/ lunes 12 de octubre de 2020

Economía 4.0 | 2021: ¿Qué sigue?

¿Cuál será el devenir de la sociedad y economía mexicana durante los años que seguirán a la profunda recesión que se vive en el 2020?

La visión positiva afirma que “toda crisis es una oportunidad”. Si ello fuera cierto, se podría afirmar que, en los últimos 50 años, México ha sido un paraíso de oportunidades no aprovechadas.

Desde 1968 han existido conflictos sociales, políticos y económicos que han cimbrado al país, muchos de los cuales, de forma individual, habrían provocado cambios profundos en cualquier otra nación.

En el terreno económico los primeros signos visibles de un profundo desequilibrio se presentaron desde 1975, cuando los problemas de las finanzas públicas y la corrupción desembocaron en la crisis por deuda registrada en 1982.

La década pérdida fue la consecuencia de lo anterior. Las explosiones de San Juanico en 1984, el terremoto de 1985, el fracaso de varios programas de rescate financiero (el Plan Baker, por ejemplo), la caída estructural del precio del petróleo y la crisis bursátil de 1987 definieron la que hoy se conoce como la Década Pérdida.

Por su parte, la crisis de 1995 mostró claramente la fragilidad financiera y económica de México e hizo evidente los errores cometidos en los procesos de privatización y apertura comercial que sacrificaron a la industria nacional.

En realidad, el país no logró insertarse en una posición que fuera más allá de una gran plataforma maquiladora: exportar importaciones.

Además, y al igual que lo ocurrido durante los años setenta y ochenta, la última década del siglo XX se vio ensombrecida por actos violentos que afectaron a la población más pobre.

Los primeros dos lustros del siglo XXI llegaron con crisis bajo el brazo y el desplazamiento de México en América del Norte.

Las recesiones del 2001-2003 y 2009 exhibieron la exposición de la nación a la volatilidad financiera internacional y su enorme dependencia respecto al ciclo industrial de Estados Unidos.

Por su parte, las exportaciones de China terminaron desplazando a las mexicanas en los mercados de Estados Unidos, Canadá y aún en la parte doméstica. Fue el costo de pensar que la política comercial es una estrategia de desarrollo industrial.

La tregua de la segunda década del siglo XXI no fue aprovechada: el crecimiento anual promedio fue de sólo 2.3%.

Por otro lado, la presencia del crimen organizado creció y se hizo visible como pocas veces en la historia nacional. Desde el año 2000, la ausencia de un programa integral y efectivo para limitar su avance cobró su factura. En poco ayudó la corrupción y la carencia de una administración pública eficaz.

El 2019 llegó con la confirmación de un nuevo ciclo recesivo que se incubó un año antes en el sector industrial pero que fue negado, quizá subestimado, y con ello se perdió la oportunidad de acotar sus efectos negativos a través de la implementación de una estrategia integral de política industrial.

El Covid-19 irrumpió en los albores del 2020 y ya se conocen sus consecuencias: la economía vive la mayor caída en casi 90 años.

¿Qué sigue para México?, ¿Cuál será la historia que se construirá durante la siguiente década?

¿Toda crisis es una oportunidad? Ello depende de cómo se enfrente dicha situación. México enfrenta el reto de ir en contra de su historia y la inercia observada en los últimos 50 años.

Para lograrlo debe construir un futuro de progreso en función del diálogo, privilegiando el interés nacional y con una administración pública eficaz.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico






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La visión positiva afirma que “toda crisis es una oportunidad”. Si ello fuera cierto, se podría afirmar que, en los últimos 50 años, México ha sido un paraíso de oportunidades no aprovechadas.

Desde 1968 han existido conflictos sociales, políticos y económicos que han cimbrado al país, muchos de los cuales, de forma individual, habrían provocado cambios profundos en cualquier otra nación.

En el terreno económico los primeros signos visibles de un profundo desequilibrio se presentaron desde 1975, cuando los problemas de las finanzas públicas y la corrupción desembocaron en la crisis por deuda registrada en 1982.

La década pérdida fue la consecuencia de lo anterior. Las explosiones de San Juanico en 1984, el terremoto de 1985, el fracaso de varios programas de rescate financiero (el Plan Baker, por ejemplo), la caída estructural del precio del petróleo y la crisis bursátil de 1987 definieron la que hoy se conoce como la Década Pérdida.

Por su parte, la crisis de 1995 mostró claramente la fragilidad financiera y económica de México e hizo evidente los errores cometidos en los procesos de privatización y apertura comercial que sacrificaron a la industria nacional.

En realidad, el país no logró insertarse en una posición que fuera más allá de una gran plataforma maquiladora: exportar importaciones.

Además, y al igual que lo ocurrido durante los años setenta y ochenta, la última década del siglo XX se vio ensombrecida por actos violentos que afectaron a la población más pobre.

Los primeros dos lustros del siglo XXI llegaron con crisis bajo el brazo y el desplazamiento de México en América del Norte.

Las recesiones del 2001-2003 y 2009 exhibieron la exposición de la nación a la volatilidad financiera internacional y su enorme dependencia respecto al ciclo industrial de Estados Unidos.

Por su parte, las exportaciones de China terminaron desplazando a las mexicanas en los mercados de Estados Unidos, Canadá y aún en la parte doméstica. Fue el costo de pensar que la política comercial es una estrategia de desarrollo industrial.

La tregua de la segunda década del siglo XXI no fue aprovechada: el crecimiento anual promedio fue de sólo 2.3%.

Por otro lado, la presencia del crimen organizado creció y se hizo visible como pocas veces en la historia nacional. Desde el año 2000, la ausencia de un programa integral y efectivo para limitar su avance cobró su factura. En poco ayudó la corrupción y la carencia de una administración pública eficaz.

El 2019 llegó con la confirmación de un nuevo ciclo recesivo que se incubó un año antes en el sector industrial pero que fue negado, quizá subestimado, y con ello se perdió la oportunidad de acotar sus efectos negativos a través de la implementación de una estrategia integral de política industrial.

El Covid-19 irrumpió en los albores del 2020 y ya se conocen sus consecuencias: la economía vive la mayor caída en casi 90 años.

¿Qué sigue para México?, ¿Cuál será la historia que se construirá durante la siguiente década?

¿Toda crisis es una oportunidad? Ello depende de cómo se enfrente dicha situación. México enfrenta el reto de ir en contra de su historia y la inercia observada en los últimos 50 años.

Para lograrlo debe construir un futuro de progreso en función del diálogo, privilegiando el interés nacional y con una administración pública eficaz.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico






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