/ sábado 26 de diciembre de 2020

Disco Duro | La batalla por el INE

Hace un año, en un foro organizado por el periódico El Heraldo de Chihuahua, el historiador Enrique Krauze dijo que hay tres instituciones de la República que el Presidente de la República debía respetar por sobre todas las cosas, si en verdad deseaba proteger la democracia mexicana: el Banco de México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el INE.


Hasta ahora ha respetado la autonomía del Banxico. Propuso a dos subgobernadores de alto perfil técnico, Jonathan Heath, y a Gerardo Esquivel, éste último muy afín a él, pero López Obrador no ha vulnerado la misión del banco central de cuidar la inflación.


En la Corte tiene como presidente al ministro Arturo Zaldívar, quien no ha disimulado su anuencia a la política presidencial, manteniendo una sana distancia judicial (“arrogancia de la autonomía”, dijo AMLO, no sabemos si con respeto o ironía), y las ministras y el ministro propuestos por el mandatario se han desempeñado con transparencia e independencia intachable en sus labores.


El INE en la mira


A quien sí no traga es al Instituto Nacional Electoral, mejor dicho a sus consejeros, con quienes chocó de inicio por el tema de las remuneraciones superiores a las del Presidente de la República que ellos impugnaron.


Sin ambages López Obrador ha dicho que no confía en ese instituto, que gasta mucho, que si él ganó el 2018 fue porque su triunfo fue abrumador, y que él personalmente sería vigilante y garante de las elecciones de 2021, lo que después matizó a cuidador de que los servidores públicos se conduzcan con decoro.


Más adelante buscó, vía terceros, impulsar una consejera electoral afín, sin conseguirlo


En reciente entrevista con El Sol de México, el consejero presidente Lorenzo Córdova, se dijo preocupado por estas expresiones y aliviado por su matiz posterior, pero inquieto por el hecho de que en un entorno de polarización política haya actores de la vida nacional que quieren, dijo, atizar el fuego de la división, lo que otras partes del mundo se ha visto que ha generado autoritarismo. La referencia al presidente es clara.


Es más, ya le sacó una vez la tarjeta amarilla al Presidente por sus comentarios políticos y partidistas, misma que el mandatario rechazó por considerarlos “injustos”, envió un documento jurídico para justificar sus dichos y fue más allá al hablar del supuesto racismo de Córdova, lo que lo descalificaría moralmente para cualquier cosa. Grave.


Esta misma semana López Obrador mostró que intervendrá todo el tiempo en el proceso electoral, con respecto a la oficialización de la alianza PAN-PRI-PRD, cuando dijo que, de ganar el Congreso, aquellos se apoderarían del presupuesto y abandonarían sus políticas sociales.


Ahora bien, más allá de las diferencias de concepto de Estado o personales que ambos personajes tengan, es indudable que el INE no puede ser moneda de cambio de una disputa política menor, porque de ahí emana la legitimidad de los funcionarios y legisladores electos en el país, incluida la del actual Presidente, al haber sido protegido el voto y deseo de las mayorías.


Han sido más de 30 años de lucha cívica para ciudadanizar una institución y arrancarla del ámbito del gobierno, que era juez y parte y ciertamente no debe revertirse. No debe comenzarse una nueva batalla por el control del INE, que nos devolvería tres décadas atrás en materia de civilidad democrática.


Como el propio Córdova dijo, de 2015 a la fecha es la época en que ha habido más alternancia en gobiernos y congresos en todo el país, lo cual habla de su independencia como institución pública.



En El USB…


Ya se descontroló el número de contagiados y muertos por Covid.


Cada estado de la República establece sus propias estrategias de salud.


El gobierno de la CdMx, de indudable raigambre morenista, ha ido a contrapelo de la estrategia oficial ante el descontrol de casos.


La Cancillería negoció las vacunas.


El Ejército implementará la logística de distribución y vacunado.


¿Es sostenible en su cargo el desgastado subsecretario de Salud Hugo López-Gatell?

Hace un año, en un foro organizado por el periódico El Heraldo de Chihuahua, el historiador Enrique Krauze dijo que hay tres instituciones de la República que el Presidente de la República debía respetar por sobre todas las cosas, si en verdad deseaba proteger la democracia mexicana: el Banco de México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el INE.


Hasta ahora ha respetado la autonomía del Banxico. Propuso a dos subgobernadores de alto perfil técnico, Jonathan Heath, y a Gerardo Esquivel, éste último muy afín a él, pero López Obrador no ha vulnerado la misión del banco central de cuidar la inflación.


En la Corte tiene como presidente al ministro Arturo Zaldívar, quien no ha disimulado su anuencia a la política presidencial, manteniendo una sana distancia judicial (“arrogancia de la autonomía”, dijo AMLO, no sabemos si con respeto o ironía), y las ministras y el ministro propuestos por el mandatario se han desempeñado con transparencia e independencia intachable en sus labores.


El INE en la mira


A quien sí no traga es al Instituto Nacional Electoral, mejor dicho a sus consejeros, con quienes chocó de inicio por el tema de las remuneraciones superiores a las del Presidente de la República que ellos impugnaron.


Sin ambages López Obrador ha dicho que no confía en ese instituto, que gasta mucho, que si él ganó el 2018 fue porque su triunfo fue abrumador, y que él personalmente sería vigilante y garante de las elecciones de 2021, lo que después matizó a cuidador de que los servidores públicos se conduzcan con decoro.


Más adelante buscó, vía terceros, impulsar una consejera electoral afín, sin conseguirlo


En reciente entrevista con El Sol de México, el consejero presidente Lorenzo Córdova, se dijo preocupado por estas expresiones y aliviado por su matiz posterior, pero inquieto por el hecho de que en un entorno de polarización política haya actores de la vida nacional que quieren, dijo, atizar el fuego de la división, lo que otras partes del mundo se ha visto que ha generado autoritarismo. La referencia al presidente es clara.


Es más, ya le sacó una vez la tarjeta amarilla al Presidente por sus comentarios políticos y partidistas, misma que el mandatario rechazó por considerarlos “injustos”, envió un documento jurídico para justificar sus dichos y fue más allá al hablar del supuesto racismo de Córdova, lo que lo descalificaría moralmente para cualquier cosa. Grave.


Esta misma semana López Obrador mostró que intervendrá todo el tiempo en el proceso electoral, con respecto a la oficialización de la alianza PAN-PRI-PRD, cuando dijo que, de ganar el Congreso, aquellos se apoderarían del presupuesto y abandonarían sus políticas sociales.


Ahora bien, más allá de las diferencias de concepto de Estado o personales que ambos personajes tengan, es indudable que el INE no puede ser moneda de cambio de una disputa política menor, porque de ahí emana la legitimidad de los funcionarios y legisladores electos en el país, incluida la del actual Presidente, al haber sido protegido el voto y deseo de las mayorías.


Han sido más de 30 años de lucha cívica para ciudadanizar una institución y arrancarla del ámbito del gobierno, que era juez y parte y ciertamente no debe revertirse. No debe comenzarse una nueva batalla por el control del INE, que nos devolvería tres décadas atrás en materia de civilidad democrática.


Como el propio Córdova dijo, de 2015 a la fecha es la época en que ha habido más alternancia en gobiernos y congresos en todo el país, lo cual habla de su independencia como institución pública.



En El USB…


Ya se descontroló el número de contagiados y muertos por Covid.


Cada estado de la República establece sus propias estrategias de salud.


El gobierno de la CdMx, de indudable raigambre morenista, ha ido a contrapelo de la estrategia oficial ante el descontrol de casos.


La Cancillería negoció las vacunas.


El Ejército implementará la logística de distribución y vacunado.


¿Es sostenible en su cargo el desgastado subsecretario de Salud Hugo López-Gatell?