/ lunes 2 de marzo de 2020

Economía 4.0 | El efecto del coronavirus en una economía enferma

México debe prepararse para enfrentar los efectos económicos y financieros del problema de salud pública generado por el coronavirus.

El país llega con una economía en recesión, un sector industrial debilitado tras 15 meses de caídas consecutivas y un mercado laboral precarizado. Por ello no debe subestimar el mensaje global.

El fin de semana pasado, China anunció que en febrero tanto el índice de gerentes de compras (PMI) manufacturero y el no manufacturero disminuyeron a su nivel más bajo desde que se tiene registro.

En el caso de las manufacturas pasó de 50 puntos en enero a 35.7 en febrero. En servicios cayó de 54.1 y 29.6.

Como se recuerda, un nivel inferior a los 50 puntos señala a una economía que entra en una desaceleración que, sí se prolonga, podría convertirse en una recesión.

Cuando se pondera que China genera 24 por ciento del valor agregado de las manufacturas globales y que es el líder exportador en este tipo de bienes, se debe poner en su justa dimensión lo que está ocurriendo.

Si bien no se debe caer en el extremo negativo, tampoco se debe minimizar lo delicado de la situación. En otros momentos en México se etiquetó como “catarrito” lo que era la mayor crisis global registrada desde 1929.

Durante la última semana de febrero las primeras advertencias llegaron por cuatro frentes.

En el terreno bursátil la contracción fue equiparable a lo contabilizado hace poco más de una década, cuando se suscitó la última recesión mundial. La destrucción de riqueza financiera fue equiparable al PIB de Japón.

La segunda señal se encontró asociada a la depreciación que sufrió la mayoría de las monedas frente al dólar. Ello muestra una salida generalizada de los capitales más especulativos que buscaron refugio en donde consideran existe mayor seguridad: el dólar salió fortalecido.

Aún no se puede conocer la magnitud de la salida de capitales de México, pero representó fue una mala noticia para una economía en donde el ahorro externo bruto ya había caído en el segundo y tercer trimestre de 2019 (todavía no se conocen las cifras de la última parte del año).

El coronavirus puede exacerbar la restricción de financiamiento externo en México.

El tercer mensaje llegó con la caída del precio del oro: en esta ocasión no se le considera reserva de valor. Finalmente, y estratégico para México: el coronavirus infectó al precio del petróleo porque, ante la potencial desaceleración económica global, se asume una menor demanda del hidrocarburo.

Esto llevó a la mezcla mexicana por debajo de los 40 dólares por barril, evidentemente lejos de lo estimado en el presupuesto para este año. Parece que se tendrá que utilizar el seguro contratado para estos casos y que ello elimina la posibilidad de contar con ingresos excedentes.

Lamentablemente lo último coincidió con el reporte de que Pemex sigue enfrentando problemas para revertir la tendencia negativa que sus finanzas, producción y administración han presentado por más de 20 años.

México debe preparar un programa contingente para enfrentar el nuevo desafío global. Desafortunadamente el país llega a esta cita con una economía débil: la caída de 2019 afectó a sus empresas, trabajadores, hogares y al propio gobierno. No se debe subestimar el potencial efecto del coronavirus: es momento de un acuerdo nacional.

México debe prepararse para enfrentar los efectos económicos y financieros del problema de salud pública generado por el coronavirus.

El país llega con una economía en recesión, un sector industrial debilitado tras 15 meses de caídas consecutivas y un mercado laboral precarizado. Por ello no debe subestimar el mensaje global.

El fin de semana pasado, China anunció que en febrero tanto el índice de gerentes de compras (PMI) manufacturero y el no manufacturero disminuyeron a su nivel más bajo desde que se tiene registro.

En el caso de las manufacturas pasó de 50 puntos en enero a 35.7 en febrero. En servicios cayó de 54.1 y 29.6.

Como se recuerda, un nivel inferior a los 50 puntos señala a una economía que entra en una desaceleración que, sí se prolonga, podría convertirse en una recesión.

Cuando se pondera que China genera 24 por ciento del valor agregado de las manufacturas globales y que es el líder exportador en este tipo de bienes, se debe poner en su justa dimensión lo que está ocurriendo.

Si bien no se debe caer en el extremo negativo, tampoco se debe minimizar lo delicado de la situación. En otros momentos en México se etiquetó como “catarrito” lo que era la mayor crisis global registrada desde 1929.

Durante la última semana de febrero las primeras advertencias llegaron por cuatro frentes.

En el terreno bursátil la contracción fue equiparable a lo contabilizado hace poco más de una década, cuando se suscitó la última recesión mundial. La destrucción de riqueza financiera fue equiparable al PIB de Japón.

La segunda señal se encontró asociada a la depreciación que sufrió la mayoría de las monedas frente al dólar. Ello muestra una salida generalizada de los capitales más especulativos que buscaron refugio en donde consideran existe mayor seguridad: el dólar salió fortalecido.

Aún no se puede conocer la magnitud de la salida de capitales de México, pero representó fue una mala noticia para una economía en donde el ahorro externo bruto ya había caído en el segundo y tercer trimestre de 2019 (todavía no se conocen las cifras de la última parte del año).

El coronavirus puede exacerbar la restricción de financiamiento externo en México.

El tercer mensaje llegó con la caída del precio del oro: en esta ocasión no se le considera reserva de valor. Finalmente, y estratégico para México: el coronavirus infectó al precio del petróleo porque, ante la potencial desaceleración económica global, se asume una menor demanda del hidrocarburo.

Esto llevó a la mezcla mexicana por debajo de los 40 dólares por barril, evidentemente lejos de lo estimado en el presupuesto para este año. Parece que se tendrá que utilizar el seguro contratado para estos casos y que ello elimina la posibilidad de contar con ingresos excedentes.

Lamentablemente lo último coincidió con el reporte de que Pemex sigue enfrentando problemas para revertir la tendencia negativa que sus finanzas, producción y administración han presentado por más de 20 años.

México debe preparar un programa contingente para enfrentar el nuevo desafío global. Desafortunadamente el país llega a esta cita con una economía débil: la caída de 2019 afectó a sus empresas, trabajadores, hogares y al propio gobierno. No se debe subestimar el potencial efecto del coronavirus: es momento de un acuerdo nacional.