/ viernes 22 de abril de 2022

Dime que innovas en salud sin usar la palabra “innovación” 

Cristóbal Thompson. Editor ejecutivo de la AMIIF


El 21 de abril, seis días después del cumpleaños de Leonardo Da Vinci y un día antes del Día Internacional de la Madre Tierra celebramos el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación.

El eslogan de AMIIF es “Pasión por la innovación” y ya se imaginarán cuán cerca nos sentimos de la efeméride. Y, no somos los únicos. En los últimos años “innovación” se ha vuelto, para bien y para mal, una palabra de moda. Hace un par de años Board of Innovation, una firma global de consultoría estimaba que había alrededor de 70,000 libros sobre innovación disponibles para comprar en ese momento. Si leemos a un ritmo de 20 páginas por día, nos tomaría unos 2500 años leerlas todas. Y no me mal entiendan: Me entuasiasma que la simple idea de innovación sea tan atractiva para tantas personas. Pero sí hay algo que me preocupa: vaciar de contenido a la palabra y usarla no solo indistintamente, sino más grave aún, carente de sentido.

Innovar no es una palabra inerte, innovar es acción. La innovación, en su forma más básica, es el uso de la creatividad para resolver problemas. Eso es todo. Si está resolviendo un problema de manera creativa, está innovando. Si tu solución creativa no funciona o empeora el problema, o si estás resolviendo un problema de la manera estándar, entonces no estás innovando. Es realmente tan simple como eso.

¿Cómo aplicamos esta resolución creativa de problemas en salud? Identificando las necesidades no satisfechas de los pacientes, investigando y desarrollando nuevos medicamentos y nuevas opciones terapéuticas para que las personas puedan vivir su vida de manera más plena, sin barreras de salud que les impida ir trabajar, ir a comer con sus amigos o pasar tiempo con su familia. No hay mucho margen para las palabras vacías cuando hablamos de innovación en salud porque los efectos reales de las soluciones que se proponen se ven y se viven todos los días en ti, en mí, y en cada paciente que hoy necesita un medicamento.

Sobre esta resolución creativa, concreta y real de problemas o barreras en salud es sobre lo que estaremos hablando la siguiente semana en la Semana de la innovación: La transformación del sector salud: Aportaciones de la industria farmacéutica (https://bit.ly/3K2fgq9) Porque saben cuál es otra buena noticia: que todas las habilidades y comportamientos necesarios para ser innovador se pueden enseñar. Queremos compartir la experiencia de nuestro sector.

Cristóbal Thompson. Editor ejecutivo de la AMIIF


El 21 de abril, seis días después del cumpleaños de Leonardo Da Vinci y un día antes del Día Internacional de la Madre Tierra celebramos el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación.

El eslogan de AMIIF es “Pasión por la innovación” y ya se imaginarán cuán cerca nos sentimos de la efeméride. Y, no somos los únicos. En los últimos años “innovación” se ha vuelto, para bien y para mal, una palabra de moda. Hace un par de años Board of Innovation, una firma global de consultoría estimaba que había alrededor de 70,000 libros sobre innovación disponibles para comprar en ese momento. Si leemos a un ritmo de 20 páginas por día, nos tomaría unos 2500 años leerlas todas. Y no me mal entiendan: Me entuasiasma que la simple idea de innovación sea tan atractiva para tantas personas. Pero sí hay algo que me preocupa: vaciar de contenido a la palabra y usarla no solo indistintamente, sino más grave aún, carente de sentido.

Innovar no es una palabra inerte, innovar es acción. La innovación, en su forma más básica, es el uso de la creatividad para resolver problemas. Eso es todo. Si está resolviendo un problema de manera creativa, está innovando. Si tu solución creativa no funciona o empeora el problema, o si estás resolviendo un problema de la manera estándar, entonces no estás innovando. Es realmente tan simple como eso.

¿Cómo aplicamos esta resolución creativa de problemas en salud? Identificando las necesidades no satisfechas de los pacientes, investigando y desarrollando nuevos medicamentos y nuevas opciones terapéuticas para que las personas puedan vivir su vida de manera más plena, sin barreras de salud que les impida ir trabajar, ir a comer con sus amigos o pasar tiempo con su familia. No hay mucho margen para las palabras vacías cuando hablamos de innovación en salud porque los efectos reales de las soluciones que se proponen se ven y se viven todos los días en ti, en mí, y en cada paciente que hoy necesita un medicamento.

Sobre esta resolución creativa, concreta y real de problemas o barreras en salud es sobre lo que estaremos hablando la siguiente semana en la Semana de la innovación: La transformación del sector salud: Aportaciones de la industria farmacéutica (https://bit.ly/3K2fgq9) Porque saben cuál es otra buena noticia: que todas las habilidades y comportamientos necesarios para ser innovador se pueden enseñar. Queremos compartir la experiencia de nuestro sector.