/ domingo 21 de noviembre de 2021

Dignificando la políticaexterior

La política exterior enmarcada en el Plan Nacional deDesarrollo 2018-2024 del Gobierno de México tiene claro que es necesario trabajar hacia un mundo incluyente y justo, y que México tiene que predicar con el ejemplo, por eso, cuando cuestionan al presidente Andrés Manuel LópezObrador sobre su ausencia en cumbres y reuniones internacionales, él responde que “la mejor política exterior es la interior”. Tiene claro que México había perdido relevancia durante los llamados “gobiernos neoliberales”, opacando así grandes virtudes como su riqueza natural, cultural y social.

Y cómo no iba a estar desprestigiada la imagen de nuestro país, si estábamos sumergidos en la más profunda desigualdad económica y social mientras, precisamente, los políticos derrochaban el dinero en espléndidos viajes al extranjero en su intento de política exterior, como aquel último del sexenio de Enrique Peña Nieto a Argentina donde gastó 7 millones de pesos solamente en servicio de internet.

Lo que a la oposición le parece insensatez o apatía por parte del gobierno actual, no es más que una forma distinta de hacer política. Una que incluso está plasmada en nuestra Carta Magna y que pondera por sobre todas las cosas el respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Eso que para el poder económico parece estar muy de modé.

La política exterior mexicana lo ha llevado incluso más allá, apostándole a la justicia, al diálogo y a la transformación por la vía pacífica. Acogiendo un elemento vital: la cooperación para el desarrollo mediante vínculos de fraternidad.

Si hay algo que se ha puesto en duda es la capacidad de LópezObrador para mediar la relación con Estados Unidos y Canadá. Que si AMLO impone cosas a las transnacionales canadienses, que si no felicitó a Joe Biden por ganarlas elecciones, o cualquier otra nimiedad que pondría de relieve un mal actuar por parte de nuestro presidente. Sin embargo, la relación ha sido tan afable que estamos a escasos días de que se reúnan por primera vez de manera presencial los mandatarios de los tres países que conforman el T-MEC en el marco de la novena cumbre de Líderes de América del Norte.

Sin duda se vislumbran buenas noticias, pues hemos atestiguado que, por primera vez en décadas, el gobierno mexicano ha sido capaz de posicionar temas de la agenda nacional como el tráfico de personas y trasiego de armas, de manera cordial. Logrando un trato entre iguales y puntualizando que México no es patio trasero de nadie.

Al sur no ha sido diferente, México no sólo ha dirigido la mirada hacia América Latina y El Caribe, también ha afianzado relaciones de amistad extendiendo su mano ante lo peor de la pandemia a los países más afectados. Ha tenido una gran dirigencia como presidente pro tempore de la CELAC, exhortando a toda la región a conformar un mecanismo de integración regional del estilo de la Unión Europea, claramente, adaptado a nuestra historia y nuestras necesidades.

El Plan Mundial para la Fraternidad y Bienestar propuesto por el presidente López Obrador urge a las naciones para actuar contra la desigualdad y la pobreza. No es casualidad que ahora México presida el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La lucha contra la corrupción y la impunidad, así como esa persistencia por encauzar el desarrollo nacional mediante la distribución de la riqueza, forman parte de una política exterior prospectiva que aumenta el nivel de confianza y evidencia que, sólo con justicia y estabilidad interna que promuevan el desarrollo y la democracia, se puede ganar respeto en el mundo.


Diputada federal por Morena

La política exterior enmarcada en el Plan Nacional deDesarrollo 2018-2024 del Gobierno de México tiene claro que es necesario trabajar hacia un mundo incluyente y justo, y que México tiene que predicar con el ejemplo, por eso, cuando cuestionan al presidente Andrés Manuel LópezObrador sobre su ausencia en cumbres y reuniones internacionales, él responde que “la mejor política exterior es la interior”. Tiene claro que México había perdido relevancia durante los llamados “gobiernos neoliberales”, opacando así grandes virtudes como su riqueza natural, cultural y social.

Y cómo no iba a estar desprestigiada la imagen de nuestro país, si estábamos sumergidos en la más profunda desigualdad económica y social mientras, precisamente, los políticos derrochaban el dinero en espléndidos viajes al extranjero en su intento de política exterior, como aquel último del sexenio de Enrique Peña Nieto a Argentina donde gastó 7 millones de pesos solamente en servicio de internet.

Lo que a la oposición le parece insensatez o apatía por parte del gobierno actual, no es más que una forma distinta de hacer política. Una que incluso está plasmada en nuestra Carta Magna y que pondera por sobre todas las cosas el respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Eso que para el poder económico parece estar muy de modé.

La política exterior mexicana lo ha llevado incluso más allá, apostándole a la justicia, al diálogo y a la transformación por la vía pacífica. Acogiendo un elemento vital: la cooperación para el desarrollo mediante vínculos de fraternidad.

Si hay algo que se ha puesto en duda es la capacidad de LópezObrador para mediar la relación con Estados Unidos y Canadá. Que si AMLO impone cosas a las transnacionales canadienses, que si no felicitó a Joe Biden por ganarlas elecciones, o cualquier otra nimiedad que pondría de relieve un mal actuar por parte de nuestro presidente. Sin embargo, la relación ha sido tan afable que estamos a escasos días de que se reúnan por primera vez de manera presencial los mandatarios de los tres países que conforman el T-MEC en el marco de la novena cumbre de Líderes de América del Norte.

Sin duda se vislumbran buenas noticias, pues hemos atestiguado que, por primera vez en décadas, el gobierno mexicano ha sido capaz de posicionar temas de la agenda nacional como el tráfico de personas y trasiego de armas, de manera cordial. Logrando un trato entre iguales y puntualizando que México no es patio trasero de nadie.

Al sur no ha sido diferente, México no sólo ha dirigido la mirada hacia América Latina y El Caribe, también ha afianzado relaciones de amistad extendiendo su mano ante lo peor de la pandemia a los países más afectados. Ha tenido una gran dirigencia como presidente pro tempore de la CELAC, exhortando a toda la región a conformar un mecanismo de integración regional del estilo de la Unión Europea, claramente, adaptado a nuestra historia y nuestras necesidades.

El Plan Mundial para la Fraternidad y Bienestar propuesto por el presidente López Obrador urge a las naciones para actuar contra la desigualdad y la pobreza. No es casualidad que ahora México presida el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La lucha contra la corrupción y la impunidad, así como esa persistencia por encauzar el desarrollo nacional mediante la distribución de la riqueza, forman parte de una política exterior prospectiva que aumenta el nivel de confianza y evidencia que, sólo con justicia y estabilidad interna que promuevan el desarrollo y la democracia, se puede ganar respeto en el mundo.


Diputada federal por Morena