/ lunes 9 de marzo de 2020

Economía 4.0 | Coronavirus: ¿habrá acuerdos en la economía enferma?

El sábado, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que "hay una situación especial en el mundo por el coronavirus. Queremos superar esa situación de incertidumbre y lo vamos a hacer de manera conjunta, para que se mantengan las fuentes de trabajo y para que sigan llegando las empresas, para que haya trabajo".

La reflexión del Ejecutivo va en el sentido correcto: los líderes globales han reconocido la posibilidad de que el mundo enfrente una “pandemia” (como lo ha denominado el titular de la Organización Mundial de la Salud).

El estado de California declaró estado de emergencia. En China, Xi Jin Ping llamó a la unidad nacional, en Francia el presidente Macron siguió insistiendo en medidas adicionales para evitar el contagio en la Unión Europea. Italia canceló clases y Alemania cambio de fecha la feria industrial más grande del mundo.

¿Por qué ocurrió lo anterior? En última semana, y después de cierta estabilidad, la cifra de contagios en el mundo creció casi 25 por ciento, para superar los 103 mil.

La caída del precio del petróleo se acentuó y en los últimos días de la semana pasada la mezcla mexicana llegó a 35.8 dólares por barril, lejos de los 49 dólares estimados en el presupuesto.

Dado que las coberturas petroleras operadas no cubren el total de la plataforma de exportación ni la contracción del precio que se observa, el efecto del coronavirus ya ha tocado la puerta de las finanzas públicas.

Además, la salida de capitales eliminó el efecto ilusorio del “súper peso”: la especulación que jugó a mantener un precio artificialmente fuerte fue revertida por la volatilidad global y lo llevó a 20 pesos por dólar.

La caída bursátil en los últimos 15 días mostró que no es correcto subestimar los posibles efectos del coronavirus. El presidente López Obrador tiene razón: se requiere unidad para enfrentar la compleja coyuntura económica.

Pero para que ello ocurra se tendrá que reconocer una situación adicional: la economía e industria mexicanas ya estaban enfermas y bajo asedio antes del coronavirus.

En otras palabras: aun sin el problema de salud pública, México requería medidas contingentes para revertir la recesión industrial que se vive desde 2018.

La unidad en torno a la reactivación de la industria mexicana va a requerir acciones que el gobierno deberá emprender para eliminar la caída en sectores estratégicos como la construcción y las actividades productivas vinculadas: cemento, acero, minería, vidrio, plástico, servicios de ingeniería, vidrio, por ejemplo, que enfrentan un entorno no visto desde 2009.

Se necesitan medidas especiales para mitigar la desaceleración de la industria manufacturera que sufre por el freno de China: la dependencia económica gestada por quienes no creían en una política industrial causó un hueco en los insumos que requiere la industria nacional.

La industria farmacéutica, de electrónica, computación, equipo eléctrico, telefonía, vestido y textil ya viven los efectos de la contracción manufacturera global.

A ello se adiciona el problema legal en torno a las empresas que, paradójicamente, evitaron una mayor caída de la economía mexicana en 2019: alimentos y bebidas.

El problema del coronavirus pondrá a prueba la capacidad de generar acuerdos entre el gobierno y el sector privado, será fundamental para evitar una mayor afectación en una economía que llegó enferma a este momento.

El sábado, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que "hay una situación especial en el mundo por el coronavirus. Queremos superar esa situación de incertidumbre y lo vamos a hacer de manera conjunta, para que se mantengan las fuentes de trabajo y para que sigan llegando las empresas, para que haya trabajo".

La reflexión del Ejecutivo va en el sentido correcto: los líderes globales han reconocido la posibilidad de que el mundo enfrente una “pandemia” (como lo ha denominado el titular de la Organización Mundial de la Salud).

El estado de California declaró estado de emergencia. En China, Xi Jin Ping llamó a la unidad nacional, en Francia el presidente Macron siguió insistiendo en medidas adicionales para evitar el contagio en la Unión Europea. Italia canceló clases y Alemania cambio de fecha la feria industrial más grande del mundo.

¿Por qué ocurrió lo anterior? En última semana, y después de cierta estabilidad, la cifra de contagios en el mundo creció casi 25 por ciento, para superar los 103 mil.

La caída del precio del petróleo se acentuó y en los últimos días de la semana pasada la mezcla mexicana llegó a 35.8 dólares por barril, lejos de los 49 dólares estimados en el presupuesto.

Dado que las coberturas petroleras operadas no cubren el total de la plataforma de exportación ni la contracción del precio que se observa, el efecto del coronavirus ya ha tocado la puerta de las finanzas públicas.

Además, la salida de capitales eliminó el efecto ilusorio del “súper peso”: la especulación que jugó a mantener un precio artificialmente fuerte fue revertida por la volatilidad global y lo llevó a 20 pesos por dólar.

La caída bursátil en los últimos 15 días mostró que no es correcto subestimar los posibles efectos del coronavirus. El presidente López Obrador tiene razón: se requiere unidad para enfrentar la compleja coyuntura económica.

Pero para que ello ocurra se tendrá que reconocer una situación adicional: la economía e industria mexicanas ya estaban enfermas y bajo asedio antes del coronavirus.

En otras palabras: aun sin el problema de salud pública, México requería medidas contingentes para revertir la recesión industrial que se vive desde 2018.

La unidad en torno a la reactivación de la industria mexicana va a requerir acciones que el gobierno deberá emprender para eliminar la caída en sectores estratégicos como la construcción y las actividades productivas vinculadas: cemento, acero, minería, vidrio, plástico, servicios de ingeniería, vidrio, por ejemplo, que enfrentan un entorno no visto desde 2009.

Se necesitan medidas especiales para mitigar la desaceleración de la industria manufacturera que sufre por el freno de China: la dependencia económica gestada por quienes no creían en una política industrial causó un hueco en los insumos que requiere la industria nacional.

La industria farmacéutica, de electrónica, computación, equipo eléctrico, telefonía, vestido y textil ya viven los efectos de la contracción manufacturera global.

A ello se adiciona el problema legal en torno a las empresas que, paradójicamente, evitaron una mayor caída de la economía mexicana en 2019: alimentos y bebidas.

El problema del coronavirus pondrá a prueba la capacidad de generar acuerdos entre el gobierno y el sector privado, será fundamental para evitar una mayor afectación en una economía que llegó enferma a este momento.