/ lunes 27 de abril de 2020

Economía 4.0 | Coronavirus: de la recesión a la pobreza

La crisis económica provocada por el “error de diciembre” provocó la quiebra de empresas y desempleo, situación que a su vez causó un incremento en la pobreza: la reducción en los ingresos de las familias mexicanas fue de tal magnitud que el número de personas en pobreza pasó de 47 millones a casi 64 millones entre 1994 y 1996.

La recuperación del crecimiento fue rápida: al inicio de 1996 se tenía un PIB similar al contabilizado antes del “error de diciembre”.

No obstante, la reducción de las personas afectadas por la precarización laboral y económica tardó en llegar. Fue hasta el 2006 cuando disminuyó por debajo de los 47 millones registrados 12 años antes.

Lamentablemente el alivio no fue definitivo. En el preámbulo de la recesión del 2009 los mexicanos en situación de pobreza habían superado los 53 millones: en dos años se elevó en 6.5 millones.

Ello sucedió a pesar del incremento en el presupuesto asignado al Desarrollo Social.

La lógica e implementación de los programas asistenciales diseñados desde 1988 no logró revertir la precarización del mercado laboral y la elevada quiebra de empresas registrada durante las transitorias crisis recurrentes que han asolado a México desde 1982.

De acuerdo con el Coneval, la pobreza patrimonial (bajo ingreso económico) subió de 53.4 millones de personas en 2008 a 58.5 millones en 2010. En el 2012 fue de 63.4 millones.

Diez millones más en sólo cuatro años, ello a pesar del incremento histórico en el presupuesto asignado al Desarrollo Social.

En 2020 México vive una nueva prueba. La recesión causada por el coronavirus es profunda y tiene como antecedente un 2019 en donde el PIB cayó (-) 0.1%. La información del INEGI arrojó un retroceso económico de (-) 1.3 en el primer bimestre del 2020.

Justo ahí llegó el coronavirus. Entre el 13 de marzo y el 6 de abril, según el IMSS, se perdieron 347 mil empleos, la mayoría de 3 salarios mínimos o más.

La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, organismo oficial, estima que en abril se perderán 744 mil empleos en el país. De ser correcto, es posible plantear que la afectación social provocada por el coronavirus llega a millones de hogares.

Las medidas de confinamiento tienen asociado un problema: la mayor parte de las empresas, desde los micronegocios hasta las grandes, no pueden trabajar.

Después de un mes, la mayoría de esas empresas tiene pocos incentivos para adquirir créditos. No hay garantía de que se podrán pagar porque no hay claridad de cuándo podrán regresar a la normalidad ni tampoco de cuáles serán las condiciones de la economía nacional en ese momento. Hay incertidumbre.

Abril mostrará una parte de la magnitud de la crisis, pero su extensión dependerá tanto del fin del confinamiento como de la eficacia de las medidas adoptadas. De igual forma dependerá de la capacidad de trabajar en Unidad Nacional.

La caída histórica del precio del petróleo fue una señal: sólo en unidad se podrá contar con los recursos para evitar lo que ocurrió en las dos crisis previas: al menos 10 millones más de mexicanos en pobreza.

Durante 1995 y 2009 se aplicaron programas de recorte al presupuesto que ahondaron el problema que exacerbaron el problema.

En contrasentido, en 2020 los programas de recuperación en Europa, Estados Unidos, Japón, Chile o Perú dan una muestra de la inversión que se requiere. Conocen que sin crecimiento económico no hay camino sostenible rumbo al bienestar.


Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico


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Omny

La crisis económica provocada por el “error de diciembre” provocó la quiebra de empresas y desempleo, situación que a su vez causó un incremento en la pobreza: la reducción en los ingresos de las familias mexicanas fue de tal magnitud que el número de personas en pobreza pasó de 47 millones a casi 64 millones entre 1994 y 1996.

La recuperación del crecimiento fue rápida: al inicio de 1996 se tenía un PIB similar al contabilizado antes del “error de diciembre”.

No obstante, la reducción de las personas afectadas por la precarización laboral y económica tardó en llegar. Fue hasta el 2006 cuando disminuyó por debajo de los 47 millones registrados 12 años antes.

Lamentablemente el alivio no fue definitivo. En el preámbulo de la recesión del 2009 los mexicanos en situación de pobreza habían superado los 53 millones: en dos años se elevó en 6.5 millones.

Ello sucedió a pesar del incremento en el presupuesto asignado al Desarrollo Social.

La lógica e implementación de los programas asistenciales diseñados desde 1988 no logró revertir la precarización del mercado laboral y la elevada quiebra de empresas registrada durante las transitorias crisis recurrentes que han asolado a México desde 1982.

De acuerdo con el Coneval, la pobreza patrimonial (bajo ingreso económico) subió de 53.4 millones de personas en 2008 a 58.5 millones en 2010. En el 2012 fue de 63.4 millones.

Diez millones más en sólo cuatro años, ello a pesar del incremento histórico en el presupuesto asignado al Desarrollo Social.

En 2020 México vive una nueva prueba. La recesión causada por el coronavirus es profunda y tiene como antecedente un 2019 en donde el PIB cayó (-) 0.1%. La información del INEGI arrojó un retroceso económico de (-) 1.3 en el primer bimestre del 2020.

Justo ahí llegó el coronavirus. Entre el 13 de marzo y el 6 de abril, según el IMSS, se perdieron 347 mil empleos, la mayoría de 3 salarios mínimos o más.

La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, organismo oficial, estima que en abril se perderán 744 mil empleos en el país. De ser correcto, es posible plantear que la afectación social provocada por el coronavirus llega a millones de hogares.

Las medidas de confinamiento tienen asociado un problema: la mayor parte de las empresas, desde los micronegocios hasta las grandes, no pueden trabajar.

Después de un mes, la mayoría de esas empresas tiene pocos incentivos para adquirir créditos. No hay garantía de que se podrán pagar porque no hay claridad de cuándo podrán regresar a la normalidad ni tampoco de cuáles serán las condiciones de la economía nacional en ese momento. Hay incertidumbre.

Abril mostrará una parte de la magnitud de la crisis, pero su extensión dependerá tanto del fin del confinamiento como de la eficacia de las medidas adoptadas. De igual forma dependerá de la capacidad de trabajar en Unidad Nacional.

La caída histórica del precio del petróleo fue una señal: sólo en unidad se podrá contar con los recursos para evitar lo que ocurrió en las dos crisis previas: al menos 10 millones más de mexicanos en pobreza.

Durante 1995 y 2009 se aplicaron programas de recorte al presupuesto que ahondaron el problema que exacerbaron el problema.

En contrasentido, en 2020 los programas de recuperación en Europa, Estados Unidos, Japón, Chile o Perú dan una muestra de la inversión que se requiere. Conocen que sin crecimiento económico no hay camino sostenible rumbo al bienestar.


Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico


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