/ sábado 26 de mayo de 2018

Ecos del segundo debate presidencial

Aún resuenan en columnas políticas, editoriales y comederos los ecos de ese segundo debate presidencial llevado a cabo en Tijuana y que para muchos fue como una kermesse.

El menos involucrado en el circo, o el que salió mejor librado fue José Antonio Meade. Su prudencia lo salvó de vituperios y de mezquindades. Me refiero a los diálogos y encontronazos que protagonizaron Ricardo Anaya y AMLO, diálogos y encontronazos en los cuales su lenguaje corporal dijo mucho de sus caracteres y de sus actitudes bajo la férula del poder. Incluso Jaime Rodríguez provocó alguna reacción con sus propuestas descabelladas.

En Tijuana, el tema trillado, y para variar, fue el de la corrupción, pese a que la pauta de los conductores establecía hablar de relaciones internacionales, concretamente del problema fronterizo con los Estados Unidos y los migrantes. Entre Anaya y AMLO se dijeron lo que pudo decirse en televisión.

Dice el diccionario que corrupción es alteración, vicio o abuso en las cosas, y además es lapráctica consistente en la utilización de las funciones y medios de las organizaciones en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. Todos los días los medios de comunicación destapan cenagales y cloacas en los ámbitos público y privado. Y los comicios están a la vuelta de la esquina.La corrupción no tiene límites ni medida, no se detiene ante nada.De hecho, no se detendrá.

Mucho se ha escrito sobre el acto de Tijuana. Entresaco alguna información interesante del Consejero de INE Marco Baños: “El debate en Tijuana alcanzó 12.6 millones de televidentes mayores de edad, más de un millón por encima del que tuvimos en el Palacio de Minería. Hay ciudadanía atenta y comprometida con informarse de cara a las urnas, algo que los candidatos saben y está en ellos colocar o no argumentos sobre la mesa para convencer, sumar o perder respaldo. No son los debates el principio o el fin de las campañas, pero sí una enorme oportunidad para despejar dudas, encontrar definiciones con una claridad que antes no habíamos tenido y que este tipo de formatos, cada vez más abiertos, sí permiten”.

En otra opinión, el destacado jurista y compañero de estas páginas editoriales Raúl Carrancá y Rivas explica: “Ahora bien, el segundo debate nos ha dejado la sensación de que no se recurre al pueblo sino al espectáculo preparado, maquillado según y conforme. Grandes dudas del elector no se han resuelto. Por ejemplo, ¿si triunfa López Obrador inclinará la balanza de la gobernabilidad hasta el extremo de una izquierda exterminadora de la libertad, con tufo de comunismo trasnochado? ¿Si triunfa Anaya disfrazará su alta burguesía plagada de millones de pesos con una solidaridad con la pobreza? ¿Y si triunfa Meade será capaz de ser independiente, autónomo, desligado radicalmente de la influencia de Peña Nieto y de la oligarquía del PRI? Porque PAN y PRI son hoy por hoy un remedo macilento de lo que fueron. Y siendo la violencia, la inseguridad, la corrupción, la migración maltratada, la desigualdad económica y la crisis educativa con su consecuente derrumbe de valores, asuntos que determinan la preocupación e ira del pueblo. Es también de vital importancia lo que Daniel Cosío Villegas llamó el estilo personal de gobernar. No nos van a gobernar semidioses o superdotados, aunque alcen y mal engolen la voz con pretensiones ridículas de oradores (de lo que no saben absolutamente nada)”.

Y leyendo a muchos más columnistas, decanto que el mejor librado de los cuatro fue José Antonio Meade.

Y vuelvo a incluir algunas frases de mi anterior editorial en el cual manifesté que José Antonio Meade es el mejor preparado de los cuatro aspirantes porque tieneun camino burocrático destacado en Hacienda, en Relaciones Exteriores y en Desarrollo Social. Su sencillez y su mesura hablan de un hombre que podrá abordar, sin mayor recelo cualquier tema en cualquier foro. Y me refiero a los foros internacionales, esos que la geopolítica ha creado para regionalizar al mundo. Antenoche, las respuestas de José Antonio Meade a las interrogantes planteadas por conductores o audiencia fueron inmediatas y muy bien estructuradas.

Fue capaz de abordar cualquier tema con rapidez y sencillez. Noté que al responder diversos cuestionamientos miró directamente a la cámara de televisión sabiendo que detrás de ese gran lente hay millones de personas viéndolo. Esa es la sensibilidad de un político, no el enfrascarse en cuestionamientos inútiles y vanos. El lente mágico de la televisión lleva la imagen a grandes audiencias que automáticamente se sentirán integradas al escenario.

Es mucho lo que hay que hacer para revertir la corrupción, la descomposición social, y construir y crear nuevos seres humanos. Es el esfuerzo de la educación, de la cultura, de la sabiduría, de la justicia. Meade tiene la palabra.

Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx


Aún resuenan en columnas políticas, editoriales y comederos los ecos de ese segundo debate presidencial llevado a cabo en Tijuana y que para muchos fue como una kermesse.

El menos involucrado en el circo, o el que salió mejor librado fue José Antonio Meade. Su prudencia lo salvó de vituperios y de mezquindades. Me refiero a los diálogos y encontronazos que protagonizaron Ricardo Anaya y AMLO, diálogos y encontronazos en los cuales su lenguaje corporal dijo mucho de sus caracteres y de sus actitudes bajo la férula del poder. Incluso Jaime Rodríguez provocó alguna reacción con sus propuestas descabelladas.

En Tijuana, el tema trillado, y para variar, fue el de la corrupción, pese a que la pauta de los conductores establecía hablar de relaciones internacionales, concretamente del problema fronterizo con los Estados Unidos y los migrantes. Entre Anaya y AMLO se dijeron lo que pudo decirse en televisión.

Dice el diccionario que corrupción es alteración, vicio o abuso en las cosas, y además es lapráctica consistente en la utilización de las funciones y medios de las organizaciones en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. Todos los días los medios de comunicación destapan cenagales y cloacas en los ámbitos público y privado. Y los comicios están a la vuelta de la esquina.La corrupción no tiene límites ni medida, no se detiene ante nada.De hecho, no se detendrá.

Mucho se ha escrito sobre el acto de Tijuana. Entresaco alguna información interesante del Consejero de INE Marco Baños: “El debate en Tijuana alcanzó 12.6 millones de televidentes mayores de edad, más de un millón por encima del que tuvimos en el Palacio de Minería. Hay ciudadanía atenta y comprometida con informarse de cara a las urnas, algo que los candidatos saben y está en ellos colocar o no argumentos sobre la mesa para convencer, sumar o perder respaldo. No son los debates el principio o el fin de las campañas, pero sí una enorme oportunidad para despejar dudas, encontrar definiciones con una claridad que antes no habíamos tenido y que este tipo de formatos, cada vez más abiertos, sí permiten”.

En otra opinión, el destacado jurista y compañero de estas páginas editoriales Raúl Carrancá y Rivas explica: “Ahora bien, el segundo debate nos ha dejado la sensación de que no se recurre al pueblo sino al espectáculo preparado, maquillado según y conforme. Grandes dudas del elector no se han resuelto. Por ejemplo, ¿si triunfa López Obrador inclinará la balanza de la gobernabilidad hasta el extremo de una izquierda exterminadora de la libertad, con tufo de comunismo trasnochado? ¿Si triunfa Anaya disfrazará su alta burguesía plagada de millones de pesos con una solidaridad con la pobreza? ¿Y si triunfa Meade será capaz de ser independiente, autónomo, desligado radicalmente de la influencia de Peña Nieto y de la oligarquía del PRI? Porque PAN y PRI son hoy por hoy un remedo macilento de lo que fueron. Y siendo la violencia, la inseguridad, la corrupción, la migración maltratada, la desigualdad económica y la crisis educativa con su consecuente derrumbe de valores, asuntos que determinan la preocupación e ira del pueblo. Es también de vital importancia lo que Daniel Cosío Villegas llamó el estilo personal de gobernar. No nos van a gobernar semidioses o superdotados, aunque alcen y mal engolen la voz con pretensiones ridículas de oradores (de lo que no saben absolutamente nada)”.

Y leyendo a muchos más columnistas, decanto que el mejor librado de los cuatro fue José Antonio Meade.

Y vuelvo a incluir algunas frases de mi anterior editorial en el cual manifesté que José Antonio Meade es el mejor preparado de los cuatro aspirantes porque tieneun camino burocrático destacado en Hacienda, en Relaciones Exteriores y en Desarrollo Social. Su sencillez y su mesura hablan de un hombre que podrá abordar, sin mayor recelo cualquier tema en cualquier foro. Y me refiero a los foros internacionales, esos que la geopolítica ha creado para regionalizar al mundo. Antenoche, las respuestas de José Antonio Meade a las interrogantes planteadas por conductores o audiencia fueron inmediatas y muy bien estructuradas.

Fue capaz de abordar cualquier tema con rapidez y sencillez. Noté que al responder diversos cuestionamientos miró directamente a la cámara de televisión sabiendo que detrás de ese gran lente hay millones de personas viéndolo. Esa es la sensibilidad de un político, no el enfrascarse en cuestionamientos inútiles y vanos. El lente mágico de la televisión lleva la imagen a grandes audiencias que automáticamente se sentirán integradas al escenario.

Es mucho lo que hay que hacer para revertir la corrupción, la descomposición social, y construir y crear nuevos seres humanos. Es el esfuerzo de la educación, de la cultura, de la sabiduría, de la justicia. Meade tiene la palabra.

Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx