/ lunes 14 de septiembre de 2020

Economía 4.0 | Recesión industrial: más allá de la coyuntura

La industria mexicana ligó 22 meses con tasas anuales de negativas, algo no observado en más de 40 años.

En julio su caída fue de (-) 11-6%: el promedio del 2020 es de (-) 14.0%, el del sexenio (-)6.0%.

Por ello, la capacidad potencial y el ciclo industrial continúan a la baja: aún se encuentra lejana la posibilidad de una recuperación sólida, probablemente llegará hasta el primer trimestre del 2021.

Para lograrlo se debe generar un marco de confianza para la inversión privada, la presentación de presupuesto ya mostró el rumbo que seguirá la parte pública: todo se ha focalizado en tres grandes proyectos que se delinearon desde el inicio del sexenio. Antes de la crisis.

¿Qué lectura debe darse a lo anterior?

Quedarse en la coyuntura sería algo natural: las empresas enfrentan fuertes restricciones de flujo económico. Requieren de medidas fiscales o de financiamiento en el corto plazo.

No obstante, eso no será suficiente: ante la magnitud de la recesión otros gobiernos y las empresas trasnacionales han comenzado a reconfigurar sus estrategias, México aún no lo hace.

A nivel nacional. Los 22 meses de caídas ya implican una afectación estructural en la capacidad industrial: solo se revertirá con nuevas inversiones alineadas a sectores estratégicos que no sólo vean en el corto plazo.

Únicamente una política industrial puede generar los mecanismos para alinear las estrategias públicas y privadas.

La directriz debería ser el Interés Nacional y lo Hecho en México. La inversión extranjera directa seguirá sus propias directrices.

La inversión extranjera directa representa 3% del PIB, positivo pero insuficiente. La inversión privada nacional constituye 15 puntos del PIB. La pública no supera el 2.5% del PIB.


Además, a nivel global avanzan cinco nuevas olas de cambio sobre las que México no tiene control, todas ellas vinculadas con el desarrollo industrial. Sin una propuesta propia, el país quedará sujeto a la inercia que surja de las decisiones tomadas en el exterior: es el costo de la dependencia y la ausencia de una Política Industrial Integral.

El primer cambio es la propia magnitud de la crisis: implica una reconstrucción de los planes de producción global. No será una reactivación, se observará una reconfiguración.

En segundo término: la continuidad del proteccionismo en Estados Unidos. No habrá diferencias entre la reelección del presidente Donald Trump o un potencial triunfo de Joe Biden, ambos van por el nacionalismo.

Tres: China ha tomado ventaja en su disputa geopolítica y geoeconómica con Estados Unidos. México no debería asumir que las empresas trasnacionales abandonaran tan fácilmente el Este de Asia.

Cuatro. La relocalización inercial de empresas que ocurre a nivel mundial, tiene otra vertiente: Estados Unidos y Europa buscan atraer a sus empresas de vuelta a su territorio nacional.

El fin de la Industria 4.0 y el paso a la Quinta Revolución Industrial. El avance de la tecnología 5G, la programación cuántica, la construcción de hardware con inteligencia artificial y su uso intensivo representan el siguiente paso en una Revolución Industrial a la que México seguirá renunciando si no cuenta estrategia de Política Industrial Integral propia y la cual comenzará a observarse a partir del 2025. Seguir en el rol de maquilador será riesgoso: la pérdida de empleos formales y mayor pobreza serán el costo.

El momento de la definición ha llegado para la Cuarta Transformación ¿Cuál será su respuesta?


Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

La industria mexicana ligó 22 meses con tasas anuales de negativas, algo no observado en más de 40 años.

En julio su caída fue de (-) 11-6%: el promedio del 2020 es de (-) 14.0%, el del sexenio (-)6.0%.

Por ello, la capacidad potencial y el ciclo industrial continúan a la baja: aún se encuentra lejana la posibilidad de una recuperación sólida, probablemente llegará hasta el primer trimestre del 2021.

Para lograrlo se debe generar un marco de confianza para la inversión privada, la presentación de presupuesto ya mostró el rumbo que seguirá la parte pública: todo se ha focalizado en tres grandes proyectos que se delinearon desde el inicio del sexenio. Antes de la crisis.

¿Qué lectura debe darse a lo anterior?

Quedarse en la coyuntura sería algo natural: las empresas enfrentan fuertes restricciones de flujo económico. Requieren de medidas fiscales o de financiamiento en el corto plazo.

No obstante, eso no será suficiente: ante la magnitud de la recesión otros gobiernos y las empresas trasnacionales han comenzado a reconfigurar sus estrategias, México aún no lo hace.

A nivel nacional. Los 22 meses de caídas ya implican una afectación estructural en la capacidad industrial: solo se revertirá con nuevas inversiones alineadas a sectores estratégicos que no sólo vean en el corto plazo.

Únicamente una política industrial puede generar los mecanismos para alinear las estrategias públicas y privadas.

La directriz debería ser el Interés Nacional y lo Hecho en México. La inversión extranjera directa seguirá sus propias directrices.

La inversión extranjera directa representa 3% del PIB, positivo pero insuficiente. La inversión privada nacional constituye 15 puntos del PIB. La pública no supera el 2.5% del PIB.


Además, a nivel global avanzan cinco nuevas olas de cambio sobre las que México no tiene control, todas ellas vinculadas con el desarrollo industrial. Sin una propuesta propia, el país quedará sujeto a la inercia que surja de las decisiones tomadas en el exterior: es el costo de la dependencia y la ausencia de una Política Industrial Integral.

El primer cambio es la propia magnitud de la crisis: implica una reconstrucción de los planes de producción global. No será una reactivación, se observará una reconfiguración.

En segundo término: la continuidad del proteccionismo en Estados Unidos. No habrá diferencias entre la reelección del presidente Donald Trump o un potencial triunfo de Joe Biden, ambos van por el nacionalismo.

Tres: China ha tomado ventaja en su disputa geopolítica y geoeconómica con Estados Unidos. México no debería asumir que las empresas trasnacionales abandonaran tan fácilmente el Este de Asia.

Cuatro. La relocalización inercial de empresas que ocurre a nivel mundial, tiene otra vertiente: Estados Unidos y Europa buscan atraer a sus empresas de vuelta a su territorio nacional.

El fin de la Industria 4.0 y el paso a la Quinta Revolución Industrial. El avance de la tecnología 5G, la programación cuántica, la construcción de hardware con inteligencia artificial y su uso intensivo representan el siguiente paso en una Revolución Industrial a la que México seguirá renunciando si no cuenta estrategia de Política Industrial Integral propia y la cual comenzará a observarse a partir del 2025. Seguir en el rol de maquilador será riesgoso: la pérdida de empleos formales y mayor pobreza serán el costo.

El momento de la definición ha llegado para la Cuarta Transformación ¿Cuál será su respuesta?


Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico