/ lunes 2 de noviembre de 2020

Economía 4.0 | PIB: ¿en recuperación o recesión?

El resultado del PIB en el tercer trimestre arrojó dos perspectivas: por el lado positivo un aumento de 12% respecto a la caída histórica registrada entre abril y junio pasados; por el otro una nueva caída (la sexta consecutiva) de (-) 8.6% cuando la comparación se realiza respecto al tercer trimestre de 2019.

Sin lugar a duda que la reapertura de la economía permitió que las familias y empresas tuvieran la oportunidad de regresar a trabajar y ello implicó la reactivación de 12%.

No obstante, la cifra de (-) 8.6%permite establecer que, aun con la reapertura y la reactivación, el nivel del PIB es inferior al del 2019.

En resumen: existe una menor producción de bienes y servicios disponibles para la población, una situación que también corresponde con el menor número de empleos formales e informales que existe en la economía.

El mensaje del PIB: México tiene la necesidad de elaborar un programa estratégico de reactivación económica que le permita iniciar el proceso de recuperación a través de un Gran Acuerdo Nacional.

No se debe perder de vista que la contracción del PIB en el tercer trimestre del año confirma cuatro cosas.

Primero, la reapertura de la economía atemperó su retroceso, pero no se transformó en una sólida reactivación.

En segunda instancia: aún se deberá recorrer un proceso que será largo y complejo para que la reapertura se traduzca en una reactivación y poder lograr una recuperación sostenible.

Las razones: el retroceso a tasa anual del (-) 8.6% es similar a la parte más profunda de la recesión ocurrida en 1995 y en el 2009. También supera todas las variaciones negativas del periodo recesivo acaecido en el periodo 2001-2002 y las minusvalías alcanzadas durante la década de los años ochenta del siglo XX.

Por ello, y como tercer elemento, los resultados del PIB confirman la necesidad de recapacitar sobre la verdadera dimensión del momento histórico que México está enfrentando y su solución: la mayor crisis en los últimos 90 años requiere un Gran Acuerdo Nacional que permita construir un programa contingente para enfrentar el corto plazo y evitar que la segunda ola del COVID-19 vuelva a trastocar el precario estado de la economía, el empleo, la inversión y el bienestar de la sociedad mexicana.

Finalmente, es fundamental ponderar los efectos estructurales que la crisis está causando sobre la sociedad y economía nacional: fundamentalmente la disminución de la capacidad para crecer en el mediano plazo.

Después del rebote estadístico que se observará entre abril y septiembre del 2021, y dependiendo de los efectos del segundo avance del COVID-19, las tasas de crecimiento observadas convergerán a un nuevo potencial que será inferior al 2.5% contabilizado en los anteriores 30 años.

Para evitar lo anterior es necesario procurar un mejor entorno para la inversión privada y realinear la inversión pública en dos sentidos. Se debe incrementar su monto hasta llegar, por lo menos, a 5% como proporción del PIB. También es necesario evaluar la eficacia de las inversiones realizadas.

México enfrenta su mayor desafío en casi un siglo, el mejor camino para superarlo es a través de un Acuerdo Nacional para evitar que los efectos de la recesión perduren y se asocien a los rezagos de pobreza, precarización laboral y bajo crecimiento que durante décadas han conformado un círculo vicioso que limita el desarrollo económico del país.

El resultado del PIB en el tercer trimestre arrojó dos perspectivas: por el lado positivo un aumento de 12% respecto a la caída histórica registrada entre abril y junio pasados; por el otro una nueva caída (la sexta consecutiva) de (-) 8.6% cuando la comparación se realiza respecto al tercer trimestre de 2019.

Sin lugar a duda que la reapertura de la economía permitió que las familias y empresas tuvieran la oportunidad de regresar a trabajar y ello implicó la reactivación de 12%.

No obstante, la cifra de (-) 8.6%permite establecer que, aun con la reapertura y la reactivación, el nivel del PIB es inferior al del 2019.

En resumen: existe una menor producción de bienes y servicios disponibles para la población, una situación que también corresponde con el menor número de empleos formales e informales que existe en la economía.

El mensaje del PIB: México tiene la necesidad de elaborar un programa estratégico de reactivación económica que le permita iniciar el proceso de recuperación a través de un Gran Acuerdo Nacional.

No se debe perder de vista que la contracción del PIB en el tercer trimestre del año confirma cuatro cosas.

Primero, la reapertura de la economía atemperó su retroceso, pero no se transformó en una sólida reactivación.

En segunda instancia: aún se deberá recorrer un proceso que será largo y complejo para que la reapertura se traduzca en una reactivación y poder lograr una recuperación sostenible.

Las razones: el retroceso a tasa anual del (-) 8.6% es similar a la parte más profunda de la recesión ocurrida en 1995 y en el 2009. También supera todas las variaciones negativas del periodo recesivo acaecido en el periodo 2001-2002 y las minusvalías alcanzadas durante la década de los años ochenta del siglo XX.

Por ello, y como tercer elemento, los resultados del PIB confirman la necesidad de recapacitar sobre la verdadera dimensión del momento histórico que México está enfrentando y su solución: la mayor crisis en los últimos 90 años requiere un Gran Acuerdo Nacional que permita construir un programa contingente para enfrentar el corto plazo y evitar que la segunda ola del COVID-19 vuelva a trastocar el precario estado de la economía, el empleo, la inversión y el bienestar de la sociedad mexicana.

Finalmente, es fundamental ponderar los efectos estructurales que la crisis está causando sobre la sociedad y economía nacional: fundamentalmente la disminución de la capacidad para crecer en el mediano plazo.

Después del rebote estadístico que se observará entre abril y septiembre del 2021, y dependiendo de los efectos del segundo avance del COVID-19, las tasas de crecimiento observadas convergerán a un nuevo potencial que será inferior al 2.5% contabilizado en los anteriores 30 años.

Para evitar lo anterior es necesario procurar un mejor entorno para la inversión privada y realinear la inversión pública en dos sentidos. Se debe incrementar su monto hasta llegar, por lo menos, a 5% como proporción del PIB. También es necesario evaluar la eficacia de las inversiones realizadas.

México enfrenta su mayor desafío en casi un siglo, el mejor camino para superarlo es a través de un Acuerdo Nacional para evitar que los efectos de la recesión perduren y se asocien a los rezagos de pobreza, precarización laboral y bajo crecimiento que durante décadas han conformado un círculo vicioso que limita el desarrollo económico del país.