/ jueves 11 de febrero de 2021

“Dijo Gestas, ¿qué chin…son estas?”

En las que estamos sumidos en nuestro país; y no exclusivamente por causa de la pandemia que azota ciertamente a la totalidad de la humanidad, sino por el comportamiento que tenemos al enfrentarla; pues tal parece que quienes están en la posibilidad de combatirla no lo hacen como debieran por estar ocupados en sus pleitos claramente callejeros por el poder político, arrastrando con ello a la sociedad entera, de una forma u otra, con razón o sin ella.

No hay paso que dé una de las partes en conflicto, en este caso la autoridad establecida, sin que la otra u otras respondan con descalificaciones en todos los tonos. Desde criticas científicas o lógicamente correctas hasta mentadas de madre que, eso sí, son puntualmente contestadas con el mismo acento por los defensores de las medidas gubernamentales decretadas, sobre todo en las benditas redes sociales.

De la cuestionada estrategia que liderea e instrumenta la Secretaría de Salud, lastimosamente con resultados inadmisibles para ella misma cuando hace meses el doctor López Gattel ensayaba su pronóstico de fallecimientos, hasta el ya iniciado plan de vacunación en donde, para echarle más sal a la herida, aparecen en las brigadas encargadas de aplicar las inyecciones los llamados “siervos de la nación” que por supuesto, están siendo vacunados en detrimento de algunos integrantes del cuerpo médico que operan en el frente de batalla contra el virus.

Disposición que cuenta con la indignación de muchos, sobre todo por la falta de una explicación convincente. Y eso que aún no contamos con las vacunas mínimamente suficientes, cuya variedad, además, implica otro tema que también está siendo discutido, el de la efectividad según su procedencia. Una verdadera cena de negros, como decían los antiguos de mi niñez.

En esta circunstancia y para preocupación sincera y empática de muchos de nosotros, nos fue anunciado el contagió sufrido por el presidente de la república. La noticia de inmediato causó una conmoción nacional, máxime si consideramos que en esta etapa de su gestión López Obrador cuando menos, concentra más decisiones sobre la vida pública del país que sus cuatro antecesores juntos.

La falta de información suficiente al respecto avivó el fuego ya de por si pronunciado y apreciable preponderantemente en las redes sociales, para bien o para mal, lo que se tradujo en expresiones de toda índole, según los bandos en la disputa por el poder político, hubo una evidente consternación social mayoritaria, así como la complacencia insana de sus adversarios fanáticos, sin faltar, como siempre pasa, las hipocresías de quienes vieron en el acontecimiento un nicho de oportunidad para sus intereses personales.

Lo cierto es que en el México conocido por quien escribe, que ya es un decir, ningún personaje político ha sido tan ampliamente discutido y caricaturizado ni tan abrumadora y apasionadamente defendido como el presidente Andrés Manuel López Obrador, apoyemos o no cada decisión que asume.

De ahí que su reaparición en público haya tapado a las bocas malintencionadas, pero principalmente tranquilizó a la mayor parte de la población que ve en él a su indiscutido paladín y que sinceramente estuvo preocupada por todas las especulaciones que rodearon a su ausencia, de tal suerte que a quienes enfermizamente no deseaban su recuperación, para fortuna del país, una vez más:


No les salió… los cruzazulearon.

napoleonef@hotmail.com

En las que estamos sumidos en nuestro país; y no exclusivamente por causa de la pandemia que azota ciertamente a la totalidad de la humanidad, sino por el comportamiento que tenemos al enfrentarla; pues tal parece que quienes están en la posibilidad de combatirla no lo hacen como debieran por estar ocupados en sus pleitos claramente callejeros por el poder político, arrastrando con ello a la sociedad entera, de una forma u otra, con razón o sin ella.

No hay paso que dé una de las partes en conflicto, en este caso la autoridad establecida, sin que la otra u otras respondan con descalificaciones en todos los tonos. Desde criticas científicas o lógicamente correctas hasta mentadas de madre que, eso sí, son puntualmente contestadas con el mismo acento por los defensores de las medidas gubernamentales decretadas, sobre todo en las benditas redes sociales.

De la cuestionada estrategia que liderea e instrumenta la Secretaría de Salud, lastimosamente con resultados inadmisibles para ella misma cuando hace meses el doctor López Gattel ensayaba su pronóstico de fallecimientos, hasta el ya iniciado plan de vacunación en donde, para echarle más sal a la herida, aparecen en las brigadas encargadas de aplicar las inyecciones los llamados “siervos de la nación” que por supuesto, están siendo vacunados en detrimento de algunos integrantes del cuerpo médico que operan en el frente de batalla contra el virus.

Disposición que cuenta con la indignación de muchos, sobre todo por la falta de una explicación convincente. Y eso que aún no contamos con las vacunas mínimamente suficientes, cuya variedad, además, implica otro tema que también está siendo discutido, el de la efectividad según su procedencia. Una verdadera cena de negros, como decían los antiguos de mi niñez.

En esta circunstancia y para preocupación sincera y empática de muchos de nosotros, nos fue anunciado el contagió sufrido por el presidente de la república. La noticia de inmediato causó una conmoción nacional, máxime si consideramos que en esta etapa de su gestión López Obrador cuando menos, concentra más decisiones sobre la vida pública del país que sus cuatro antecesores juntos.

La falta de información suficiente al respecto avivó el fuego ya de por si pronunciado y apreciable preponderantemente en las redes sociales, para bien o para mal, lo que se tradujo en expresiones de toda índole, según los bandos en la disputa por el poder político, hubo una evidente consternación social mayoritaria, así como la complacencia insana de sus adversarios fanáticos, sin faltar, como siempre pasa, las hipocresías de quienes vieron en el acontecimiento un nicho de oportunidad para sus intereses personales.

Lo cierto es que en el México conocido por quien escribe, que ya es un decir, ningún personaje político ha sido tan ampliamente discutido y caricaturizado ni tan abrumadora y apasionadamente defendido como el presidente Andrés Manuel López Obrador, apoyemos o no cada decisión que asume.

De ahí que su reaparición en público haya tapado a las bocas malintencionadas, pero principalmente tranquilizó a la mayor parte de la población que ve en él a su indiscutido paladín y que sinceramente estuvo preocupada por todas las especulaciones que rodearon a su ausencia, de tal suerte que a quienes enfermizamente no deseaban su recuperación, para fortuna del país, una vez más:


No les salió… los cruzazulearon.

napoleonef@hotmail.com