Por Antonio Guterres / ONU
“El papel de la educación en la protección y el empoderamiento de la juventud para un futuro sin desastres”
Cuando sobrevienen, los desastres provocan una devastación enorme en las personas, las sociedades y las economías. Las repercusiones de la muerte, la destrucción y el desplazamiento son inimaginables. Hoy en día, los desastres suelen verse potenciados por la crisis climática, que los hace más frecuentes e intensos.
Nadie está a salvo, pero los niños son especialmente vulnerables. En los últimos años, el número de niños afectados por inundaciones arrasadoras en todo el mundo alcanzó los niveles más elevados en más de tres décadas. Después de un desastre, la infancia sufre repercusiones graves, como la interrupción de la escolaridad, la nutrición y la atención de la salud.
Aun así, la infancia es más que mera víctima de los desastres. Es quien más apuesta por el futuro, y sus ideas e innovaciones pueden ayudar a reducir el riesgo y aumentar la resiliencia.
Como nos recuerda este Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, la educación es clave no solo para proteger a la infancia, sino también para permitirle que participe en las decisiones a fin de reducir los riesgos para todos.
Todos los países pueden tomar medidas que tengan por objeto reducir los riesgos para la infancia garantizando la cobertura universal de los sistemas de alerta temprana de peligros múltiples, construyendo escuelas y reforzando las existentes de manera que sean resilientes a los desastres, adhiriéndose al Marco Integral de Seguridad Escolar y dando a la juventud el espacio y los instrumentos necesarios para que abogue por la resiliencia.
Este Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, así como todos los días, forjemos un mañana más seguro y más resiliente: se lo debemos a las generaciones futuras.