/ jueves 18 de octubre de 2018

Donald Trump y los negadores mortales

El cambio climático es un engaño.

El cambio climático está ocurriendo, pero no es provocado por el hombre.

El cambio climático es provocado por el hombre, pero hacer algo al respecto podría destruir empleos y acabar con el crecimiento económico.

Estas son las etapas de la negación climática. O tal vez sea incorrecto llamarlas etapas, pues los negadores en realidad nunca abandonan un argumento, sin importar qué tan plenamente haya sido refutado por la evidencia. Es mejor describirlas como ideas cucaracha, afirmaciones falsas de las que uno pensaría que ya se deshizo, pero que siguen regresando.

De cualquier modo, el gobierno de Donald Trump y sus aliados —a la defensiva por otro huracán mortífero aumentado por el cambio climático y un amenazante informe de las Naciones Unidas— han utilizado todos esos malos argumentos en los últimos días.

Diría que fue un espectáculo estremecedor, pero es difícil estremecerse estos días. No obstante, fue un recordatorio de que ahora nos gobierna gente que está dispuesta a poner en peligro la civilización en aras de la conveniencia política, sin mencionar las mayores ganancias para sus amigos del combustible fósil.

A pesar de ello, vale la pena señalar hasta qué grado se han colapsado todos sus argumentos en años recientes.

Estos días, los negadores del cambio climático parecen haber dado un poco su brazo a torcer, con sus argumentos de que no pasa nada.

El viejo truco de comparar las temperaturas con las de un año inusualmente cálido en 1998 para negar que el planeta se está calentando —que es como comparar los días de principios de julio con un día caluroso de mayo, y negar que existe lo que conocemos como verano— ha sido socavado por una serie de nuevas temperaturas históricas. Además, las masivas tormentas tropicales alimentadas por un océano que se calienta en aumento han hecho que las consecuencias del cambio climático sean cada vez más visibles para la gente.

Así que la nueva estrategia es minimizar lo que ha ocurrido. Tras admitir a regañadientes que tal vez la temperatura en el planeta sí está aumentando, los negadores del clima afirman estar convencidos de que los gases de efecto invernadero son los responsables.

“No sé si es ocasionado por el hombre”, dijo Trump. Aunque parece que se ha retractado de sus afirmaciones anteriores de que el cambio climático es un engaño fraguado por los chinos, todavía ve enormes conspiraciones por parte de los científicos climáticos.

En resumen, aunque los argumentos de los negadores del cambio climático siempre fueron débiles, se han debilitado aún más. Incluso si realmente te habías dejado convencer por los negadores hace cinco o 10 años, los acontecimientos posteriores debieron haberte hecho reconsiderar. En realidad, la negación climática nunca ha tenido mucho que ver ni con lógica ni con las pruebas; como dije, los que niegan el cambio climático claramente debaten de mala fe.

En realidad no creen en lo que están diciendo. Sólo buscan excusas que permitan a gente como los hermanos Koch seguir haciendo dinero. Además, los liberales quieren limitar las emisiones y el conservadurismo moderno intenta echárselos a la bolsa.

El cambio climático es un engaño.

El cambio climático está ocurriendo, pero no es provocado por el hombre.

El cambio climático es provocado por el hombre, pero hacer algo al respecto podría destruir empleos y acabar con el crecimiento económico.

Estas son las etapas de la negación climática. O tal vez sea incorrecto llamarlas etapas, pues los negadores en realidad nunca abandonan un argumento, sin importar qué tan plenamente haya sido refutado por la evidencia. Es mejor describirlas como ideas cucaracha, afirmaciones falsas de las que uno pensaría que ya se deshizo, pero que siguen regresando.

De cualquier modo, el gobierno de Donald Trump y sus aliados —a la defensiva por otro huracán mortífero aumentado por el cambio climático y un amenazante informe de las Naciones Unidas— han utilizado todos esos malos argumentos en los últimos días.

Diría que fue un espectáculo estremecedor, pero es difícil estremecerse estos días. No obstante, fue un recordatorio de que ahora nos gobierna gente que está dispuesta a poner en peligro la civilización en aras de la conveniencia política, sin mencionar las mayores ganancias para sus amigos del combustible fósil.

A pesar de ello, vale la pena señalar hasta qué grado se han colapsado todos sus argumentos en años recientes.

Estos días, los negadores del cambio climático parecen haber dado un poco su brazo a torcer, con sus argumentos de que no pasa nada.

El viejo truco de comparar las temperaturas con las de un año inusualmente cálido en 1998 para negar que el planeta se está calentando —que es como comparar los días de principios de julio con un día caluroso de mayo, y negar que existe lo que conocemos como verano— ha sido socavado por una serie de nuevas temperaturas históricas. Además, las masivas tormentas tropicales alimentadas por un océano que se calienta en aumento han hecho que las consecuencias del cambio climático sean cada vez más visibles para la gente.

Así que la nueva estrategia es minimizar lo que ha ocurrido. Tras admitir a regañadientes que tal vez la temperatura en el planeta sí está aumentando, los negadores del clima afirman estar convencidos de que los gases de efecto invernadero son los responsables.

“No sé si es ocasionado por el hombre”, dijo Trump. Aunque parece que se ha retractado de sus afirmaciones anteriores de que el cambio climático es un engaño fraguado por los chinos, todavía ve enormes conspiraciones por parte de los científicos climáticos.

En resumen, aunque los argumentos de los negadores del cambio climático siempre fueron débiles, se han debilitado aún más. Incluso si realmente te habías dejado convencer por los negadores hace cinco o 10 años, los acontecimientos posteriores debieron haberte hecho reconsiderar. En realidad, la negación climática nunca ha tenido mucho que ver ni con lógica ni con las pruebas; como dije, los que niegan el cambio climático claramente debaten de mala fe.

En realidad no creen en lo que están diciendo. Sólo buscan excusas que permitan a gente como los hermanos Koch seguir haciendo dinero. Además, los liberales quieren limitar las emisiones y el conservadurismo moderno intenta echárselos a la bolsa.