/ lunes 25 de julio de 2022

Economía 4.0 | China, el ganador de la hiperinflación

Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos en el siglo XVII se especializaron en la producción industrial que se apropió de los beneficios del comercio internacional de España. En el siglo XXI lo hace China porque puede producir a costos más bajos y con la calidad que se requiere en los mercados internacionales.

La inflación al consumidor en China llegó a 2.5% en junio pasado, una cifra que contrasta con el 9.1% de Estados Unidos y el 8.6% de la Unión Europea.

Los precios al productor en China se ubicaron en 6.1% en mayo, en la Unión Europea el incremento fue de 36.3%. En Estados Unidos de 11.1% durante junio.

La evidencia es clara: China no vive la misma presión inflacionaria que los países occidentales por lo que no aplica políticas restrictivas.

Contrario a lo que ocurre en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, la Unión Europea y México, China disminuyó su tasa de interés durante los primeros meses del 2022.

El objetivo la política económica china es el misma que implementó durante la crisis del 2009: generar un entorno favorable para sus empresas mientras que el mundo occidental va hacia la austeridad.

¿Por qué China no sufre la misma presión en precios que el resto del mundo cuando depende de la importación de las materias primas que han sido parte de la hiperinflación que enfrenta el sistema productivo global?

La respuesta se encuentra en las estrategias que China ha implementado durante los últimos 40 años y que hoy demuestran lo acertado de su prospectiva: orientación a resultados, a la productividad, subsidiar sectores estratégicos que son transversales a otros elementos neurálgicos de su economía, por ejemplo, el sector energético.

El análisis realizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington, estima que “los beneficios, en forma de subvenciones directas, préstamos y ventas de terrenos a tipos inferiores a los del mercado, exenciones fiscales y capital proporcionado por los fondos de inversión estatales en 2019” oscilaron entre los 248 mil millones de dólares y los 407.000 millones de dólares, una cantidad que “equivale al 1.7% del PIB de China en 2019”.

Lo hace con una política pública que apuesta por el contenido nacional y la competitividad industrial sistémica: se enfoca a incrementar su valor agregado y a crear empresas nacionales. Por ello produce el 24% de las manufacturas mundiales.

China penetró el ADN del sistema capitalista a través de la apertura comercial diseñada por occidente: Europa, Estados Unidos y Japón quisieron aprovechar los bajos costos de mano de obra chinos y mudaron su producción industrial hacia aquel país.

En respuesta el país asiático se especializó en incrementar su productividad, crear un sistema educativo de calidad y copiar la tecnología extranjera; todo alienado por una política industrial con visión de largo plazo que generó economías de escala y alcance endógenas que hoy son de nivel trasnacional. China apuesta a favor de sus monopolios y oligopolios.

Desde hace 15 años China tejió acuerdos con naciones de Asia, Oceanía, África y América Latina para tener acceso privilegiado a materias primas y logística con las cuales llegar a Estados Unidos y Europa.

Gracias a la inversión que realizó en aquellas regiones accede a menores costos de producción. No fueron acuerdos comerciales, crearon estrategias de inversión productiva que tienen contra la pared a Estados Unidos: si este último quiere frenar la inflación sin recesión tendrá que acotar sus sanciones contra China.

Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos en el siglo XVII se especializaron en la producción industrial que se apropió de los beneficios del comercio internacional de España. En el siglo XXI lo hace China porque puede producir a costos más bajos y con la calidad que se requiere en los mercados internacionales.

La inflación al consumidor en China llegó a 2.5% en junio pasado, una cifra que contrasta con el 9.1% de Estados Unidos y el 8.6% de la Unión Europea.

Los precios al productor en China se ubicaron en 6.1% en mayo, en la Unión Europea el incremento fue de 36.3%. En Estados Unidos de 11.1% durante junio.

La evidencia es clara: China no vive la misma presión inflacionaria que los países occidentales por lo que no aplica políticas restrictivas.

Contrario a lo que ocurre en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, la Unión Europea y México, China disminuyó su tasa de interés durante los primeros meses del 2022.

El objetivo la política económica china es el misma que implementó durante la crisis del 2009: generar un entorno favorable para sus empresas mientras que el mundo occidental va hacia la austeridad.

¿Por qué China no sufre la misma presión en precios que el resto del mundo cuando depende de la importación de las materias primas que han sido parte de la hiperinflación que enfrenta el sistema productivo global?

La respuesta se encuentra en las estrategias que China ha implementado durante los últimos 40 años y que hoy demuestran lo acertado de su prospectiva: orientación a resultados, a la productividad, subsidiar sectores estratégicos que son transversales a otros elementos neurálgicos de su economía, por ejemplo, el sector energético.

El análisis realizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington, estima que “los beneficios, en forma de subvenciones directas, préstamos y ventas de terrenos a tipos inferiores a los del mercado, exenciones fiscales y capital proporcionado por los fondos de inversión estatales en 2019” oscilaron entre los 248 mil millones de dólares y los 407.000 millones de dólares, una cantidad que “equivale al 1.7% del PIB de China en 2019”.

Lo hace con una política pública que apuesta por el contenido nacional y la competitividad industrial sistémica: se enfoca a incrementar su valor agregado y a crear empresas nacionales. Por ello produce el 24% de las manufacturas mundiales.

China penetró el ADN del sistema capitalista a través de la apertura comercial diseñada por occidente: Europa, Estados Unidos y Japón quisieron aprovechar los bajos costos de mano de obra chinos y mudaron su producción industrial hacia aquel país.

En respuesta el país asiático se especializó en incrementar su productividad, crear un sistema educativo de calidad y copiar la tecnología extranjera; todo alienado por una política industrial con visión de largo plazo que generó economías de escala y alcance endógenas que hoy son de nivel trasnacional. China apuesta a favor de sus monopolios y oligopolios.

Desde hace 15 años China tejió acuerdos con naciones de Asia, Oceanía, África y América Latina para tener acceso privilegiado a materias primas y logística con las cuales llegar a Estados Unidos y Europa.

Gracias a la inversión que realizó en aquellas regiones accede a menores costos de producción. No fueron acuerdos comerciales, crearon estrategias de inversión productiva que tienen contra la pared a Estados Unidos: si este último quiere frenar la inflación sin recesión tendrá que acotar sus sanciones contra China.