, Morelos y la Ciudad de México, donde se vivieron dramas como la muerte de 19 niños que estudiaban en el Colegio Enrique Rébsamen, cuyas instalaciones colapsaron.

La cercanía de momentos tan difíciles lleva a que en el presente 2017, los mexicanos lleguemos dolidos a la conmemoración del Día de Muertos, pero que fieles a lo que en nuestro país ha sido una tradición, recordemos de la mejor forma posible a una dimensión respecto a la que en muchos casos tenemos fe, mas no conocimiento, mismo que no buscamos con afán cuando de nuestra espiritualidad se trata.

La conmemoración del Día de Muertos es una festividad que nos une a todos los mexicanos, fortaleciendo nuestras raíces históricas y proyectándonos sobre lo que queremos ser en un futuro. Nos damos a conocer como un pueblo espiritual, capaz de encontrar alegría aún en los momentos más difíciles. En el Día de Muertos nos dejamos ver tal cual somos, un pueblo unido y con valores.

Senadora del PRI

yalandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre