/ martes 19 de julio de 2022

Drones: revolución de la táctica

Por Adolfo Arreola García

Los vehículos terrestres, marítimos y aéreos no tripulados (drones) han llegado para quedarse y convertirse en medios de combate que revolucionan la táctica de los escenarios bélicos del siglo XXI. Debido a sus características de bajo costo, reemplazo casi inmediato, tamaño compacto, portabilidad y capacidad de despliegue rápido, los drones para aficionados se han convertido en uno de los medios predilectos e imprescindibles en las fuerzas armadas del mundo. Lo anterior ha traído consigo un equilibrio de fuerzas generado por la transformación de drones comerciales en armas de control remoto que pueden dar la victoria a quien los utilice con tácticas innovadoras.

Dicho de otra forma, y contrario a lo ocurrido en el siglo XX, el progreso tecnológico de los drones ha ido de la práctica a la táctica. Entre las acciones que pueden realizar los “drones tácticos” para las fuerzas en el campo de batalla se encuentran reconocimiento cercano, espionaje, identificación de blancos, detección de campos minados, destrucción de aparatos explosivos, maniobras de engaño, apoyo cercano, transporte de pertrechos, bombardeos y ataques rápidos de baja escala. No son todas las funciones tácticas que pudieran realizar los drones civiles, pero son una muestra de sus capacidades.

Sin embargo, a pesar de su eficacia, los drones comerciales tienen ciertas vulnerabilidades que afectan su desempeño y ponen en duda su confiabilidad. En este sentido, ya que los drones civiles no son fabricados con estándares militares, las vulnerabilidades más notorias que presentan son: posibilidad de que el fabricante mantenga un canal de acceso y monitoree sus actividades; desconocer detalles importantes sobre su diseño, producción y operación; tener una banda de frecuencias fija que puede ser interferida con facilidad; y, su falta de blindaje o capacidad furtiva que justifica su corto tiempo de vida en combate.

El campo de batalla de Ucrania es el ejemplo reciente del uso de los drones civiles con tácticas militares. En su conflicto con Rusia, las fuerzas armadas ucranianas han hecho uso de los drones aéreos fabricados por la empresa letona Atlas Aerospace y de los drones DJI de fabricación china. Ambos drones con capacidades para lograr los objetivos de manera eficiente y con un costo mínimo. Sin embargo, debido a las condiciones geopolíticas, los drones chinos han generado dudas sobre su seguridad, cuestionamientos sobre la imparcialidad de los fabricantes y sospechas de que comparten información de seguimiento y datos de vuelo con autoridades rusas.

En breve, con la evolución de las tácticas de guerra se incrementa la incertidumbre sobre la inocuidad, confiabilidad, imparcialidad y seguridad de tecnologías como los drones, debido a los antecedentes existentes de manipulación de dispositivos esenciales en procesos industriales, creativos, productivos, administrativos o de mando y control. De igual forma, la comunidad internacional debe cuestionarse sobre la aplicación del derecho internacional y potenciales cambios a las reglas del combate; o ¿será que en los conflictos del siglo XXI todo se vale? Dejando para el debate la ampliación de la zona gris entre actos de paz y guerra.

*Profesor investigador de la Universidad Anáhuac México en temas de seguridad y ciberseguridad internacionales

Por Adolfo Arreola García

Los vehículos terrestres, marítimos y aéreos no tripulados (drones) han llegado para quedarse y convertirse en medios de combate que revolucionan la táctica de los escenarios bélicos del siglo XXI. Debido a sus características de bajo costo, reemplazo casi inmediato, tamaño compacto, portabilidad y capacidad de despliegue rápido, los drones para aficionados se han convertido en uno de los medios predilectos e imprescindibles en las fuerzas armadas del mundo. Lo anterior ha traído consigo un equilibrio de fuerzas generado por la transformación de drones comerciales en armas de control remoto que pueden dar la victoria a quien los utilice con tácticas innovadoras.

Dicho de otra forma, y contrario a lo ocurrido en el siglo XX, el progreso tecnológico de los drones ha ido de la práctica a la táctica. Entre las acciones que pueden realizar los “drones tácticos” para las fuerzas en el campo de batalla se encuentran reconocimiento cercano, espionaje, identificación de blancos, detección de campos minados, destrucción de aparatos explosivos, maniobras de engaño, apoyo cercano, transporte de pertrechos, bombardeos y ataques rápidos de baja escala. No son todas las funciones tácticas que pudieran realizar los drones civiles, pero son una muestra de sus capacidades.

Sin embargo, a pesar de su eficacia, los drones comerciales tienen ciertas vulnerabilidades que afectan su desempeño y ponen en duda su confiabilidad. En este sentido, ya que los drones civiles no son fabricados con estándares militares, las vulnerabilidades más notorias que presentan son: posibilidad de que el fabricante mantenga un canal de acceso y monitoree sus actividades; desconocer detalles importantes sobre su diseño, producción y operación; tener una banda de frecuencias fija que puede ser interferida con facilidad; y, su falta de blindaje o capacidad furtiva que justifica su corto tiempo de vida en combate.

El campo de batalla de Ucrania es el ejemplo reciente del uso de los drones civiles con tácticas militares. En su conflicto con Rusia, las fuerzas armadas ucranianas han hecho uso de los drones aéreos fabricados por la empresa letona Atlas Aerospace y de los drones DJI de fabricación china. Ambos drones con capacidades para lograr los objetivos de manera eficiente y con un costo mínimo. Sin embargo, debido a las condiciones geopolíticas, los drones chinos han generado dudas sobre su seguridad, cuestionamientos sobre la imparcialidad de los fabricantes y sospechas de que comparten información de seguimiento y datos de vuelo con autoridades rusas.

En breve, con la evolución de las tácticas de guerra se incrementa la incertidumbre sobre la inocuidad, confiabilidad, imparcialidad y seguridad de tecnologías como los drones, debido a los antecedentes existentes de manipulación de dispositivos esenciales en procesos industriales, creativos, productivos, administrativos o de mando y control. De igual forma, la comunidad internacional debe cuestionarse sobre la aplicación del derecho internacional y potenciales cambios a las reglas del combate; o ¿será que en los conflictos del siglo XXI todo se vale? Dejando para el debate la ampliación de la zona gris entre actos de paz y guerra.

*Profesor investigador de la Universidad Anáhuac México en temas de seguridad y ciberseguridad internacionales