/ lunes 20 de junio de 2022

Economía 4.0 | Inflación, el costo del error

Janet Yellen, actual secretaria del Tesoro en Estados Unidos fue clara: “me equivoque sobre el camino que tomaría la inflación”. Ello a pesar de la evidencia generada por el incremento en el precio de las materias primas, un aumento que no correspondía a la realidad que se vivía tras la crisis del 2020.

¿Qué ocurrió? La especulación financiera, y la reactivación económica, incubaron una burbuja de precios que en solo dos años propició un aumento de 300% en el precio de las materias primas. Algo similar a lo que ocurrió en 2001 y 2009, cuando la especulación financiera propició dos recesiones en menos de una década.

El primer caso fue la burbuja conocida como puntocom. La búsqueda de ganancias rápidas impulsó un aumento en el precio de las acciones del naciente NASDAQ. La contradicción surgió cuando el valor de mercado de las empresas tecnológicas distaba del alcanzado por su valor real. Junto con la falta de una regulación adecuada, la burbuja puntocom se transformó en la primera recesión del nuevo milenio.

El mercado hipotecario de Estados Unidos y mundo de los derivados financieros propiciaron el segundo revés económico: en 2007 comenzó la serie de quiebras que destapó la especulación que se había desatado alrededor de los instrumentos financieros que en principio estaban concebidos para eliminar el riesgo pero que fueron utilizados para construir un castillo de naipes.

Cuando el valor de los derivados financieros superó en 30 veces el valor del PIB mundial fue claro que la arquitectura financiera era insostenible. La producción real pagó el costo: la actividad industrial de Estados Unidos tardó 10 años en recuperar su nivel previo y el gobierno debió entrar al rescate del sistema financiero para evitar un colapso mayor. El costo: mayor deuda.

En 2022 la nueva burbuja de precios alrededor de las materias primas se hizo visible públicamente, aunque su existencia se analizaba desde inicios del 2021 cuando se identificó la configuración de la “superburbuja”.

El efecto de la “superburbuja” es la inflación que hoy se vive en los hogares de Europa, Estados Unidos, Canadá y América Latina, una escalada de precios que ha provocado el incremento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, una acción que llevará al mundo a una segunda etapa: encarecimiento del crédito al consumo y la inversión y a un incremento en el costo financiero de la deuda de los gobiernos.

Los primeros efectos se han hecho visibles a través del mercado financiero. Entre enero y los primeros días de junio el Índice Dow Jones ha perdido el 18% de su valor, el euro frente al dólar 8.3% y el bitcoin 61.5% de su valor frente al dólar: es el reflejo de cómo los capitales restructuran sus inversiones y derrumban el castillo de naipes que se construyó en torno a las criptomonedas y se alejan de las zonas de alto riesgo. La sombra de una nueva recesión se cierne sobre la Unión Europea.

El siguiente paso se dará a través de los ajustes presupuestales que los gobiernos deberán realizar para enfrentar el mayor costo financiero provocado por el alza en las tasas de interés.

Por ello, México deberá prepararse, particularmente porque la Reserva Federal de Atlanta ha señalado que el segundo trimestre del año tiene la evidencia de una desaceleración para Estados Unidos que puede implicar una recesión.

Si ello llega a la actividad industrial estadounidense las exportaciones mexicanas se frenarán y con ello el motor de crecimiento que ayudó a la economía mexicana, un escenario que se vinculará con el alza de las tasas de interés que el Banco de México aplicará en los meses por venir.

Janet Yellen, actual secretaria del Tesoro en Estados Unidos fue clara: “me equivoque sobre el camino que tomaría la inflación”. Ello a pesar de la evidencia generada por el incremento en el precio de las materias primas, un aumento que no correspondía a la realidad que se vivía tras la crisis del 2020.

¿Qué ocurrió? La especulación financiera, y la reactivación económica, incubaron una burbuja de precios que en solo dos años propició un aumento de 300% en el precio de las materias primas. Algo similar a lo que ocurrió en 2001 y 2009, cuando la especulación financiera propició dos recesiones en menos de una década.

El primer caso fue la burbuja conocida como puntocom. La búsqueda de ganancias rápidas impulsó un aumento en el precio de las acciones del naciente NASDAQ. La contradicción surgió cuando el valor de mercado de las empresas tecnológicas distaba del alcanzado por su valor real. Junto con la falta de una regulación adecuada, la burbuja puntocom se transformó en la primera recesión del nuevo milenio.

El mercado hipotecario de Estados Unidos y mundo de los derivados financieros propiciaron el segundo revés económico: en 2007 comenzó la serie de quiebras que destapó la especulación que se había desatado alrededor de los instrumentos financieros que en principio estaban concebidos para eliminar el riesgo pero que fueron utilizados para construir un castillo de naipes.

Cuando el valor de los derivados financieros superó en 30 veces el valor del PIB mundial fue claro que la arquitectura financiera era insostenible. La producción real pagó el costo: la actividad industrial de Estados Unidos tardó 10 años en recuperar su nivel previo y el gobierno debió entrar al rescate del sistema financiero para evitar un colapso mayor. El costo: mayor deuda.

En 2022 la nueva burbuja de precios alrededor de las materias primas se hizo visible públicamente, aunque su existencia se analizaba desde inicios del 2021 cuando se identificó la configuración de la “superburbuja”.

El efecto de la “superburbuja” es la inflación que hoy se vive en los hogares de Europa, Estados Unidos, Canadá y América Latina, una escalada de precios que ha provocado el incremento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, una acción que llevará al mundo a una segunda etapa: encarecimiento del crédito al consumo y la inversión y a un incremento en el costo financiero de la deuda de los gobiernos.

Los primeros efectos se han hecho visibles a través del mercado financiero. Entre enero y los primeros días de junio el Índice Dow Jones ha perdido el 18% de su valor, el euro frente al dólar 8.3% y el bitcoin 61.5% de su valor frente al dólar: es el reflejo de cómo los capitales restructuran sus inversiones y derrumban el castillo de naipes que se construyó en torno a las criptomonedas y se alejan de las zonas de alto riesgo. La sombra de una nueva recesión se cierne sobre la Unión Europea.

El siguiente paso se dará a través de los ajustes presupuestales que los gobiernos deberán realizar para enfrentar el mayor costo financiero provocado por el alza en las tasas de interés.

Por ello, México deberá prepararse, particularmente porque la Reserva Federal de Atlanta ha señalado que el segundo trimestre del año tiene la evidencia de una desaceleración para Estados Unidos que puede implicar una recesión.

Si ello llega a la actividad industrial estadounidense las exportaciones mexicanas se frenarán y con ello el motor de crecimiento que ayudó a la economía mexicana, un escenario que se vinculará con el alza de las tasas de interés que el Banco de México aplicará en los meses por venir.