/ domingo 28 de marzo de 2021

Ecos lejanos

“LA EDUCACIÓN NO ES PREPARACIÓN PARA LA VIDA; LA EDUCACIÓN ES LA VIDA EN SÍ MISMA”

John Dewey


Hace poco más de un año, a mediados de marzo de 2020, el entonces Secretario de Educación en México, Esteban Moctezuma, determinó la suspensión temporal de clases en la República Mexicana, en un intento para evitar la propagación del COVID-19; pensamos entonces que se trataría de un cierre temporal, algunas semanas, pero la realidad, la falta de medidas estratégicas adecuadas, la desinformación, la ineptitud y cerrazón por parte de las autoridades en materia de Salud pública, rebasaron la situación al grado que un año después, aún no está claro cuándo y en qué forma podrán las escuelas reabrir sus puertas y dar oportunidad a los estudiantes para regresar a las aulas y retomar el roce social con sus compañeros, ahora ya tan necesario.

Sabíamos, desde antes de la pandemia, la inminente necesidad de atender la educación en México, cuyo rezago incluso hace un año, era evidente… hoy lo es aún más, representando un problema realmente grave: la educación en México se encuentra en una crítica situación, baste revisar los resultados de la encuesta más reciente del Inegi -dada a conocer hace unos días-, para evaluar los resultados.

Se trata de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020, de la cual se concluye: de los 33.6 millones de niños, niñas y jóvenes inscritos inicialmente en el ciclo escolar 2019-2020, 740 mil desertaron antes de concluir el año escolar debido a situaciones asociadas a la pandemia y falta de recursos; para el actual ciclo escolar 2020-2021, las inscripciones disminuyeron en un 10% , pero además, 5.2 millones de estudiantes ni siquiera se inscribieron debido a complicaciones económicas en el núcleo familiar.

Luego de poco más de un año sin clases presenciales, es realmente preocupante el desconocimiento sobre el impacto que tendrá el COVID-19 en el ámbito educativo de las futuras generaciones en México. De acuerdo con un informe del Banco Mundial, se estima que América Latina podría ser la segunda región del mundo más perjudicada en el ámbito de la educación a causa de la pandemia; conforme a las proyecciones del documento, la mayoría de los países latinoamericanos sufrirán un incremento significativo en el número de estudiantes por debajo del nivel mínimo de rendimiento académico.

Es importante señalar que, a decir de los estudiantes encuestados, las clases a distancia resultan poco funcionales para el aprendizaje, se les dificulta el acceso a internet, computadora o algún otro medio para para tomar sus clases, o simplemente abandonaron la educación porque alguno de sus padres, madres o tutores se quedaron sin trabajo.

Evidentemente, nuestros niños y jóvenes se encuentran en un escenario crítico que requiere atención en forma inmediata y prioritaria, puesto que de lo contrario -sin ánimo fatalista sino real- las repercusiones afectarán el resto de su vida.

Se dice, en el discurso oficial del Prejidente, que se dará celeridad a la reapertura de las escuelas; sin embargo, poco sabemos sobre la efectividad de los programas Aprende en Casa y Aprende en Casa II y, como ya lo observamos, pese a que el rezago educativo es acumulado desde mucho tiempo atrás, las causas derivadas de la pandemia -como la necesidad de trabajar para apoyar a la economía del hogar, la desintegración familiar debido a la pérdida de seres queridos, la falta de recursos y apoyo para estudiar vía remota, etcétera-, dejan muy poca esperanza a millones de estudiantes mexicanos.

Es labor del sistema educativo redoblar esfuerzos para fomentar en niños y jóvenes el regreso a las aulas, otorgando recursos para los estudiantes y sus familias; no obstante, el sistema educativo privado debe igualmente considerar disminuciones en las cuotas y servicios, pese a las mermas y daños que la pandemia ha implicado para este sector: baste revisar la cantidad de escuelas que se han visto en necesidad de cerrar sus puertas ante la situación.

Lo cierto es que, por el bien físico, mental, emocional, social, educativo, cultural, etcétera, resulta prioritario implementar estrategias y medidas que permitan a niños y jóvenes el regreso presencial a la escuela, el acercamiento con maestros y compañeros, el despejarse a ratos del entorno familiar; con hábitos de higiene, sana distancia, el uso de cubrebocas y cumpliendo con los procedimientos recomendados por las autoridades sanitarias del mundo -no las erráticas y tardías implementadas en México-, la vida debe continuar…

gamogui@hotmail.com

“LA EDUCACIÓN NO ES PREPARACIÓN PARA LA VIDA; LA EDUCACIÓN ES LA VIDA EN SÍ MISMA”

John Dewey


Hace poco más de un año, a mediados de marzo de 2020, el entonces Secretario de Educación en México, Esteban Moctezuma, determinó la suspensión temporal de clases en la República Mexicana, en un intento para evitar la propagación del COVID-19; pensamos entonces que se trataría de un cierre temporal, algunas semanas, pero la realidad, la falta de medidas estratégicas adecuadas, la desinformación, la ineptitud y cerrazón por parte de las autoridades en materia de Salud pública, rebasaron la situación al grado que un año después, aún no está claro cuándo y en qué forma podrán las escuelas reabrir sus puertas y dar oportunidad a los estudiantes para regresar a las aulas y retomar el roce social con sus compañeros, ahora ya tan necesario.

Sabíamos, desde antes de la pandemia, la inminente necesidad de atender la educación en México, cuyo rezago incluso hace un año, era evidente… hoy lo es aún más, representando un problema realmente grave: la educación en México se encuentra en una crítica situación, baste revisar los resultados de la encuesta más reciente del Inegi -dada a conocer hace unos días-, para evaluar los resultados.

Se trata de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020, de la cual se concluye: de los 33.6 millones de niños, niñas y jóvenes inscritos inicialmente en el ciclo escolar 2019-2020, 740 mil desertaron antes de concluir el año escolar debido a situaciones asociadas a la pandemia y falta de recursos; para el actual ciclo escolar 2020-2021, las inscripciones disminuyeron en un 10% , pero además, 5.2 millones de estudiantes ni siquiera se inscribieron debido a complicaciones económicas en el núcleo familiar.

Luego de poco más de un año sin clases presenciales, es realmente preocupante el desconocimiento sobre el impacto que tendrá el COVID-19 en el ámbito educativo de las futuras generaciones en México. De acuerdo con un informe del Banco Mundial, se estima que América Latina podría ser la segunda región del mundo más perjudicada en el ámbito de la educación a causa de la pandemia; conforme a las proyecciones del documento, la mayoría de los países latinoamericanos sufrirán un incremento significativo en el número de estudiantes por debajo del nivel mínimo de rendimiento académico.

Es importante señalar que, a decir de los estudiantes encuestados, las clases a distancia resultan poco funcionales para el aprendizaje, se les dificulta el acceso a internet, computadora o algún otro medio para para tomar sus clases, o simplemente abandonaron la educación porque alguno de sus padres, madres o tutores se quedaron sin trabajo.

Evidentemente, nuestros niños y jóvenes se encuentran en un escenario crítico que requiere atención en forma inmediata y prioritaria, puesto que de lo contrario -sin ánimo fatalista sino real- las repercusiones afectarán el resto de su vida.

Se dice, en el discurso oficial del Prejidente, que se dará celeridad a la reapertura de las escuelas; sin embargo, poco sabemos sobre la efectividad de los programas Aprende en Casa y Aprende en Casa II y, como ya lo observamos, pese a que el rezago educativo es acumulado desde mucho tiempo atrás, las causas derivadas de la pandemia -como la necesidad de trabajar para apoyar a la economía del hogar, la desintegración familiar debido a la pérdida de seres queridos, la falta de recursos y apoyo para estudiar vía remota, etcétera-, dejan muy poca esperanza a millones de estudiantes mexicanos.

Es labor del sistema educativo redoblar esfuerzos para fomentar en niños y jóvenes el regreso a las aulas, otorgando recursos para los estudiantes y sus familias; no obstante, el sistema educativo privado debe igualmente considerar disminuciones en las cuotas y servicios, pese a las mermas y daños que la pandemia ha implicado para este sector: baste revisar la cantidad de escuelas que se han visto en necesidad de cerrar sus puertas ante la situación.

Lo cierto es que, por el bien físico, mental, emocional, social, educativo, cultural, etcétera, resulta prioritario implementar estrategias y medidas que permitan a niños y jóvenes el regreso presencial a la escuela, el acercamiento con maestros y compañeros, el despejarse a ratos del entorno familiar; con hábitos de higiene, sana distancia, el uso de cubrebocas y cumpliendo con los procedimientos recomendados por las autoridades sanitarias del mundo -no las erráticas y tardías implementadas en México-, la vida debe continuar…

gamogui@hotmail.com

ÚLTIMASCOLUMNAS
domingo 29 de octubre de 2023

Crónica de una tormenta anunciada

Gabriela Mora Guillén

domingo 22 de octubre de 2023

Hazlo con pasión o cambia de profesión

Gabriela Mora Guillén

domingo 15 de octubre de 2023

Pasividad, la ley lo impone

Gabriela Mora Guillén

domingo 08 de octubre de 2023

Ecos lejanos

Gabriela Mora Guillén

domingo 01 de octubre de 2023

Por mi raza hablará...

Gabriela Mora Guillén

domingo 24 de septiembre de 2023

La falta de creatividad es la madre del plagio

Gabriela Mora Guillén

domingo 17 de septiembre de 2023

Nuestro México adorado

Gabriela Mora Guillén

domingo 10 de septiembre de 2023

Hacer el bien a tu prójimo y a tu entorno no es un mandato...

Gabriela Mora Guillén

domingo 03 de septiembre de 2023

Directora de orquesta sin músicos

Gabriela Mora Guillén

domingo 20 de agosto de 2023

Al son de “abrazos, no balazos”

Gabriela Mora Guillén

Cargar Más