/ lunes 8 de junio de 2020

Economía 4.0 | La larga noche de la economía mexicana

No hay atajos en la historia. México lo conoce bien: los errores del pasado tienen un costo elevado sobre el bienestar social de una nación que hace 40 años se ubicó entre las 10 más grandes del mundo por el tamaño de su economía.

Las crisis recurrentes del último medio siglo han cobrado su factura a un país que cuenta con una gloriosa historia pero que vive en precariedad.

Durante las próximas semanas México seguirá conociendo el saldo socioeconómico asociado a la tercera recesión que vive en los primeros 20 años del siglo XXI.

Sin lugar a duda que el resultado del mercado laboral presentado por el INEGI para el mes de abril mostró la dimensión de la precarización que enfrentan casi 40 millones de mexicanos: 12.5 millones de trabajadores se quedaron sin una fuente de ingreso económico (elegantemente fueron puestos como población que no buscó trabajo), una situación que también afecta a, por lo menos, dos personas más en su hogar.

Las estadísticas presentadas por el INEGI también representan un foco rojo para el caso de los trabajadores que lograron mantener su empleo: la subocupación escaló a 25% del total y la tasa de condiciones críticas superó el 35% del total de las personas ocupadas.

¿Qué significa lo anterior? Junto con el hecho de que la tasa de desocupación se elevó a 4.7%, lo descrito sintetiza el profundo daño que los trabajadores y sus familias sufrieron por la recesión y las medidas aplicadas para intentar contener el contagio asociado al Covi-19.

El gobierno tiene las primeras cifras de la afectación que está enfrentando: los ingresos presupuestarios del sector público retrocedieron 19% en términos reales: todos los ingresos tributarios relevantes exhibieron un resultado negativo, salvo el IVA.

En el caso de los ingresos petroleros la situación es inquietante: su valor en abril es uno de los más bajos desde fines del 2003 y tiene una clara tendencia negativa.

La información que se dará a conocer durante la semana que recién comienza no será mejor: el jueves se tendrán las cifras de lo que ocurrió en el sector industrial en abril.

La noticia no será el número negativo, lo verdaderamente relevante es su magnitud.

La industria registrará su caída consecutiva número 19: es altamente probable que se contabilice una contracción anual de doble dígito que va a superar lo acontecido en las crisis del 2009 y de 1995.

La caída histórica del sector automotriz, el bajo valor del Índice de Pedidos Manufactureros y el débil comportamiento de las exportaciones en abril permitieron anticipar parte del desempeño de una industria mexicana que se encuentra a la deriva.

Junto con las estadísticas laborales del IMSS y del INEGI, así como lo correspondiente a las finanzas públicas, el resultado de la producción industrial vaticinará parte del colapso del Indicador Global de Actividad Económica, es decir del PIB.

¿Por qué será importante dar seguimiento a lo citado? Primero: permitirá poner en la balanza la profundidad, extensión y duración de una crisis que tendrá efectos estructurales sobre una economía que llegó enferma a este momento.

Segundo: dará una clara señal de lo que seguirá ocurriendo si no se genera un Acuerdo Nacional que permita atenuar y revertir un daño que afecta a una sociedad que no ha tenido un momento de descanso desde las crisis incubadas a mediados de los años setenta del siglo XX.



Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

No hay atajos en la historia. México lo conoce bien: los errores del pasado tienen un costo elevado sobre el bienestar social de una nación que hace 40 años se ubicó entre las 10 más grandes del mundo por el tamaño de su economía.

Las crisis recurrentes del último medio siglo han cobrado su factura a un país que cuenta con una gloriosa historia pero que vive en precariedad.

Durante las próximas semanas México seguirá conociendo el saldo socioeconómico asociado a la tercera recesión que vive en los primeros 20 años del siglo XXI.

Sin lugar a duda que el resultado del mercado laboral presentado por el INEGI para el mes de abril mostró la dimensión de la precarización que enfrentan casi 40 millones de mexicanos: 12.5 millones de trabajadores se quedaron sin una fuente de ingreso económico (elegantemente fueron puestos como población que no buscó trabajo), una situación que también afecta a, por lo menos, dos personas más en su hogar.

Las estadísticas presentadas por el INEGI también representan un foco rojo para el caso de los trabajadores que lograron mantener su empleo: la subocupación escaló a 25% del total y la tasa de condiciones críticas superó el 35% del total de las personas ocupadas.

¿Qué significa lo anterior? Junto con el hecho de que la tasa de desocupación se elevó a 4.7%, lo descrito sintetiza el profundo daño que los trabajadores y sus familias sufrieron por la recesión y las medidas aplicadas para intentar contener el contagio asociado al Covi-19.

El gobierno tiene las primeras cifras de la afectación que está enfrentando: los ingresos presupuestarios del sector público retrocedieron 19% en términos reales: todos los ingresos tributarios relevantes exhibieron un resultado negativo, salvo el IVA.

En el caso de los ingresos petroleros la situación es inquietante: su valor en abril es uno de los más bajos desde fines del 2003 y tiene una clara tendencia negativa.

La información que se dará a conocer durante la semana que recién comienza no será mejor: el jueves se tendrán las cifras de lo que ocurrió en el sector industrial en abril.

La noticia no será el número negativo, lo verdaderamente relevante es su magnitud.

La industria registrará su caída consecutiva número 19: es altamente probable que se contabilice una contracción anual de doble dígito que va a superar lo acontecido en las crisis del 2009 y de 1995.

La caída histórica del sector automotriz, el bajo valor del Índice de Pedidos Manufactureros y el débil comportamiento de las exportaciones en abril permitieron anticipar parte del desempeño de una industria mexicana que se encuentra a la deriva.

Junto con las estadísticas laborales del IMSS y del INEGI, así como lo correspondiente a las finanzas públicas, el resultado de la producción industrial vaticinará parte del colapso del Indicador Global de Actividad Económica, es decir del PIB.

¿Por qué será importante dar seguimiento a lo citado? Primero: permitirá poner en la balanza la profundidad, extensión y duración de una crisis que tendrá efectos estructurales sobre una economía que llegó enferma a este momento.

Segundo: dará una clara señal de lo que seguirá ocurriendo si no se genera un Acuerdo Nacional que permita atenuar y revertir un daño que afecta a una sociedad que no ha tenido un momento de descanso desde las crisis incubadas a mediados de los años setenta del siglo XX.



Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico