/ viernes 6 de octubre de 2017

Divide y vencerás

“Todo reino dividido marcha a su destrucción” dice el teórico de la política. Pero también lo dice la Biblia. No se necesita ser Einstein para saberlo, es sentido común. El refrán dice: “divide y vencerás”, porque “ningún reino dividido puede permanecer o sobrevivir”. Pues bien, la división abunda en la política actual. No solamente en la esfera política, sino el mundo. Nos quejamos de la profunda división que existe -por ejemplo- en Estados Unidos. Los que votaron contra el actual presidente y los que votaron a su favor. Y no pareciera terminar allí, porque hoy por hoy vemos que esta pugna sigue viva en la sociedad y en la mente de las personas. Las ideas, los sentimientos, la noción de país no puede permanecer o sobrevivir si sus ciudadanos están divididos unos contra otros.Pues bien, parece que el mismo problema lo tenemos en México, pero de distinta manera. La gente desconfía, naturalmente, y la ayuda se entorpece. La división no le hace bien a nadie, entonces, porque lo único que genera es odio, rencor y venganza.

Pero el problema es que no solamente nuestra sociedad tiene este problema, sino que también los partidos lo tienen. En esta semana que termina, una de las noticias más dramáticas fue la pugna interna entre Margarita Zavala y Ricardo Anaya, ambos del Partido Acción Nacional y que buscan a toda costa ser candidatos a la Presidencia de México. Pero hay un problema estructural: a ninguno le alcanzan las fichas para llegar a la presidencia por su cuenta. El PAN no está en esa posición, y aunque pareciera lo contrario, quien está capitalizando el descontento que existe contra la clase política nacional es el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué pasa si Margarita Zavala corre por su cuenta y se postula como candidata independiente? Pues que los votos que obtendrá no se los va a quitar al partido de López Obrador. Se los va a quitar al PAN. ¿O qué pasaría si, a pesar de todo, Anaya insiste en ser candidato a la presidencia a toda costa? Cometería el error (al que yo le llamo “síndrome”) del candidato del PRI a la presidencia en 2006, Roberto Madrazo. El “síndrome” Madrazo consiste en aferrarse tanto a la candidatura de algo, a costa del triunfo. Roberto Madrazo fue candidato a costa de ser Presidente. ¿Cuál es el punto? Ninguno. Es un desperdicio de votos, dinero, capital político, etc. ¿Qué procede entonces? No dividirse. Acordar. Encontrar un terreno parejo y pactar (aunque en México esta palabra tiene una connotación mala -de la época salinista de la “concertacesión”). Pero el pacto en la política tiene que ser un activo y no un negativo. En la política se acuerda, se pacta y se negocia. Punto.

Pero en este caso, los actores pierden de vista que, mientras ellos se pelean, el enemigo está afuera. Para los fanáticos de “Game of Thrones”, es como la lucha entre Cersei Lannister y DaenerysTargaryen por el poder, sin darse cuenta que el “Night King” marcha en su contra con un ejército muy superior. Pues así las cosas. Quizá el ejemplo es burdo, pero a veces los actores políticos necesitan verse en el espejo de la ficción, porque su realidad no les alcanza para darse cuenta de la ceguera con que actúan. Seguiremos hablando de esto en el próximo artículo.

 

@fedeling

“Todo reino dividido marcha a su destrucción” dice el teórico de la política. Pero también lo dice la Biblia. No se necesita ser Einstein para saberlo, es sentido común. El refrán dice: “divide y vencerás”, porque “ningún reino dividido puede permanecer o sobrevivir”. Pues bien, la división abunda en la política actual. No solamente en la esfera política, sino el mundo. Nos quejamos de la profunda división que existe -por ejemplo- en Estados Unidos. Los que votaron contra el actual presidente y los que votaron a su favor. Y no pareciera terminar allí, porque hoy por hoy vemos que esta pugna sigue viva en la sociedad y en la mente de las personas. Las ideas, los sentimientos, la noción de país no puede permanecer o sobrevivir si sus ciudadanos están divididos unos contra otros.Pues bien, parece que el mismo problema lo tenemos en México, pero de distinta manera. La gente desconfía, naturalmente, y la ayuda se entorpece. La división no le hace bien a nadie, entonces, porque lo único que genera es odio, rencor y venganza.

Pero el problema es que no solamente nuestra sociedad tiene este problema, sino que también los partidos lo tienen. En esta semana que termina, una de las noticias más dramáticas fue la pugna interna entre Margarita Zavala y Ricardo Anaya, ambos del Partido Acción Nacional y que buscan a toda costa ser candidatos a la Presidencia de México. Pero hay un problema estructural: a ninguno le alcanzan las fichas para llegar a la presidencia por su cuenta. El PAN no está en esa posición, y aunque pareciera lo contrario, quien está capitalizando el descontento que existe contra la clase política nacional es el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué pasa si Margarita Zavala corre por su cuenta y se postula como candidata independiente? Pues que los votos que obtendrá no se los va a quitar al partido de López Obrador. Se los va a quitar al PAN. ¿O qué pasaría si, a pesar de todo, Anaya insiste en ser candidato a la presidencia a toda costa? Cometería el error (al que yo le llamo “síndrome”) del candidato del PRI a la presidencia en 2006, Roberto Madrazo. El “síndrome” Madrazo consiste en aferrarse tanto a la candidatura de algo, a costa del triunfo. Roberto Madrazo fue candidato a costa de ser Presidente. ¿Cuál es el punto? Ninguno. Es un desperdicio de votos, dinero, capital político, etc. ¿Qué procede entonces? No dividirse. Acordar. Encontrar un terreno parejo y pactar (aunque en México esta palabra tiene una connotación mala -de la época salinista de la “concertacesión”). Pero el pacto en la política tiene que ser un activo y no un negativo. En la política se acuerda, se pacta y se negocia. Punto.

Pero en este caso, los actores pierden de vista que, mientras ellos se pelean, el enemigo está afuera. Para los fanáticos de “Game of Thrones”, es como la lucha entre Cersei Lannister y DaenerysTargaryen por el poder, sin darse cuenta que el “Night King” marcha en su contra con un ejército muy superior. Pues así las cosas. Quizá el ejemplo es burdo, pero a veces los actores políticos necesitan verse en el espejo de la ficción, porque su realidad no les alcanza para darse cuenta de la ceguera con que actúan. Seguiremos hablando de esto en el próximo artículo.

 

@fedeling