/ miércoles 29 de diciembre de 2021

Dos proveedores

Si la licitación de la operación de Ecobici se hubiera retrasado dos días, el fallo se habría dado el día de los Inocentes, bastante más congruente con el proceso de concurso en el que el Gobierno de la Ciudad de México asegura haber ahorrado 54% del presupuesto inicial, pero que en realidad sólo han hecho una simulación.

De entrada hay que reconocer que las leyes federales y locales en materia de contratación pública, sean obras o adquisiciones, son poco flexibles, al exigir que la mayor parte de los procesos sean licitaciones públicas, y limitar el uso de la invitación restringida y la adjudicación directa. No hay, por ejemplo, en la obra pública, un sistema de puntos que permita dar ventajas a proveedores de buena calidad; como tampoco un sistema de formación de proveedores que dé acceso a contrataciones pequeñas para empresas de reciente creación.

Esta parte, me parece, la entendieron los intelectuales de la Secretaría de Movilidad, que más que estar interesados en la movilidad, han estado interesados en aplicar sus conocimientos en materia de subastas. No me opongo, pero tampoco puedo dejar pasar la ironía.

Desde hace un par de años, iniciaron con una serie de rondas informativas para fortalecer los contenidos de la licitación de Ecobici, el programa de bicicleta pública de la Ciudad de México. Un nutrido grupo de particulares se presentó en dichas rondas, lo que abría la expectativa a que hubiera más de 10 participantes en la licitación. ¿Por qué sólo hubo dos empresas en el proceso formal?

Un proceso de dos años para concursar la renovación y ampliación de un sistema de bicicleta pública promete mucho, pero es muy probable que fallen. Al final, nuestros teóricos de las subastas públicas y neófitos de la movilidad generaron incertidumbre entre los participantes y sólo se presentaron dos empresas a dos procesos (intencionalmente) fallidos, la licitación pública y la invitación a cuando menos tres proveedores.

Todo se resolvió, como decía, horas antes del Día de los Inocentes en una adjudicación directa que en realidad fue el mecanismo, ingenioso, hay que reconocer, para darle la vuelta a Ley de Adquisiciones: en vez de decidir arbitrariamente la empresa adjudicada, aplicaron sus conocimientos teóricos, hicieron una especie de subasta inversa, para que la dos empresas participantes en los procesos previos, bajaran sus precios y ellos pudieran presumir ahorros del 54%.

¿Realmente salimos ganando? Es difícil saberlo ahora, porque veo dos elementos que me preocupan. El primero es la falta de proveedores, la ciudad escogiendo entre dos proveedores, igual que en 2010, que entró en operación Ecobici, con la diferencia de que ahora hay más información y más opciones en materia de bicicleta pública.

El segundo es que, para obtener el contrato, la empresa ganadora pudo haber ofrecido conceptos debajo del costo de operación o producción, y más adelante tener problemas operativos o argumentos para exigir una ampliación del monto del contrato o la cancelación de conceptos. Es decir, me parece que en su obsesión por demostrar teorías terminaron por alterar las condiciones competitivas, retrasaron dos años los procesos y ganó la empresa de la cual, desde hace dos años, ya utilizaban los fotomontajes para anticipar los planes de ampliación del sistema.

Si la licitación de la operación de Ecobici se hubiera retrasado dos días, el fallo se habría dado el día de los Inocentes, bastante más congruente con el proceso de concurso en el que el Gobierno de la Ciudad de México asegura haber ahorrado 54% del presupuesto inicial, pero que en realidad sólo han hecho una simulación.

De entrada hay que reconocer que las leyes federales y locales en materia de contratación pública, sean obras o adquisiciones, son poco flexibles, al exigir que la mayor parte de los procesos sean licitaciones públicas, y limitar el uso de la invitación restringida y la adjudicación directa. No hay, por ejemplo, en la obra pública, un sistema de puntos que permita dar ventajas a proveedores de buena calidad; como tampoco un sistema de formación de proveedores que dé acceso a contrataciones pequeñas para empresas de reciente creación.

Esta parte, me parece, la entendieron los intelectuales de la Secretaría de Movilidad, que más que estar interesados en la movilidad, han estado interesados en aplicar sus conocimientos en materia de subastas. No me opongo, pero tampoco puedo dejar pasar la ironía.

Desde hace un par de años, iniciaron con una serie de rondas informativas para fortalecer los contenidos de la licitación de Ecobici, el programa de bicicleta pública de la Ciudad de México. Un nutrido grupo de particulares se presentó en dichas rondas, lo que abría la expectativa a que hubiera más de 10 participantes en la licitación. ¿Por qué sólo hubo dos empresas en el proceso formal?

Un proceso de dos años para concursar la renovación y ampliación de un sistema de bicicleta pública promete mucho, pero es muy probable que fallen. Al final, nuestros teóricos de las subastas públicas y neófitos de la movilidad generaron incertidumbre entre los participantes y sólo se presentaron dos empresas a dos procesos (intencionalmente) fallidos, la licitación pública y la invitación a cuando menos tres proveedores.

Todo se resolvió, como decía, horas antes del Día de los Inocentes en una adjudicación directa que en realidad fue el mecanismo, ingenioso, hay que reconocer, para darle la vuelta a Ley de Adquisiciones: en vez de decidir arbitrariamente la empresa adjudicada, aplicaron sus conocimientos teóricos, hicieron una especie de subasta inversa, para que la dos empresas participantes en los procesos previos, bajaran sus precios y ellos pudieran presumir ahorros del 54%.

¿Realmente salimos ganando? Es difícil saberlo ahora, porque veo dos elementos que me preocupan. El primero es la falta de proveedores, la ciudad escogiendo entre dos proveedores, igual que en 2010, que entró en operación Ecobici, con la diferencia de que ahora hay más información y más opciones en materia de bicicleta pública.

El segundo es que, para obtener el contrato, la empresa ganadora pudo haber ofrecido conceptos debajo del costo de operación o producción, y más adelante tener problemas operativos o argumentos para exigir una ampliación del monto del contrato o la cancelación de conceptos. Es decir, me parece que en su obsesión por demostrar teorías terminaron por alterar las condiciones competitivas, retrasaron dos años los procesos y ganó la empresa de la cual, desde hace dos años, ya utilizaban los fotomontajes para anticipar los planes de ampliación del sistema.

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