/ lunes 24 de mayo de 2021

Economía 4.0 | El modelo neoliberal: la renuncia de México

¿Cuál ha sido el proyecto de nación de México durante los últimos 50 años? ¿Cuáles han sido los resultados de los modelos económico, político y social implementados durante el último medio siglo?

Después del éxito y las contradicciones gestadas durante el período conocido como Desarrollo Estabilizador, México cayó en un círculo vicioso de precarización institucional, socioeconómica y educativa que el sistema político no ha logrado resolver.

Lejos quedó el periodo de crecimiento económico de 6% anual que convivió con una inflación inferior al 3% y un tipo de cambio estable.

La crisis de los años setenta del siglo XX propició la entrada en vigor de un modelo neoliberal que negó el pasado y que no logró construir un futuro de crecimiento y desarrollo.

Negando lo positivo que se construyó anteriormente, la política económica neoliberal polarizó el contexto: lo que no era libre comercio y apertura fue tachado de setentero y obsoleto.

Se destruyó la incipiente base productiva nacional al exponerla a una apertura para la que no estaba preparada y la cual terminó por gestar la precarización laboral y polarización productiva que hoy explica la desigualdad: las pocas empresas nacionales de alto valor agregado que lograron superar esa etapa deben enfrentar a poderosas empresas trasnacionales que son apoyadas incondicionalmente por sus gobiernos, algo que los neoliberales, aún los de izquierda, no reconocen y por ello siguen empeñados en firmar más tratados de libre comercio sin fortalecer la capacidad productiva nacional.

En México menos de 30 mil empresas generaran el 67% del valor agregado nacional, las otras 4.5 millones se deben conformar con el resto.

¿La consecuencia? Desigualdad y pobreza que no se resuelve con gasto de gobierno sino con el fortalecimiento de las empresas mexicanas.

El modelo neoliberal no atacó a la corrupción ni tampoco la falta de eficacia en la gestión de la administración pública. Los malos resultados de México en los rankings de competitividad internacional muestran que las instituciones públicas influyen significativamente en el rezago en la materia.

El neoliberalismo falló en unificar al país porque al inicio de su gestión necesitaba de un adversario político al cual culpar de los errores del pasado para justificar sus estrategias.

El problema fue que el modelo neoliberal nunca logró alcanzar la tierra prometida. El retroceso en productividad y competitividad, el bajo crecimiento económico, la precarización del mercado laboral y la pobreza fueron contradicciones básicas, no resueltas, en la lógica del modelo neoliberal.

La estrategia utilizada para negar la necesidad de implementar nuevos esquemas fue el de seguir mirando, y culpando, al pasado para pedir más tiempo y hablar de los beneficios que traerían las llamadas “reformas estructurales”. Se privilegió la política sobre la economía y el desarrollo social.

Sin resultados no hay construcción de un futuro y el modelo neoliberal falló en generar una administración pública basada en la eficacia y no en la lealtad política.

México vive una nueva cita con su futuro. Se conocen los resultados de una estrategia que sólo mira al pasado y que no reconoce el valor de la política industrial como único mecanismo exitoso para poner al día el anquilosado sistema productivo y educativo nacional.

Gran parte de la herencia del modelo neoliberal que sigue vivo en México: una lógica que se olvida de la necesidad de construir unidad nacional en función de un sistema educativo de calidad que impulse a las empresas mexicanas, que vea a la eficacia de la administración pública y a la política industrial como una condición imprescindible para alcanzar mayores niveles de desarrollo. ¿Se podrá evitar una nueva renuncia al futuro?

¿Cuál ha sido el proyecto de nación de México durante los últimos 50 años? ¿Cuáles han sido los resultados de los modelos económico, político y social implementados durante el último medio siglo?

Después del éxito y las contradicciones gestadas durante el período conocido como Desarrollo Estabilizador, México cayó en un círculo vicioso de precarización institucional, socioeconómica y educativa que el sistema político no ha logrado resolver.

Lejos quedó el periodo de crecimiento económico de 6% anual que convivió con una inflación inferior al 3% y un tipo de cambio estable.

La crisis de los años setenta del siglo XX propició la entrada en vigor de un modelo neoliberal que negó el pasado y que no logró construir un futuro de crecimiento y desarrollo.

Negando lo positivo que se construyó anteriormente, la política económica neoliberal polarizó el contexto: lo que no era libre comercio y apertura fue tachado de setentero y obsoleto.

Se destruyó la incipiente base productiva nacional al exponerla a una apertura para la que no estaba preparada y la cual terminó por gestar la precarización laboral y polarización productiva que hoy explica la desigualdad: las pocas empresas nacionales de alto valor agregado que lograron superar esa etapa deben enfrentar a poderosas empresas trasnacionales que son apoyadas incondicionalmente por sus gobiernos, algo que los neoliberales, aún los de izquierda, no reconocen y por ello siguen empeñados en firmar más tratados de libre comercio sin fortalecer la capacidad productiva nacional.

En México menos de 30 mil empresas generaran el 67% del valor agregado nacional, las otras 4.5 millones se deben conformar con el resto.

¿La consecuencia? Desigualdad y pobreza que no se resuelve con gasto de gobierno sino con el fortalecimiento de las empresas mexicanas.

El modelo neoliberal no atacó a la corrupción ni tampoco la falta de eficacia en la gestión de la administración pública. Los malos resultados de México en los rankings de competitividad internacional muestran que las instituciones públicas influyen significativamente en el rezago en la materia.

El neoliberalismo falló en unificar al país porque al inicio de su gestión necesitaba de un adversario político al cual culpar de los errores del pasado para justificar sus estrategias.

El problema fue que el modelo neoliberal nunca logró alcanzar la tierra prometida. El retroceso en productividad y competitividad, el bajo crecimiento económico, la precarización del mercado laboral y la pobreza fueron contradicciones básicas, no resueltas, en la lógica del modelo neoliberal.

La estrategia utilizada para negar la necesidad de implementar nuevos esquemas fue el de seguir mirando, y culpando, al pasado para pedir más tiempo y hablar de los beneficios que traerían las llamadas “reformas estructurales”. Se privilegió la política sobre la economía y el desarrollo social.

Sin resultados no hay construcción de un futuro y el modelo neoliberal falló en generar una administración pública basada en la eficacia y no en la lealtad política.

México vive una nueva cita con su futuro. Se conocen los resultados de una estrategia que sólo mira al pasado y que no reconoce el valor de la política industrial como único mecanismo exitoso para poner al día el anquilosado sistema productivo y educativo nacional.

Gran parte de la herencia del modelo neoliberal que sigue vivo en México: una lógica que se olvida de la necesidad de construir unidad nacional en función de un sistema educativo de calidad que impulse a las empresas mexicanas, que vea a la eficacia de la administración pública y a la política industrial como una condición imprescindible para alcanzar mayores niveles de desarrollo. ¿Se podrá evitar una nueva renuncia al futuro?