/ lunes 28 de marzo de 2022

Economía 4.0 | Un nuevo examen para México

La economía será sometida a un nuevo examen por parte de la realidad global y nacional. Será el tercero en los últimos cuatro años.

El saldo de los últimos 38 meses es un crecimiento promedio de (-) 0.8%: representa el resultado de los eventos ocurridos y las estrategias adoptadas en dicho periodo.

El primer reto llegó con la desaceleración industrial que se presentó a mediados del 2018 y que golpeó profundamente a la construcción y que inhibió el desempeñó de las manufacturas. Apagó los motores del sector industrial.

El segundo desafío ocurrió con la aparición del Covid-19, una pandemia de salud que afectó la estructura del sistema productivo al provocar la pérdida neta de 400 mil unidades productivas y el cierre temporal o permanente de más de 12 millones de empleos en toda la economía.

Al inicio del 2022 aún se resienten los efectos de la recesión ocasionada por el Covid-19 y de la estrategia implementada para intentar paliar sus efectos. Uno de los más visibles es la inflación.

En mayo de 2020 la rápida recuperación de China y su esfera de influencia en el Este de Asia impulsó la primera alza en el precio de las materias primas. A ello se agregó el sólido crecimiento de Estados Unidos durante el 2021.

Las Cadenas Globales de Valor reaccionaron tanto al restablecimiento de la actividad económica de las dos principales economías del orbe (acumulan el 40% del PIB mundial) como a la reconstrucción de su operación y logística: la crisis ocasionada por el Covid-19 mostró que su funcionamiento es un tema de seguridad nacional, así lo consideran las naciones que tienen una visión que va más allá de la dimensión de comercio exterior.

En dicho contexto se presentó la invasión de Rusia en Ucrania: un conflicto militar-financiero-energético que confirma el cambio de época que vive el mundo: el agotamiento del modelo neoliberal globalizador se vinculó con las cenizas del pensamiento comunista. La fricción generada no es algo menor: Rusia no tiene la capacidad económica para mantener una guerra prolongada, pero sí la militar para afectar a Europa, Japón y a los propios Estados Unidos.

Por ello los estadounidenses han buscado llevar la batalla al terreno financiero y acotar la parte militar a Ucrania.

En este contexto se presenta la tercera prueba para México, una tan compleja como la causada por el Covid-19: se debe tener cautela diplomática y una estrategia geopolítica y geoeconómica para enfrentar la dinámica que se presenta

Las oportunidades para atraer inversión son reales, pero ello no ocurrirá sin el establecimiento de una política económica que aproveche la necesidad que tienen algunas empresas trasnacionales para reubicarse en América del Norte.

Además, México debe romper con su tradición maquiladora para propiciar que los nuevos flujos de inversión vayan a sectores que pueden elevar el contenido nacional, el desarrollo humano y el bienestar social.

Los resultados no serán diferentes a los observados durante los últimos 40 años si México sigue operando bajo la lógica de un modelo neoliberal desechado en Europa y Estados Unidos, un modelo que nunca fue utilizado en el Este de Asia.

La evidencia para aplicar un cambio de estrategia es contundente: el país volvió a perder fuerza de crecimiento después del “rebote” asociado a la crisis del 2020.

Los resultados del primer bimestre del 2022 son positivos pero modestos, no recuperan lo perdido y son la antesala de la desaceleración que se vivirá en el segundo trimestre del año: es momento de una estrategia de cambio estructural acordé con la nueva realidad global y nacional.

La economía será sometida a un nuevo examen por parte de la realidad global y nacional. Será el tercero en los últimos cuatro años.

El saldo de los últimos 38 meses es un crecimiento promedio de (-) 0.8%: representa el resultado de los eventos ocurridos y las estrategias adoptadas en dicho periodo.

El primer reto llegó con la desaceleración industrial que se presentó a mediados del 2018 y que golpeó profundamente a la construcción y que inhibió el desempeñó de las manufacturas. Apagó los motores del sector industrial.

El segundo desafío ocurrió con la aparición del Covid-19, una pandemia de salud que afectó la estructura del sistema productivo al provocar la pérdida neta de 400 mil unidades productivas y el cierre temporal o permanente de más de 12 millones de empleos en toda la economía.

Al inicio del 2022 aún se resienten los efectos de la recesión ocasionada por el Covid-19 y de la estrategia implementada para intentar paliar sus efectos. Uno de los más visibles es la inflación.

En mayo de 2020 la rápida recuperación de China y su esfera de influencia en el Este de Asia impulsó la primera alza en el precio de las materias primas. A ello se agregó el sólido crecimiento de Estados Unidos durante el 2021.

Las Cadenas Globales de Valor reaccionaron tanto al restablecimiento de la actividad económica de las dos principales economías del orbe (acumulan el 40% del PIB mundial) como a la reconstrucción de su operación y logística: la crisis ocasionada por el Covid-19 mostró que su funcionamiento es un tema de seguridad nacional, así lo consideran las naciones que tienen una visión que va más allá de la dimensión de comercio exterior.

En dicho contexto se presentó la invasión de Rusia en Ucrania: un conflicto militar-financiero-energético que confirma el cambio de época que vive el mundo: el agotamiento del modelo neoliberal globalizador se vinculó con las cenizas del pensamiento comunista. La fricción generada no es algo menor: Rusia no tiene la capacidad económica para mantener una guerra prolongada, pero sí la militar para afectar a Europa, Japón y a los propios Estados Unidos.

Por ello los estadounidenses han buscado llevar la batalla al terreno financiero y acotar la parte militar a Ucrania.

En este contexto se presenta la tercera prueba para México, una tan compleja como la causada por el Covid-19: se debe tener cautela diplomática y una estrategia geopolítica y geoeconómica para enfrentar la dinámica que se presenta

Las oportunidades para atraer inversión son reales, pero ello no ocurrirá sin el establecimiento de una política económica que aproveche la necesidad que tienen algunas empresas trasnacionales para reubicarse en América del Norte.

Además, México debe romper con su tradición maquiladora para propiciar que los nuevos flujos de inversión vayan a sectores que pueden elevar el contenido nacional, el desarrollo humano y el bienestar social.

Los resultados no serán diferentes a los observados durante los últimos 40 años si México sigue operando bajo la lógica de un modelo neoliberal desechado en Europa y Estados Unidos, un modelo que nunca fue utilizado en el Este de Asia.

La evidencia para aplicar un cambio de estrategia es contundente: el país volvió a perder fuerza de crecimiento después del “rebote” asociado a la crisis del 2020.

Los resultados del primer bimestre del 2022 son positivos pero modestos, no recuperan lo perdido y son la antesala de la desaceleración que se vivirá en el segundo trimestre del año: es momento de una estrategia de cambio estructural acordé con la nueva realidad global y nacional.