/ lunes 10 de mayo de 2021

Economía 4.0 | Inflación al alza: el inicio del superciclo

El segundo semestre del 2020 presentó evidencia suficiente sobre la tendencia de lo que ocurriría durante los primeros meses del 2021: el aumento generalizado en el precio internacional de las materias primas, los conocidos como commodities, tendría un profundo impacto sobre la economía mexicana.

El inicio del conocido como superciclo global de la economía inició con la rápida recuperación de China y su esfera de influencia en el Este de Asia.

Desde el mes de junio pasado, el vigoroso crecimiento de la industria implicó el correspondiente aumento en la demanda de materias primas, una ola que se extendió a toda la plataforma intraindustrial conformada en Asia y Oceanía.

En Europa y América la crisis económica asociada al manejo poco eficaz de la pandemia impidió observar la gestación del nuevo superciclo global.

Entre los meses de junio y diciembre el precio del petróleo se incrementó 36% mientras que las gasolinas lo hicieron 29% y el maíz 49%. El gas natural se elevó 42% y el cobre 8%. El carbón en 42% y el trigo 18.4%. El aluminio 28% y el aceite de palma 38%.

Las cifras referidas constituían un mensaje claro para todos los bancos centrales: la presión en precios, es decir la inflación, será una compañera no deseada de la recuperación económica.

Solo las economías con alta productividad y competitividad, así como las que apliquen la combinación adecuada de política fiscal con monetaria podrán evitar la escalada de precios sin sacrificar su recuperación. En juego estará el empleo y bienestar de su población.

Lamentablemente, el superciclo se aceleró durante los primeros tres meses del 2021. El precio del petróleo creció otro 22% y el gas natural 4%. Por su parte la gasolina lo hizo 39%, el carbón 12% y el aluminio en 11%. El trigo contuvo su alza durante el primer trimestre del 2021, sin embargo, durante los meses de abril y mayo ha contabilizado nuevos incrementos.

¿Cuál es la implicación para la economía mexicana? En abril la inflación alcanzó una tasa anual de 6.1%: los precios administrados por el gobierno fueron los que presentaron el mayor aumento (19.3%). En los energéticos la variación fue de 28%. Todo ello repercutió en que la inflación no subyacente, la más volátil, fuera de 12.3%.

El inicio del superciclo global y la dependencia de las finanzas públicas de los ingresos asociados a los energéticos y sus derivados dejan en manos del Banco de México el control de la inflación y permiten adelantar el fin de la baja en las tasas de interés. La política fiscal no tiene la posibilidad de sacrificar los ingresos del gobierno para evitar la presión de los precios, particularmente ahora que se reconoce que no se alcanzarán las metas de producción de petróleo.

¿Podrá la política monetaria contener el incremento en precios? Sin lugar a duda que el Banco Central enfrentará uno de sus mayores retos: evitar frenar la inflación sin impactar el crecimiento de México.

La solución no será fácil: desde hace 30 años la economía mexicana exhibe una variación negativa en la productividad total de los factores por lo que no cuenta con el elemento estructural que ayuda al combate de la inflación.

Además, la trampa de pobreza, precariedad laboral, baja competitividad y fragilidad de las finanzas públicas limitan la capacidad de la política fiscal para contribuir a encontrar una salida.

Por tanto, ante el inicio del superciclo, deberá ser el Banco de México el que muestre la fortaleza institucional de su política monetaria y su capacidad de contribuir a la estabilidad y desarrollo nacional.




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El segundo semestre del 2020 presentó evidencia suficiente sobre la tendencia de lo que ocurriría durante los primeros meses del 2021: el aumento generalizado en el precio internacional de las materias primas, los conocidos como commodities, tendría un profundo impacto sobre la economía mexicana.

El inicio del conocido como superciclo global de la economía inició con la rápida recuperación de China y su esfera de influencia en el Este de Asia.

Desde el mes de junio pasado, el vigoroso crecimiento de la industria implicó el correspondiente aumento en la demanda de materias primas, una ola que se extendió a toda la plataforma intraindustrial conformada en Asia y Oceanía.

En Europa y América la crisis económica asociada al manejo poco eficaz de la pandemia impidió observar la gestación del nuevo superciclo global.

Entre los meses de junio y diciembre el precio del petróleo se incrementó 36% mientras que las gasolinas lo hicieron 29% y el maíz 49%. El gas natural se elevó 42% y el cobre 8%. El carbón en 42% y el trigo 18.4%. El aluminio 28% y el aceite de palma 38%.

Las cifras referidas constituían un mensaje claro para todos los bancos centrales: la presión en precios, es decir la inflación, será una compañera no deseada de la recuperación económica.

Solo las economías con alta productividad y competitividad, así como las que apliquen la combinación adecuada de política fiscal con monetaria podrán evitar la escalada de precios sin sacrificar su recuperación. En juego estará el empleo y bienestar de su población.

Lamentablemente, el superciclo se aceleró durante los primeros tres meses del 2021. El precio del petróleo creció otro 22% y el gas natural 4%. Por su parte la gasolina lo hizo 39%, el carbón 12% y el aluminio en 11%. El trigo contuvo su alza durante el primer trimestre del 2021, sin embargo, durante los meses de abril y mayo ha contabilizado nuevos incrementos.

¿Cuál es la implicación para la economía mexicana? En abril la inflación alcanzó una tasa anual de 6.1%: los precios administrados por el gobierno fueron los que presentaron el mayor aumento (19.3%). En los energéticos la variación fue de 28%. Todo ello repercutió en que la inflación no subyacente, la más volátil, fuera de 12.3%.

El inicio del superciclo global y la dependencia de las finanzas públicas de los ingresos asociados a los energéticos y sus derivados dejan en manos del Banco de México el control de la inflación y permiten adelantar el fin de la baja en las tasas de interés. La política fiscal no tiene la posibilidad de sacrificar los ingresos del gobierno para evitar la presión de los precios, particularmente ahora que se reconoce que no se alcanzarán las metas de producción de petróleo.

¿Podrá la política monetaria contener el incremento en precios? Sin lugar a duda que el Banco Central enfrentará uno de sus mayores retos: evitar frenar la inflación sin impactar el crecimiento de México.

La solución no será fácil: desde hace 30 años la economía mexicana exhibe una variación negativa en la productividad total de los factores por lo que no cuenta con el elemento estructural que ayuda al combate de la inflación.

Además, la trampa de pobreza, precariedad laboral, baja competitividad y fragilidad de las finanzas públicas limitan la capacidad de la política fiscal para contribuir a encontrar una salida.

Por tanto, ante el inicio del superciclo, deberá ser el Banco de México el que muestre la fortaleza institucional de su política monetaria y su capacidad de contribuir a la estabilidad y desarrollo nacional.




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