/ sábado 28 de agosto de 2021

Disco duro | Deporte y violencia misógina

Esta semana hubo controversia en el periodismo deportivo impreso. El lunes pasado, las portadas de la mayoría de los medios deportivos destacaron el triunfo del América sobre los Xolos de Tijuana por dos goles a cero, uno de los cuales fue conseguido por Renato Ibarra, quien regresaba al cuadro azulcrema después de tener problemas con la ley por golpear a su esposa embarazada y pasar seis meses exiliado en el Atlas.

Los titulares reconocían su calidad de agresor, o “presunto” agresor, otros dijeron que ya da “golpes de autoridad”, o chabacanamente lo declararon “Violento goleador”. Cabezas juguetonas, suelen decir los editores. Lo importante fue su gol, su hazaña en la cancha. Lo demás queda, según ellos, en lo extra deportivo, en un asunto de su vida privada.

El problema es que la sociedad va ya mucho más adelante que eso. De inmediato hubo reacciones de grupos feministas y de otros periodistas repudiando el que se le exaltara pese a su antecedente, pues ya no es posible disociar un tema del otro.

Salvo honrosas excepciones, como Daniel Brailovsky, en Fox Sport, los comentaristas de radio y televisión defendieron al jugador. En las redacciones de los diarios deportivos hubo tensión, desconcierto y regaños por lo que habían hecho: ensalzar a un violentador. Algo que en el pasado hubiera pasado desapercibido, pero no en nuestros días.

El miércoles el diario ESTO publicó un artículo firmado por Silvana Leiva, del colectivo Somos Versus, (@SomosVersus) que coordina con perspectiva de género la periodista Marion Reimers, donde se repudiaba el actuar de los periódicos deportivos.

“Por esta razón, desde Somos Versus condenamos estas publicaciones, señalamos a los medios responsables y hacemos un llamado a la reflexión general, a revisar la ética periodística que debería guiar este oficio. La violencia de género es uno de los problemas más lamentables de nuestra sociedad hoy, y es un tema invisible en las agendas de los medios deportivos, enfocados en retratar aquello que vende sin medir las consecuencias sociales de su representación. (…) Espectacularizar y/o lucrar con la violencia machista es convertirse en cómplice de ella. Los medios nunca fueron ni serán neutrales a los problemas de nuestra sociedad…”

David Faitelson también había publicado un día antes un texto en el suplemento Cancha, de Reforma diciendo: “Uno nunca sabe lo que se va a encontrar en una tribuna de futbol, pero nadie espera que un grupo de aficionados –incluyendo mujeres—aplauda el regreso a la cancha de un futbolista que fue acusado de golpear a una mujer embarazada”.

Angélica de la Peña (@angelicadelap) también publicó un artículo en esta casa editorial el jueves pasado, destacando lo delicado del asunto.

“Es muy lamentable que en el deporte no se entienda que los atletas son ejemplo para la sociedad, en particular para las y los niños y jóvenes. Un Club atiende la magnitud del hecho y decide tomar medidas “definitivas”, anuncia su compromiso para prevenir todo tipo de violencia contra las mujeres, dice trabajará para erradicar ese comportamiento de sus futbolistas y luego se olvida de su compromiso a partir de sus intereses económicos derivados de la competencia futbolera: Renato Ibarra vuelve porque “requieren” a un mediocampista y se disculpan señalando que eso ya quedó resuelto entre la pareja, aún cuando no hay ninguna constancia de que la conducta misógina del jugador haya sido superada. (…) lo más increíble es que su regreso se de con vítores por parte de la afición americanista.”

Hay quienes dicen que se está estigmatizando al jugador, que nunca fue juzgado (porque llegó a un arreglo económico con quien, aseguró, nunca golpeó), que un minuto de mal juicio no puede empañar una carrera deportiva, que ya tomó en Jalisco un curso contra la violencia de género.

Sin embargo, ese “mal minuto” debe servir de ejemplo a la sociedad de lo que ya no debe pasar en nuestros hogares: la violencia intrafamiliar debe ser erradicada y los medios tenemos la obligación de no fomentarla, ni mandar el mensaje que eso es cosa “privada”.

Una mala persona lo sigue siendo a pesar de ser un buen jugador o excelente figura en su disciplina o ámbito.

En el USB…

Por una lesión, el América anunció que Ibarra ya no jugará el resto de la temporada, en lo que parece ser más un control de daños que un tema muscular…

Esta semana hubo controversia en el periodismo deportivo impreso. El lunes pasado, las portadas de la mayoría de los medios deportivos destacaron el triunfo del América sobre los Xolos de Tijuana por dos goles a cero, uno de los cuales fue conseguido por Renato Ibarra, quien regresaba al cuadro azulcrema después de tener problemas con la ley por golpear a su esposa embarazada y pasar seis meses exiliado en el Atlas.

Los titulares reconocían su calidad de agresor, o “presunto” agresor, otros dijeron que ya da “golpes de autoridad”, o chabacanamente lo declararon “Violento goleador”. Cabezas juguetonas, suelen decir los editores. Lo importante fue su gol, su hazaña en la cancha. Lo demás queda, según ellos, en lo extra deportivo, en un asunto de su vida privada.

El problema es que la sociedad va ya mucho más adelante que eso. De inmediato hubo reacciones de grupos feministas y de otros periodistas repudiando el que se le exaltara pese a su antecedente, pues ya no es posible disociar un tema del otro.

Salvo honrosas excepciones, como Daniel Brailovsky, en Fox Sport, los comentaristas de radio y televisión defendieron al jugador. En las redacciones de los diarios deportivos hubo tensión, desconcierto y regaños por lo que habían hecho: ensalzar a un violentador. Algo que en el pasado hubiera pasado desapercibido, pero no en nuestros días.

El miércoles el diario ESTO publicó un artículo firmado por Silvana Leiva, del colectivo Somos Versus, (@SomosVersus) que coordina con perspectiva de género la periodista Marion Reimers, donde se repudiaba el actuar de los periódicos deportivos.

“Por esta razón, desde Somos Versus condenamos estas publicaciones, señalamos a los medios responsables y hacemos un llamado a la reflexión general, a revisar la ética periodística que debería guiar este oficio. La violencia de género es uno de los problemas más lamentables de nuestra sociedad hoy, y es un tema invisible en las agendas de los medios deportivos, enfocados en retratar aquello que vende sin medir las consecuencias sociales de su representación. (…) Espectacularizar y/o lucrar con la violencia machista es convertirse en cómplice de ella. Los medios nunca fueron ni serán neutrales a los problemas de nuestra sociedad…”

David Faitelson también había publicado un día antes un texto en el suplemento Cancha, de Reforma diciendo: “Uno nunca sabe lo que se va a encontrar en una tribuna de futbol, pero nadie espera que un grupo de aficionados –incluyendo mujeres—aplauda el regreso a la cancha de un futbolista que fue acusado de golpear a una mujer embarazada”.

Angélica de la Peña (@angelicadelap) también publicó un artículo en esta casa editorial el jueves pasado, destacando lo delicado del asunto.

“Es muy lamentable que en el deporte no se entienda que los atletas son ejemplo para la sociedad, en particular para las y los niños y jóvenes. Un Club atiende la magnitud del hecho y decide tomar medidas “definitivas”, anuncia su compromiso para prevenir todo tipo de violencia contra las mujeres, dice trabajará para erradicar ese comportamiento de sus futbolistas y luego se olvida de su compromiso a partir de sus intereses económicos derivados de la competencia futbolera: Renato Ibarra vuelve porque “requieren” a un mediocampista y se disculpan señalando que eso ya quedó resuelto entre la pareja, aún cuando no hay ninguna constancia de que la conducta misógina del jugador haya sido superada. (…) lo más increíble es que su regreso se de con vítores por parte de la afición americanista.”

Hay quienes dicen que se está estigmatizando al jugador, que nunca fue juzgado (porque llegó a un arreglo económico con quien, aseguró, nunca golpeó), que un minuto de mal juicio no puede empañar una carrera deportiva, que ya tomó en Jalisco un curso contra la violencia de género.

Sin embargo, ese “mal minuto” debe servir de ejemplo a la sociedad de lo que ya no debe pasar en nuestros hogares: la violencia intrafamiliar debe ser erradicada y los medios tenemos la obligación de no fomentarla, ni mandar el mensaje que eso es cosa “privada”.

Una mala persona lo sigue siendo a pesar de ser un buen jugador o excelente figura en su disciplina o ámbito.

En el USB…

Por una lesión, el América anunció que Ibarra ya no jugará el resto de la temporada, en lo que parece ser más un control de daños que un tema muscular…