/ miércoles 27 de febrero de 2019

Dictadura equivalente a ignorancia

Pretender imponer o dar forma a una dictadura en los tiempos actuales, además de exhibir una sed desmedida de poder, muestra ignorancia por parte de quien se quiere instituir como dictador en una época en que la tecnología de la información, cada vez acota más la manipulación de ésta y mucho menos permite que se le oculte.

En décadas o siglos pasados, buscar la perpetuación en el poder, era la más natural de las aspiraciones, cuando diferentes países y continentes apenas salían de monarquías e imperios, cuando la práctica de la democracia era incipiente, además de que el manejo de información se mantenía en manos de las clases más poderosas, tanto en cuanto a gobierno, como en lo referente a empresarios y terratenientes.

Viendo las cosas en términos actuales, atrocidades como los campos de concentración no podrían mantenerse ocultas hoy en día, cuando desde los satélites se puede hacer un espionaje metro por metro que permite incluso leer placas de vehículos y con más razón, ver la forma en que se utilizan diferentes instalaciones.

También de la época de Hitler, data lo que ha sido una de las expresiones máximas de las dictaduras en cuanto al manejo de la propaganda política, aquella que dijo su ministro del ramo, Joseph Göbbels, quien en su momento expresó que “una mentira repetida mil veces, termina convirtiéndose en verdad”.

Hoy los tiempos son otros, la información fluye de forma constante y es accesible en prácticamente todo el mundo, ya no sólo a través de medios impresos, televisión o radio, dado que gracias a internet y todos los gadgets que le están asociados, como computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes y ahora hasta relojes inteligentes, la información está a la mano de prácticamente cualquier persona.

En tal contexto, aspirar a formar una dictadura eterna, se convierte en una ingenuidad, como lo está experimentando actualmente Nicolás Maduro en Venezuela, quien pretende perpetuarse en un poder que no está preparado para ejercer y que muy probablemente deberá dejar a la luz de presiones internas y externas crecientes. Ya no le basta con retener informadores y sus equipos de trabajo, como pretendió hacer con el mexicano Jorge Ramos.

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre

Pretender imponer o dar forma a una dictadura en los tiempos actuales, además de exhibir una sed desmedida de poder, muestra ignorancia por parte de quien se quiere instituir como dictador en una época en que la tecnología de la información, cada vez acota más la manipulación de ésta y mucho menos permite que se le oculte.

En décadas o siglos pasados, buscar la perpetuación en el poder, era la más natural de las aspiraciones, cuando diferentes países y continentes apenas salían de monarquías e imperios, cuando la práctica de la democracia era incipiente, además de que el manejo de información se mantenía en manos de las clases más poderosas, tanto en cuanto a gobierno, como en lo referente a empresarios y terratenientes.

Viendo las cosas en términos actuales, atrocidades como los campos de concentración no podrían mantenerse ocultas hoy en día, cuando desde los satélites se puede hacer un espionaje metro por metro que permite incluso leer placas de vehículos y con más razón, ver la forma en que se utilizan diferentes instalaciones.

También de la época de Hitler, data lo que ha sido una de las expresiones máximas de las dictaduras en cuanto al manejo de la propaganda política, aquella que dijo su ministro del ramo, Joseph Göbbels, quien en su momento expresó que “una mentira repetida mil veces, termina convirtiéndose en verdad”.

Hoy los tiempos son otros, la información fluye de forma constante y es accesible en prácticamente todo el mundo, ya no sólo a través de medios impresos, televisión o radio, dado que gracias a internet y todos los gadgets que le están asociados, como computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes y ahora hasta relojes inteligentes, la información está a la mano de prácticamente cualquier persona.

En tal contexto, aspirar a formar una dictadura eterna, se convierte en una ingenuidad, como lo está experimentando actualmente Nicolás Maduro en Venezuela, quien pretende perpetuarse en un poder que no está preparado para ejercer y que muy probablemente deberá dejar a la luz de presiones internas y externas crecientes. Ya no le basta con retener informadores y sus equipos de trabajo, como pretendió hacer con el mexicano Jorge Ramos.

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre