/ lunes 16 de mayo de 2022

Economía 4.0 | Una cita con el futuro

El mundo se encuentra en una encrucijada: ¿se debe contener el aumento de la inflación a cualquier costo, particularmente del crecimiento económico?

La decisión que tome cada banco central incidirá sobre el destino de su economía y sociedad, sin embargo, la que adopte la Reserva Federal de Estados Unidos tendrá un efecto global.

El freno de la inflación no será fácil y tendrá consecuencias. Agustín Carstens ha señalado dos elementos fundamentales: “los bancos centrales deben tener cuidado de no provocar un frenazo excesivo” y también que los mismos "son plenamente conscientes de que los costos a corto plazo en términos de actividad y empleo son el precio por pagar para evitar costos mayores en el futuro".

¿Cuál es el justo medio? La respuesta no es sencilla porque cada país transita una realidad económica y social distinta: la crisis generada por el Covid-19 aún no muestra todos los daños estructurales que causó en términos de pobreza y crecimiento a largo plazo.

Por su parte la guerra en Ucrania despertó un conflicto geopolítico y geoeconómico no observado desde la Guerra Fría que tiene vida propia.

A diferencia de la década de los años ochenta y noventa, cuando se aplicaron programas de ajuste estructural bajo la recomendación del FMI y el Banco Mundial, con un costo social elevado, hoy no existe una guía global sobre la forma de enfrentar la inflación que se vive, un desequilibrio que amenaza la incipiente recuperación económica.

El propio FMI ha señalado que el incremento en las tasas de interés para frenar la presión inflacionaria “puede ser obsoleto”, particularmente porque el aumento en precios tiene su génesis en la aplicación de una política fiscal expansiva.

¿Cuál puede ser el costo de una política monetaria restrictiva? Parte de la respuesta se puede encontrar en el artículo del Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz, El rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina publicado por la Revista de la Cepal en 2003: “uno hubiera esperado, también, que la Junta de la Reserva Federal, tan altamente sofisticada, hubiera tenido en cuenta todos los efectos que se producirían si aumentaba las tasas de interés a niveles casi sin precedentes. Sin embargo, nada de esto ocurrió”.

Desde el punto de vista de Stiglitz, sin dejar de lado el manejo inadecuado de la política fiscal en América Latina, el aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal fue el factor que detonó la crisis que terminó con el crecimiento económico de la región. Efecto que se exacerbó por la política monetaria ortodoxa que se privilegió desde el Banco Central de Inglaterra.

El 2022 presenta una nueva cita con la historia en materia de inflación, bajo crecimiento y elevadas tasas de interés. El Banco Central Europeo, el Banco Central de Inglaterra y la Reserva Federal reconocieron que la presión inflacionaria no cederá en el corto plazo y que el 2023 seguirá presentando desequilibrios en la materia.

¿En cuánto se incrementarán las tasas de interés y con qué frecuencia? Dependerá de la Reserva Federal y de cuánto avance la propuesta de Janet Yellen de modificar la arquitectura del sistema financiero mundial. El costo en materia de crecimiento económico será el resultado.

Únicamente las naciones con alta productividad y un desarrollo industrial orientado a la generación de valor agregado han logrado evitar la primera oleada de afectaciones. Sólo una política integral que tenga clara la prospectiva de lo que viene podrá tomar medidas que se anticipen al escenario global que se ha configurado.

El mundo se encuentra en una encrucijada: ¿se debe contener el aumento de la inflación a cualquier costo, particularmente del crecimiento económico?

La decisión que tome cada banco central incidirá sobre el destino de su economía y sociedad, sin embargo, la que adopte la Reserva Federal de Estados Unidos tendrá un efecto global.

El freno de la inflación no será fácil y tendrá consecuencias. Agustín Carstens ha señalado dos elementos fundamentales: “los bancos centrales deben tener cuidado de no provocar un frenazo excesivo” y también que los mismos "son plenamente conscientes de que los costos a corto plazo en términos de actividad y empleo son el precio por pagar para evitar costos mayores en el futuro".

¿Cuál es el justo medio? La respuesta no es sencilla porque cada país transita una realidad económica y social distinta: la crisis generada por el Covid-19 aún no muestra todos los daños estructurales que causó en términos de pobreza y crecimiento a largo plazo.

Por su parte la guerra en Ucrania despertó un conflicto geopolítico y geoeconómico no observado desde la Guerra Fría que tiene vida propia.

A diferencia de la década de los años ochenta y noventa, cuando se aplicaron programas de ajuste estructural bajo la recomendación del FMI y el Banco Mundial, con un costo social elevado, hoy no existe una guía global sobre la forma de enfrentar la inflación que se vive, un desequilibrio que amenaza la incipiente recuperación económica.

El propio FMI ha señalado que el incremento en las tasas de interés para frenar la presión inflacionaria “puede ser obsoleto”, particularmente porque el aumento en precios tiene su génesis en la aplicación de una política fiscal expansiva.

¿Cuál puede ser el costo de una política monetaria restrictiva? Parte de la respuesta se puede encontrar en el artículo del Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz, El rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina publicado por la Revista de la Cepal en 2003: “uno hubiera esperado, también, que la Junta de la Reserva Federal, tan altamente sofisticada, hubiera tenido en cuenta todos los efectos que se producirían si aumentaba las tasas de interés a niveles casi sin precedentes. Sin embargo, nada de esto ocurrió”.

Desde el punto de vista de Stiglitz, sin dejar de lado el manejo inadecuado de la política fiscal en América Latina, el aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal fue el factor que detonó la crisis que terminó con el crecimiento económico de la región. Efecto que se exacerbó por la política monetaria ortodoxa que se privilegió desde el Banco Central de Inglaterra.

El 2022 presenta una nueva cita con la historia en materia de inflación, bajo crecimiento y elevadas tasas de interés. El Banco Central Europeo, el Banco Central de Inglaterra y la Reserva Federal reconocieron que la presión inflacionaria no cederá en el corto plazo y que el 2023 seguirá presentando desequilibrios en la materia.

¿En cuánto se incrementarán las tasas de interés y con qué frecuencia? Dependerá de la Reserva Federal y de cuánto avance la propuesta de Janet Yellen de modificar la arquitectura del sistema financiero mundial. El costo en materia de crecimiento económico será el resultado.

Únicamente las naciones con alta productividad y un desarrollo industrial orientado a la generación de valor agregado han logrado evitar la primera oleada de afectaciones. Sólo una política integral que tenga clara la prospectiva de lo que viene podrá tomar medidas que se anticipen al escenario global que se ha configurado.