/ jueves 11 de febrero de 2021

¿Dónde están?

Estoy solo y no hay nadie en el espejo.

Jorge Luis Borges


Los efectos de la pandemia han sido trepidatorios para todos los rubros socioeconómicos del mundo. Por su parte, la economía mexicana tuvo este año su peor rendimiento en nueve décadas. Se contrajo el PIB 8.5 por ciento. Recordemos, que la peor caída fue en 1932, cuando se desplomó 14.8 por ciento. Las proyecciones de diversas agencias y bancos consideran que nuestro país podrá recuperar producto per cápita (absoluto) hasta 2026 o 2027. Según Coneval existe el riesgo de volver a los niveles de pobreza de hace 10 años.

Frente a este panorama la orientación del gobierno ha sido errática. El año pasado se otorgaron un millón de créditos a microempresas y emprendedores afectados, para el 2021 la Secretaría de Economía ofrece 60 mil préstamos que, por supuesto, no aminoran el severo golpe que han recibido. El mal manejo y falta de alternativas para la población se traduce en términos concretos en la abultada cifra de pérdida de empleos, la cual, según fuentes oficiales y académicas, ascendió alrededor de 15 millones de personas. Además, su plan contra la pobreza en estados y municipios, que ronda los 84 mil millones, está desactualizado, ya que las cifras calculadas por el Coneval, son de 2015 y 2018, por lo que no se toma en cuenta los estragos causados por la pandemia de Covid-19.

En un análisis focalizado, son los jóvenes los que representan un sector altamente vulnerable: según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), desde el inicio de la crisis sanitaria dos de cada cinco jóvenes a escala global presentaron una reducción de su ingreso y más del 20 por ciento vieron impactado su acceso a una vivienda. En México 12 por ciento de este grupo poblacional perdieron su trabajo. No debemos perder de vista en nuestro análisis, para romper esquemas lineales, que, de acuerdo a datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), en los últimos 20 años ha crecido el desempleo, en mayor medida, entre las personas con estudios universitarios o de bachillerato, en comparación con quienes cuentan únicamente con educación básica. En el año 2000 casi 17 por ciento de los desocupados tenían estudios de licenciatura, en 2020 representaron 27 por ciento.

Por si algo faltara, en este cóctel excluyente, han desertado del Politécnico y de la UNAM, 23 mil y 7 mil estudiantes, respectivamente, durante el periodo 2019-2020. La pregunta clave es: ¿Dónde están estos miles de desempleados, desesperanzados y marginados? Esa debe ser la tarea de investigación y de alternativas que exige la realidad mexicana.


pedropenaloza@yahoo.com / Twitter: @pedro_penaloz

Estoy solo y no hay nadie en el espejo.

Jorge Luis Borges


Los efectos de la pandemia han sido trepidatorios para todos los rubros socioeconómicos del mundo. Por su parte, la economía mexicana tuvo este año su peor rendimiento en nueve décadas. Se contrajo el PIB 8.5 por ciento. Recordemos, que la peor caída fue en 1932, cuando se desplomó 14.8 por ciento. Las proyecciones de diversas agencias y bancos consideran que nuestro país podrá recuperar producto per cápita (absoluto) hasta 2026 o 2027. Según Coneval existe el riesgo de volver a los niveles de pobreza de hace 10 años.

Frente a este panorama la orientación del gobierno ha sido errática. El año pasado se otorgaron un millón de créditos a microempresas y emprendedores afectados, para el 2021 la Secretaría de Economía ofrece 60 mil préstamos que, por supuesto, no aminoran el severo golpe que han recibido. El mal manejo y falta de alternativas para la población se traduce en términos concretos en la abultada cifra de pérdida de empleos, la cual, según fuentes oficiales y académicas, ascendió alrededor de 15 millones de personas. Además, su plan contra la pobreza en estados y municipios, que ronda los 84 mil millones, está desactualizado, ya que las cifras calculadas por el Coneval, son de 2015 y 2018, por lo que no se toma en cuenta los estragos causados por la pandemia de Covid-19.

En un análisis focalizado, son los jóvenes los que representan un sector altamente vulnerable: según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), desde el inicio de la crisis sanitaria dos de cada cinco jóvenes a escala global presentaron una reducción de su ingreso y más del 20 por ciento vieron impactado su acceso a una vivienda. En México 12 por ciento de este grupo poblacional perdieron su trabajo. No debemos perder de vista en nuestro análisis, para romper esquemas lineales, que, de acuerdo a datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), en los últimos 20 años ha crecido el desempleo, en mayor medida, entre las personas con estudios universitarios o de bachillerato, en comparación con quienes cuentan únicamente con educación básica. En el año 2000 casi 17 por ciento de los desocupados tenían estudios de licenciatura, en 2020 representaron 27 por ciento.

Por si algo faltara, en este cóctel excluyente, han desertado del Politécnico y de la UNAM, 23 mil y 7 mil estudiantes, respectivamente, durante el periodo 2019-2020. La pregunta clave es: ¿Dónde están estos miles de desempleados, desesperanzados y marginados? Esa debe ser la tarea de investigación y de alternativas que exige la realidad mexicana.


pedropenaloza@yahoo.com / Twitter: @pedro_penaloz

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