/ lunes 13 de diciembre de 2021

Economía 4.0 | Los límites de la política monetaria

El combate a la inflación fue uno de los objetivos centrales de la política económica mexicana entre la década de los años ochenta del siglo xx y la primera del nuevo milenio.


Los acuerdos políticos denominados pactos fueron el mecanismo fundamental que se utilizó para frenar el incremento en precios. La estrategia falló porque no creó un entorno de productividad y desarrollo industrial adecuados para garantizar que México recuperase la senda de crecimiento de 6% e inflaciones inferiores al 3% que le distinguió durante el periodo conocido como Desarrollo Estabilizador.


Para abatir la inflación se optó por el control de los salarios, una medida efectiva en el corto y mediano plazo pero que sacrificó el bienestar de las familias y el mercado interno nacional.


Al mismo tiempo México se entregó al canto de las sirenas de una globalización comercial que estuvo dispuesta a renunciar al fortalecimiento de empresas mexicanas para que estuvieran en capacidad de competir con los desarrollos incubados en los países desarrollados y naciones asiáticas como China y Corea del Sur, estas últimas gracias a su visión de Estado Desarrollador.


Mexico abrió su economía y pudo disfrutar de productos importados a bajos precios gracias a lo barato de la mano de obra china, vietnamita o centroamericana, en donde se instalaron las empresas trasnacionales.


¿El costo? Un país. La ilusión de una economía que había controlado la inflación llegó a su fin con la necesidad social de recuperar el poder adquisitivo de los salarios. Durante los últimos años se han concertado incrementos al salario mínimo que pondrán a prueba la estabilidad en el sistema de precios en una economía de baja productividad.


Lamentablemente lo descrito se conjuga con la ola internacional de aumento en los precios de las materias primas. Así como México disfrutó de un control de la inflación gracias a la importación de bienes baratos ahora enfrenta el encarecimiento de las materias primas, sus derivados, del transporte marítimo y los problemas de producción que existen en la manufacturas.


¿Cómo se detendrá el incremento en precios? Sin un fundamento productivo todo descansará en una política económica restrictiva, particularmente en la parte monetaria.


La temida alza en las tasas de interés será lo evidente, sin embargo el banco central tendrá que utilizar otros mecanismos para detener la inercia de la inflación.


El problema de fondo es que la presión externa se mantendrá y México no tiene los fundamentos endógenos para acotar la escalada de precios: la apertura comercial generó una dependencia de insumos intermedios y bienes de capital foráneos.


La depreciación del peso crea un elemento adicional que se presentará durante el primero y segundo trimestre del 2022: se encarece la importación para una nación que pierde impulso en la generación de riqueza pero que depende de la compra de alimentos y energéticos.


¿Puede la política monetaria resolver los pendientes del modelo económico? La respuesta se tiene en la historia reciente del país y en lo que ocurre a nivel internacional a raíz del COVID y la Cuarta Revolución Industrial: sin medidas integrales de desarrollo económico sustentadas en el fortalecimiento de la industria nacional, la aplicación de medidas restrictivas sólo provocará un mayor freno del crecimiento y desarrollo, una alternativa que no es deseable para una nación que aún vive los efectos de las crisis recurrentes de los últimos 40 años.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

El combate a la inflación fue uno de los objetivos centrales de la política económica mexicana entre la década de los años ochenta del siglo xx y la primera del nuevo milenio.


Los acuerdos políticos denominados pactos fueron el mecanismo fundamental que se utilizó para frenar el incremento en precios. La estrategia falló porque no creó un entorno de productividad y desarrollo industrial adecuados para garantizar que México recuperase la senda de crecimiento de 6% e inflaciones inferiores al 3% que le distinguió durante el periodo conocido como Desarrollo Estabilizador.


Para abatir la inflación se optó por el control de los salarios, una medida efectiva en el corto y mediano plazo pero que sacrificó el bienestar de las familias y el mercado interno nacional.


Al mismo tiempo México se entregó al canto de las sirenas de una globalización comercial que estuvo dispuesta a renunciar al fortalecimiento de empresas mexicanas para que estuvieran en capacidad de competir con los desarrollos incubados en los países desarrollados y naciones asiáticas como China y Corea del Sur, estas últimas gracias a su visión de Estado Desarrollador.


Mexico abrió su economía y pudo disfrutar de productos importados a bajos precios gracias a lo barato de la mano de obra china, vietnamita o centroamericana, en donde se instalaron las empresas trasnacionales.


¿El costo? Un país. La ilusión de una economía que había controlado la inflación llegó a su fin con la necesidad social de recuperar el poder adquisitivo de los salarios. Durante los últimos años se han concertado incrementos al salario mínimo que pondrán a prueba la estabilidad en el sistema de precios en una economía de baja productividad.


Lamentablemente lo descrito se conjuga con la ola internacional de aumento en los precios de las materias primas. Así como México disfrutó de un control de la inflación gracias a la importación de bienes baratos ahora enfrenta el encarecimiento de las materias primas, sus derivados, del transporte marítimo y los problemas de producción que existen en la manufacturas.


¿Cómo se detendrá el incremento en precios? Sin un fundamento productivo todo descansará en una política económica restrictiva, particularmente en la parte monetaria.


La temida alza en las tasas de interés será lo evidente, sin embargo el banco central tendrá que utilizar otros mecanismos para detener la inercia de la inflación.


El problema de fondo es que la presión externa se mantendrá y México no tiene los fundamentos endógenos para acotar la escalada de precios: la apertura comercial generó una dependencia de insumos intermedios y bienes de capital foráneos.


La depreciación del peso crea un elemento adicional que se presentará durante el primero y segundo trimestre del 2022: se encarece la importación para una nación que pierde impulso en la generación de riqueza pero que depende de la compra de alimentos y energéticos.


¿Puede la política monetaria resolver los pendientes del modelo económico? La respuesta se tiene en la historia reciente del país y en lo que ocurre a nivel internacional a raíz del COVID y la Cuarta Revolución Industrial: sin medidas integrales de desarrollo económico sustentadas en el fortalecimiento de la industria nacional, la aplicación de medidas restrictivas sólo provocará un mayor freno del crecimiento y desarrollo, una alternativa que no es deseable para una nación que aún vive los efectos de las crisis recurrentes de los últimos 40 años.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico